Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado
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más explícito: «Si no se corta el pelo y la barba, no le daremos un uniforme. Son las
normas. Al final, quien paga es el Botafogo». Afonsinho consideró desde el primer
momento la cuestión estética de sus excesos capilares como una excusa para censurar
su actividad política. Posiblemente tuviera razón. Pero lo que estaba claro era que no
volvería a vestir la camiseta de su club: lo sancionaron sin jugar ni entrenar. Entonces
le llegaron ofertas: la mejor de ellas procedente del Santos de Pelé. Pero el Botafogo
decidió que ni con ellos ni con nadie. Que no jugaría, que le harían pagar la rebeldía.
En ese momento, lo normal hubiera sido no batallar. O agachar la cabeza. O
dejarlo estar. La carrera de médico estaba ahí. Pero Afonsinho era bueno, y quería
seguir jugando, y, sobre todo, quería seguir utilizando el fútbol para pelear. Así que,
ayudado por su padre, un antiguo ferroviario, y un par de abogados llamados Rui
Piva y Rafael de Almeida Magalhaes (que había sido jugador de alto nivel de fútbol
playa), fueron al Tribunal Superior de Justicia Deportiva para obtener el pase libre: el
derecho del jugador a decidir su futuro una vez hubiera acabado su contrato con un
club. En la práctica, ni eso ocurría ni el jugador era dueño en ningún caso de decidir
dónde quería jugar. Tras un año batallando, ganó. Fue el primero en conseguirlo.
«Sólo conozco a un hombre libre en el fútbol: Afonsinho. Él puede decir sin miedo
que gritó “independencia o muerte”», dijo sobre él Pelé, el hombre que como
ministro de Deportes reformaría la legislación en 1998 para dar más autonomía a los
futbolistas con la famosa Ley Pelé.
Cuenta la leyenda que Afonsinho no fue al Mundial de 1970 por su actividad
política. «No lo creo: simplemente, yo no tenía sitio en ese equipo de cracks»,
contradice el propio exjugador. Pero el mismo que descarga ese argumento, refuerza
otro: «Sí que es verdad que a raíz de la batalla judicial fui vetado para el equipo
nacional». En 1971, con el pase libre en el bolsillo, fichó por el Santos de Pelé. Se
presentó con el pelo corto y la barba recortada sin que nadie se lo pidiera: «Sólo era
un símbolo», dijo. Fue titular al lado del más grande, igual que lo era en el Botafogo.
Y lo fue en el Flamengo, y en el Atlético Mineiro, hasta su retiro en 1982 en el
Fluminense. Todos los clubes que lo fichaban sabían que la condición era que él tenía
el pase libre, lo que no siempre era fácil: sus compañeros, envidiosos de su situación,
continuaban en la situación laboral anterior, aunque seguían sin acudir a la justicia
para ser libres como él. En todo ese tiempo, nunca fue a la selección.
La historia de la lucha de Afonsinho fue llevada al cine por el documental Passe
Livre (1974) de Oswaldo Caldeira. En 1973, uno de los cantantes más importantes de
la historia de Brasil, Gilberto Gil (que sería ministro de Cultura en el gobierno de
Lula da Silva de 2003 a 2008), le dedicaba la canción «Meio de Campo», que
comenzaba con un verso que se hizo célebre, «Prezado amigo Afonsinho» [«Querido
amigo Afonsinho»], y que animaba al jugador a no rendirse: «Hacer un gol en este
partido no es fácil, hermano», le cantaba. Precisamente, Prezado amigo Afonsinho
(1998) sería el título de su biografía escrita por Kleber Mazziero de Sousa.
Tras retirarse, el doctor Afonso Celso Garcia Reis tomó posesión de la plaza que
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