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Catecismo Romano - amor de la verdad

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gran<strong>de</strong>za podía impedir <strong>la</strong> fe que se <strong>de</strong>bía a su promesa, añadía también a <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras otras señales que no<br />

pocas veces parecía a mi<strong>la</strong>gros. Y así cuando envió a Moisés 487 para libertar al pueblo <strong>de</strong> Israel, como temiese<br />

éste, aun auxiliado con el socorro <strong>de</strong> Dios que le ponía el precepto, o que se le impusiese carga más pesada <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

que podía llevar, o que el pueblo no diese crédito a los oráculos y pa<strong>la</strong>bras divinas, confirmó el Señor su<br />

promesa con gran variedad <strong>de</strong> señales 488 . Pues así como en el Antiguo Testamento solía Dios atestiguar con<br />

señales <strong>la</strong> <strong>verdad</strong> <strong>de</strong> alguna gran promesa, así ahora en el nuevo, habiéndonos prometido Cristo Salvador<br />

nuestro el perdón <strong>de</strong> los pecados, <strong>la</strong> gracia celestial, y <strong>la</strong> comunicación <strong>de</strong>l Espíritu Santo, instituyó ciertas<br />

señales sujetas a los ojos y sentidos que fuesen como prendas con que le tuviésemos obligado, y así nunca<br />

pudiésemos dudar <strong>de</strong> que sería fiel en lo prometido.<br />

264. La tercera causa fué para que tuviésemos a mano aquellos remedios, y como escribe San Ambrosio,<br />

aquellos medicamentos <strong>de</strong>l Samaritano Evangélico, para recobrar y conservar <strong>la</strong> salud <strong>de</strong> <strong>la</strong>s almas. Pues era<br />

necesario que <strong>la</strong> virtud proveniente <strong>de</strong> <strong>la</strong> pasión <strong>de</strong> Cristo, esto es <strong>la</strong> gracia que nos mereció en el ara <strong>de</strong> <strong>la</strong> Cruz,<br />

se <strong>de</strong>rivase a nosotros por los Sacramentos como por ciertos conductos, <strong>de</strong> lo contrario a ninguno podía quedar<br />

esperanza alguna <strong>de</strong> salud. Por eso el clementísimo Señor se dignó <strong>de</strong>jar en <strong>la</strong> Iglesia los Sacramentos sancionados<br />

con su pa<strong>la</strong>bra y promesa, por los cuales creyésemos sin duda que se nos comunica verda<strong>de</strong>ramente el<br />

fruto <strong>de</strong> su Pasión, con tal que cada uno <strong>de</strong> nosotros se aplique a sí mismo piadosa y religiosamente esta<br />

medicina.<br />

265. La cuarta causa por <strong>la</strong> que aparece necesaria <strong>la</strong> institución <strong>de</strong> los Sacramentos, es para que fuesen<br />

señales y divisas por don<strong>de</strong> los fieles se conociesen unos a otros, mayormente no pudiendo haber reunión <strong>de</strong><br />

hombres, según enseñó San Agustín, ya profesen <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra o falsa religión que se junten en sociedad, sino es<br />

por el <strong>la</strong>zo <strong>de</strong> algunas señales visibles. Ambas cosas hacen los Sacramentos <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> gracia.<br />

266. Ellos distinguen <strong>de</strong> los infieles a los que profesan <strong>la</strong> fe cristiana, y unen entre sí a los mismos fieles<br />

con un <strong>la</strong>zo verda<strong>de</strong>ramente santo. A más <strong>de</strong> esto se pue<strong>de</strong> mostrar que hubo otra causa justísima para instituir<br />

los Sacramentos <strong>de</strong>ducida <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong>l Apóstol: “Con el corazón se cree para <strong>la</strong>, justicia, mas con <strong>la</strong><br />

boca se hace <strong>la</strong> confesión para <strong>la</strong>, salud” 489 . Pues por medio <strong>de</strong> los Sacramentos se ve que profesamos nuestra<br />

fe, y <strong>la</strong> hacemos notoria en presencia <strong>de</strong> los hombres, X así cuando nos llegamos al bautismo protestamos<br />

públicamente, que creemos que por virtud <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> agua con <strong>la</strong> cual somos <strong>la</strong>vados en el Sacramento, se<br />

