Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado
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Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que la selección española de fútbol iba de
fiasco en fiasco y purgábamos penurias propias echando balones fuera. En el Mundial
de México de 1986, otra vez nos autoconvencíamos de que ese año sí que sí, que la
selección iba a romper, que los desastres de 1978 y 1982 iban a quedar en anécdotas
y que los jovenzuelos de la Quinta del Buitre nos iban a sacar de pobres. Y a la
primera, zas: Sócrates nos marcaba un gol dudoso pero legal y el árbitro australiano
Christopher Bambridge (quién no recuerda su nombre) y su linier, el estadounidense
David Socha, no daban como gol un tirazo de Michel que pegó en el larguero y botó
medio metro dentro de la línea de portería. Córner que saca Víctor Muñoz, Antonio
Maceda cabecea en el segundo palo y José Miguel González, Michel, controla con el
pecho y pega el trallazo de su vida. La foto de la estirada de Carlos con el balón
botando dentro es un fotograma más de la desgracia de la selección. España jugó peor
que Brasil, pero el empate era de ley.
En la FIFA de João Havelange, Brasil mandaba, que para eso era la selección que
más entradas vendía. Así que España, al margen del pataleo y de la consabida queja
que presentó la Federación, no encontró demasiados aliados. Bueno, uno sí. Uno que
estaba enfrente. Después del partido, Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de
Oliveira, capitán de Brasil, se plantaba delante de los medios con su habitual aplomo
en las formas. «Por razones políticas y comerciales evidentes, todo el mundo sabe
que, por el interés general, es preciso que las selecciones de México y Brasil
prolonguen su actuación en el Mundial el mayor tiempo posible. Las gradas tienen
que estar llenas y estos dos equipos lo aseguran. Hay selecciones que no encontrarán
más que dificultades». Boom. La FIFA abrió expediente investigador sobre sus
declaraciones pese a que en un comunicado reconocía que «muchas veces son fruto
de la manipulación de los periodistas», y el presidente de la Confederación Brasileña
de Fútbol, Nabi Adi Chedid, se apresuró a desmentir las palabras del emblema de su
selección. Erró en el cálculo. Sócrates volvió a acudir a los periodistas para
ratificarlas.
www.lectulandia.com - Página 83