Futbolistas de izquierdas - Quique Peinado
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ya era capitán de la selección y conquistó la Copa de Europa de selecciones, la que
puede considerarse precursora de la actual Eurocopa. Ese mismo año Austria perdía
4-3 en Londres contra Inglaterra, pero el gol de Sindelar, descrito por el árbitro de la
contienda al comienzo de este texto, y el hecho de ser el primer equipo nacional que
marcaba más de un gol a los ingleses en su campo, hacía entrar al Hombre de Papel
en la historia del fútbol. En el Mundial de 1934 en Italia, un arbitraje escandaloso (el
colegiado había sido designado por Benito Mussolini) a favor de la selección local,
que le pregunten a España por los colegiados y los italianos en aquel campeonato,
acabó con el camino de Austria en semifinales.
La historia del partido contra Alemania, su desafío, su baile y la furia del Führer
no puede ser más bella. Quizá demasiado. Realmente no está claro que ocurriera así y
alrededor de aquello se han creado tantos mitos e historias que conviene ponerlo todo
en cuarentena, igual que el llamado partido de la muerte que enfrentó a los jugadores
del FC Star ucraniano con soldados de la Wehrmacht [Fuerzas Armadas alemanas] y
que acabó con los futbolistas del FC Star frente a un pelotón de fusilamiento de
soldados nazis, una historia que tiene tanto de fútbol como de propaganda comunista.
Por ejemplo, está escrito, en las letras grandes del titular incluso, que Matthias
Sindelar era judío, lo que es rotundamente falso: el Austria de Viena sí era el club de
la burguesía hebrea de la ciudad, y sus ascendientes procedían de Moravia, la región
checa de la que llegaron a Austria muchos judíos, pero la familia Sindelar y la
educación que recibió el futbolista eran estrictamente católicas. Su novia tampoco era
judía, o lo había ocultado lo suficiente como para saltarse el radar de los nazis, pues
había podido comprar un bar unos meses antes.
Pero sí que hay hechos constatados en la trayectoria de Sindelar que le hacen ser
el primer paradigma de futbolista que sufrió por defender sus ideas izquierdistas. No
era un secreto su apego público a la socialdemocracia, que había surgido en el seno
de los partidos socialistas y el movimiento obrero poco más de medio siglo antes, y
de la que era un firme defensor. También es cierto que fue desafiante con los nazis y
que se negó a jugar con Alemania. Y además, en agosto de 1938, compró un café en
Viena al judío Leopold Drill pagándole un precio justo de 20.000 marcos, cuando los
judíos estaban obligados a ceder sus bienes a los arios. También está constatado que
las autoridades comenzaron a ponerlo en su punto de mira porque se negó a colocar
propaganda nazi en el establecimiento.
Las causas de su muerte, a los 36 años, no están claras. Se encontraron en su casa
algunos defectos en las chimeneas que hacen posible que el escape de gas fuera un
accidente. Otros dicen que se suicidó, incapaz de asumir que su país se viera sumido
en la sombra del nazismo y que para él el fútbol se había acabado. La hipótesis del
asesinato fruto de la condena a muerte de Hitler por su desafío, apenas se sostiene. A
su entierro asistieron 15.000 personas. En su tumba del cementerio central de Viena,
lleno de héroes de guerra y mártires políticos con nichos llenos de símbolos heroicos,
sólo hay un balón de fútbol. Nada más. Al fin y al cabo, Sindelar fue ante todo un
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