Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Este binomio entre la infamia y el balompié bailaría un trágico tango en el verano
de 1978, en el que el Mundial de Argentina se convertiría en una de las exhibiciones
más obscenas de cómo el poder podía utilizar al deporte para noquear su capacidad
de reacción ante la injusticia y la muerte. Los futbolistas, claro, fueron cómplices o
testigos, según se mire, aunque ellos clamaron y clamarán por su ignorancia. Que no
sabían lo que realmente pasaba, decían. No cabe tampoco demasiado reproche
cuando la mayoría del propio pueblo argentino también se concedió la ceguera, real o
autoimpuesta, durante aquellos días.
¿Hubo algún futbolista, uno solo, que se solidarizara con las víctimas de la
represión? ¿Alguno de ellos hizo algo, por pequeño que fuera, para aprovechar su
posición de privilegio y ayudar a los que sufrían? ¿Los tipos que se vistieron de corto
y pisaron el césped sobre el que la Junta lavaba su imagen ante el mundo pueden
tener la conciencia tranquila? Si generalizamos y buscamos una acción contundente y
pública, la respuesta a todas esas preguntas es no.
El resumen es que la totalidad de los futbolistas no se implicó, al menos
abiertamente. Es el estado natural de las cosas en el fútbol profesional: la inmensa
mayoría de sus máximos protagonistas no se mojaría ni ante una situación tan
flagrante como la del Mundial del 78. Pero es que en este torneo se generaron
algunos mitos que o son mentiras o son, cuando menos, exageraciones. Ni siquiera se
pueden dar por ciertos aunque los cuenten quienes los vivieron en primera persona.
«Jugadores holandeses y suecos vinieron a la Plaza. Caminaron con nosotras. Los
holandeses sabían que cada jueves nos manifestábamos en la Plaza y la inauguración
del Mundial fue un jueves. Ellos se acercaron, se nos presentaron y caminaron con
nosotras. Yo hablé con dos o tres de ellos ahora, en el viaje a Holanda. Estaban
emocionados. Ellos supieron valorar el esfuerzo de las Madres para soportar lo que
era una fiesta de los genocidas repugnantes. En general, el pueblo de Holanda fue
muy especial para nosotras».
Habla Nora de Cortiñas, presidenta de Madres de la Plaza de Mayo Línea
Fundadora. Lo hace desde su casa, por teléfono, con la energía que le da la lucha
contra el olvido de más de tres décadas. Es una mujer preclara, increíblemente
convincente y, para entendernos, no es una vieja que no rige. Todo lo contrario. Pero
lo que cuenta no es del todo verdad.
«Sí, es cierto, vinieron jugadores a vernos. Pero no, no los recuerdo, ni siquiera
sus apellidos. ¿Qué sé yo? Sabíamos que eran futbolistas por rubios, por altos…
Aquello era una locura: nosotras marchábamos, la gente nos insultaba».
El testimonio es de Hebe de Bonafini, presidenta de Madres de la Plaza de Mayo.
También habla por teléfono y también desde su casa. Sin duda, la cara más
reconocible de la lucha de las Madres a nivel internacional. Otra mujer de memoria
privilegiada. Pero lo que dice sigue sin ser del todo verdad.
«El reloj del edificio del Cabildo que domina la Plaza de Mayo muestra las 15
horas, jueves 8 de junio. En la otra punta de la plaza, dos guardias están en la entrada
www.lectulandia.com - Página 43