purifica y <strong>la</strong>va espiritualmente nuestra alma.<br />

267. Tienen asimismo los sacramentos gran<strong>de</strong> fuerza, no sólo para <strong>de</strong>spertar y excitar nuestra fe, sino<br />

también para inf<strong>la</strong>mar <strong>la</strong> caridad con <strong>la</strong> que mutuamente nos <strong>de</strong>bemos amar, acordándonos <strong>de</strong> que por <strong>la</strong><br />

participación <strong>de</strong> los divinos misterios estamos unidos con un <strong>la</strong>zo estrechísimo y constituido miembros <strong>de</strong> un<br />

mismo cuerpo.<br />

268. Últimamente, y esto <strong>de</strong>be apreciarse mucho en <strong>la</strong> profesión <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida cristiana, humil<strong>la</strong>n y rin<strong>de</strong>n<br />

el orgullo <strong>de</strong>l corazón y nos disponen para ejercitarnos en <strong>la</strong> humildad, viéndonos obligados a sujetarnos a<br />

unos elementos sensibles para obe<strong>de</strong>cer a Dios <strong>de</strong> quien pérfidamente nos apartamos antes a fin <strong>de</strong> servir a los<br />

elementos <strong>de</strong>l mundo 490 . Esto es lo que parece <strong>de</strong>be proponerse a los fieles en particu<strong>la</strong>r acerca <strong>de</strong>l nombre,<br />

naturaleza e institución <strong>de</strong> los sacramentos. Y habiéndo<strong>la</strong>s expuesto cuidadosamente, <strong>de</strong>berán enseñar los<br />

Párrocos <strong>de</strong> qué consta cada uno <strong>de</strong> los sacramentos, cuáles son sus partes, y cuáles los ritos y ceremonias con<br />

que se administran.<br />

XV. Cada sacramento consta <strong>de</strong> materia y forma.<br />

269. Primeramente se ha <strong>de</strong> explicar que <strong>la</strong> materia sensible <strong>de</strong> <strong>la</strong> cual tratamos en <strong>la</strong> <strong>de</strong>finición <strong>de</strong><br />

sacramento, no es una so<strong>la</strong>, aunque <strong>de</strong>be creerse que sólo constituye una señal. Dos son <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong> que cada<br />

sacramento se compone, <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cuales <strong>la</strong> una tiene razón <strong>de</strong> materia y se l<strong>la</strong>ma elemento y <strong>la</strong> otra <strong>de</strong> forma que<br />

comúnmente se l<strong>la</strong>ma pa<strong>la</strong>bra, como nos lo enseñaron los Padres. Sobre esto es muy celebrado y sabido por<br />

todos aquel dicho <strong>de</strong> San Agustín: "Juntase <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra, al elemento y se hace sacramento". Mas por el nombre<br />

<strong>de</strong> cosa sensible, no sólo se entien<strong>de</strong> <strong>la</strong> materia o elemento, como el agua en el Bautismo, el crisma en <strong>la</strong><br />

Confirmación, y en <strong>la</strong> Extremaunción el óleo, que todas son cosas visibles, sino también <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras que tienen<br />

razón <strong>de</strong> forma y pertenecen al oído. Ambas cosas señaló el Apóstol cuando dijo: “Cristo amó a su Iglesia, y se<br />

487 ―Ven tú que te quiero enviar a Faraón, para que saque <strong>de</strong> Egipto al pueblo mío, los hijos <strong>de</strong> Israel‖. Exod., III, 10.<br />

488 ―¿Qué es eso, preguntó Dios a Moisés, que tienes en tu mano? Una vara respondió él. Dijo el Sefior: Arrója<strong>la</strong> en tierra.<br />

Arrojó<strong>la</strong>, y se convirtió en una serpiente, <strong>de</strong> manera que Moisés echó a huir. Díjole todavía el Señor: Mete tu mano en tu<br />

seno. Y habiéndo<strong>la</strong> metido, <strong>la</strong> sacó cubierta <strong>de</strong> lepra, b<strong>la</strong>nca como <strong>la</strong> nieve‖. Exod., IV, 2, 3, 6.<br />

489 “Cor<strong>de</strong> creditur ad iustitam, ore autem confessio fit ad salutem”. Rom., X, 10.<br />

490 ―Nosotros cuando éramos todavía niños, estábamos servilmente sujetos a <strong>la</strong>s primeras y más groseras instrucciones<br />

que se dieron al mundo‖. Ga<strong>la</strong>t. , IV, 3.<br />

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