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Rafael Benítez, Universidad de Valencia - framespa

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distintos pretendientes, como había sucedido en fechas no tan lejanas, a la muerte <strong>de</strong> Mawlay<br />

Ismail, al <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>narse la guerra entre Mawlay al-Mustadi y Mawlay Abd Allah, este<br />

último padre <strong>de</strong>l presente sultán. Jardine no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> señalarlo así (I, p. 159), omitiendo, en<br />

cambio, hacer mención a que los países europeos, entre ellos Gran Bretaña, intervenían en<br />

ocasiones en estas disputas sucesorias <strong>de</strong> acuerdo con sus propios intereses, para atribuir, en<br />

cambio, la inestabilidad y el conflicto al carácter nacional: ”Los moros, es cierto, son<br />

impulsivos, fieros e impacientes, traicioneros y crueles, y han <strong>de</strong> ser gobernados con vara <strong>de</strong><br />

hierro, que <strong>de</strong>be estar siempre a su vista. Cuando por fin se rebelan y encuentran un lí<strong>de</strong>r,<br />

como en la mayoría <strong>de</strong> los países <strong>de</strong>spóticos, alcanzan todos los extremos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sesperada<br />

crueldad y <strong>de</strong>solación” (I, p. 162). Esa caracterización se apoya en los añejos tópicos (con<br />

raíces en el pensamiento griego clásico, por ejemplo en la Política <strong>de</strong> Aristóteles, y una<br />

influyente formulación en El espíritu <strong>de</strong> las leyes -1738- <strong>de</strong> Montesquieu) según los cuales la<br />

violencia sería un rasgo <strong>de</strong> personalidad entre los súbditos <strong>de</strong> un déspota, acostumbrados a ser<br />

controlados por la fuerza, y por ello carentes <strong>de</strong>l autocontrol y la temperancia que caracterizan<br />

al individuo civilizado, aquel capaz <strong>de</strong> respetar el imperio <strong>de</strong> la ley sin necesidad <strong>de</strong> ser<br />

coaccionado a ello por las autorida<strong>de</strong>s (I, 51). A su vez, el temor casi paranoico a rebelión <strong>de</strong><br />

sus súbditos, propio <strong>de</strong> soberanos acostumbrados a enfrentarse a intrigas y traiciones en el<br />

difícil camino <strong>de</strong>l acceso al trono, induciría a éstos, una vez instalados en el po<strong>de</strong>r, a ejercerlo<br />

sin escrúpulos, convencidos <strong>de</strong> que el único modo <strong>de</strong> mantenerlo es intimidar a su pueblo y<br />

mantenerlo en la pobreza y la ignorancia (I, pp. 161-162).<br />

De forma análoga, el gobierno doméstico resi<strong>de</strong>, según la visión <strong>de</strong> Jardine, en una<br />

imposición por la fuerza <strong>de</strong> la autoridad masculina que sólo produce una apariencia <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n,<br />

para la cual utiliza un lenguaje cargado <strong>de</strong> connotaciones políticas, asimilando esa<br />

arbitrariedad al <strong>de</strong>spotismo regio; así, refiriéndose a la necesidad <strong>de</strong> que las costumbres y<br />

productos europeos penetren en los hogares, Jardine afirma que: “Ni los hombres ni las<br />

mujeres tendrán ocasión para [adquirir] nuestros <strong>de</strong>licados productos, mientras los primeros<br />

sean tiranos y estas últimas esclavas” (I, p. 74).<br />

Su <strong>de</strong>scripción pone el acento en el inmovilismo <strong>de</strong> las prácticas y las costumbres, sin<br />

transformaciones sustanciales a través <strong>de</strong> los siglos. El sentido <strong>de</strong>l cambio, en todo caso,<br />

resi<strong>de</strong> en una <strong>de</strong>generación progresiva <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los tiempos florecientes <strong>de</strong>l Islam en España:<br />

“Las artes y el comercio (…) existen aquí, pero en una especie <strong>de</strong> infancia perpetua; no en un<br />

estado <strong>de</strong> progresión, como en Europa, sino siempre iguales, supongo, en los últimos mil<br />

años” (I, p. 14). Su conclusión es que, en ausencia <strong>de</strong> un príncipe realmente ilustrado que<br />

pueda introducir las necesarias reformas, la única esperanza futura <strong>de</strong> mejora para el país<br />

consistiría en ser colonizado por una “nación generosa y civilizada” (I, p. 103), <strong>de</strong>claración <strong>de</strong><br />

intenciones que se haría cada vez más frecuente hacia finales <strong>de</strong> siglo y que acabaría<br />

justificando, a principios <strong>de</strong> la centuria siguiente, la colonización francesa <strong>de</strong> Argelia.<br />

Sería injusto, con todo, afirmar que Jardine se limita a abrazar mecánicamente todos los<br />

tópicos seculares que circulaban en Europa acerca <strong>de</strong> las socieda<strong>de</strong>s islámicas. Observador<br />

atento, en su recorrido por Marruecos, como en su viaje por España, se muestra muy sensible,<br />

por ejemplo, a las diferencias regionales que establecen matices o contrastes geográficos y<br />

humanos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un mismo Estado, por ejemplo entre los pueblos nómadas y se<strong>de</strong>ntarios,<br />

entre los <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> los primitivos habitantes y aquellos <strong>de</strong> origen árabe o entre la<br />

población rural y la <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s (I, 90, 169, 183). Y su insistencia en el <strong>de</strong>spotismo como<br />

responsable en última instancia <strong>de</strong> la pobreza material e intelectual <strong>de</strong>l país encontrará<br />

correspon<strong>de</strong>ncia en sus críticas, asimismo durísimas, contra el absolutismo monárquico en<br />

nuestro país.<br />

Sin embargo, su relato sitúa a Marruecos <strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong> la línea que separa al mundo<br />

civilizado, i<strong>de</strong>ntificado con Europa o, más propiamente, con la Europa nordocci<strong>de</strong>ntal, <strong>de</strong><br />

aquellas regiones <strong>de</strong>l mundo extraeuropeo que, sin po<strong>de</strong>r ser calificadas <strong>de</strong> “salvajes” (lo que<br />

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