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Rafael Benítez, Universidad de Valencia - framespa

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sobre la riqueza y la fácil vida <strong>de</strong>l corsario también contrastaba con lo que <strong>de</strong>cían muchos a<br />

propósito <strong>de</strong> la actitud <strong>de</strong> los argelinos hacia el corsarismo y la enemistad con el rey <strong>de</strong><br />

España.<br />

En efecto, a pesar <strong>de</strong> todos los beneficios que los corsarios parecían llevar a la ciudad<br />

<strong>de</strong> Argel, una relación <strong>de</strong> noticias llegadas <strong>de</strong> allí en 1545, atribuye tanto a los naturales<br />

argelinos como a los emigrados <strong>de</strong>s<strong>de</strong> España el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> librarse <strong>de</strong> los corsarios,<br />

convertidos en una especie <strong>de</strong> incómodos huéspe<strong>de</strong>s:<br />

Por vía <strong>de</strong> Mostagán se sabe que los naturales <strong>de</strong> la tierra y los mudéjares quisieran echar a<br />

los turcos y a los navíos con los cristianos <strong>de</strong> Argel, para hazer su partido con Su Majestad,<br />

porque dizen que si en Argel no tuviesen navíos que hiziesen daño en los reynos <strong>de</strong> Su<br />

Majestad ni cristianos cautivos, que Su Magestad no se acordaría <strong>de</strong> Argel y los <strong>de</strong>xaría estar<br />

en sus haziendas 132 .<br />

La frase coinci<strong>de</strong> en tal grado con la que escribió Pedro <strong>de</strong> Nárvaez en carta a Francisco <strong>de</strong><br />

los Cobos seis años antes, que pue<strong>de</strong> pensarse en una inspiración similar. Así, en 1536<br />

Narváez, que acababa <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> Argel, contó al secretario imperial una conversación que<br />

había tenido con Hasán Aga: “Habló un día a Abcanaga, governador <strong>de</strong> Argel, que fue capitán<br />

<strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> Túnez, y le dixo que si él no embiase fustas a hazer daño a los christianos, que<br />

no se acordarían <strong>de</strong> Argel”. La respuesta <strong>de</strong>l turco no pudo ser más clara: “Mira Narbáez, no<br />

puedo hazer otra cosa, así por dar <strong>de</strong> comer a esta gente <strong>de</strong> guerra, como porque estos son los<br />

que me sostienen” 133 . Este pretendido <strong>de</strong>sacuerdo <strong>de</strong> los argelinos con la política agresiva <strong>de</strong><br />

los turcos lo cerficaron también ciertos prisioneros que <strong>de</strong>clararon ante el con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Alcau<strong>de</strong>te:<br />

“Dizen que a los vezinos <strong>de</strong> Argel les pesó <strong>de</strong> venir el rey a tomar a Tremeçén porque tenían<br />

por cierto que tomando a Tremeçén a <strong>de</strong> mandar Su Magestad hazer armada para tomar a<br />

Tremeçén y Arjel” 134 . Pero esto, en <strong>de</strong>finitiva, más que nada nos advierte <strong>de</strong>l sempiterno<br />

interés <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Alcau<strong>de</strong>te por atraer la actividad militar <strong>de</strong> la Monarquía, y más en el<br />

momento preciso en que la atención <strong>de</strong> Carlos V se orientaba hacia el norte <strong>de</strong> Europa, y<br />

cuando la ofensiva otomana por tierra era más sensible en las inmediaciones <strong>de</strong> Orán.<br />

Estas valoraciones sobre el parecer <strong>de</strong> los argelinos a propósito <strong>de</strong> la agresividad<br />

otomana también reflejan el temor que sienten hacia una probable ofensiva imperial. Ya<br />

hemos visto hasta qué punto la presentación <strong>de</strong>l miedo en el enemigo pue<strong>de</strong> ser un recurso<br />

argumental. Pero no hay que per<strong>de</strong>r <strong>de</strong> vista que el Argel <strong>de</strong> Barbarroja o <strong>de</strong> Hasán Aga no<br />

podía ser aún el escenario <strong>de</strong> la perfecta armonía entre corsarios y ciudadanos, pues la<br />

instalación <strong>de</strong> los primeros es todavía <strong>de</strong>masiado reciente 135 . Los peligros <strong>de</strong> la enemistad<br />

hacia los españoles eran <strong>de</strong>masiado evi<strong>de</strong>ntes para muchos, <strong>de</strong> manera que las riquezas que<br />

ofrecía el corso estaban tan envenenadas como las que guardaba la Cobra Blanca en el relato<br />

<strong>de</strong> Kipling que hemos citado más arriba. Argel, a<strong>de</strong>más, no es aún una ciudad inexpugnable.<br />

Precisamente las obras <strong>de</strong> fortificación que empiezan a acometerse inmediatamente <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> la caída <strong>de</strong> la fortaleza <strong>de</strong>l Peñón (1529) se alargan durante varias décadas, y serán<br />

presenciadas por numerosos cautivos que, como hemos visto, no dudarán en dar cuenta <strong>de</strong><br />

ello a las autorida<strong>de</strong>s cristianas.<br />

significativa cita <strong>de</strong> las que recogemos en ese trabajo, y que proviene <strong>de</strong> una carta <strong>de</strong> Perafán <strong>de</strong> Ribera a Carlos V en 1534:<br />

“que Bugía no es el Perú, don<strong>de</strong> hay oro y perlas en las cabalgadas; aquí no hay sino turcos y moros”.<br />

132 AGS, Estado, Costas <strong>de</strong> África y Levante, 471.<br />

133 Ib., 467, f. 2.<br />

134 Ib., 471.<br />

135 Véase sobre las diferencias entre los otomanos y los naturales <strong>de</strong> la zona, Miguel Ángel <strong>de</strong> Bunes, Los Barbarroja.<br />

Corsarios <strong>de</strong>l Mediterráneo, Madrid, 2004, págs. 99-100.<br />

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