Catecismo Romano - amor de la verdad
Catecismo Romano - amor de la verdad
Catecismo Romano - amor de la verdad
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
[28] Sin embargo, <strong>la</strong> contrición pue<strong>de</strong> ser verda<strong>de</strong>ra y eficaz, aunque no siempre podamos conseguir<br />
que sea perfecta, esto es, aunque el dolor <strong>de</strong> los pecados no sea siempre absoluto ni vaya acompañado <strong>de</strong><br />
lágrimas, si bien éstas son muy <strong>de</strong> <strong>de</strong>sear y <strong>de</strong> recomendar en <strong>la</strong> penitencia; pues acontece que nos hacen más<br />
impresión <strong>la</strong>s cosas sensibles que <strong>la</strong>s espirituales, y sentimos más un mal sensible que uno espiritual.<br />
[29-30] 3º Objeto <strong>de</strong> <strong>la</strong> contrición. — El dolor <strong>de</strong> contrición <strong>de</strong>be ser aplicado: • a cada uno <strong>de</strong> los<br />
pecados mortales, examinando los pecados uno por uno, y consi<strong>de</strong>rando <strong>la</strong> especie <strong>de</strong>l pecado respecto al<br />
lugar, al tiempo, a <strong>la</strong> persona, a sus circunstancias (Is. 38 15; Ez. 18 21.); • a todos los pecados en general,<br />
cuando no es posible consi<strong>de</strong>rarlos enseguida, <strong>de</strong>testándolos todos y resolviendo recordarlos y aborrecerlos <strong>de</strong><br />
corazón en <strong>la</strong> primera ocasión que fuese propicia (Ez. 33 12.).<br />
[31] 4º Cosas necesarias y convenientes para que haya verda<strong>de</strong>ra contrición. — Es<br />
necesario aborrecer y dolerse <strong>de</strong> todos los pecados cometidos, con propósito <strong>de</strong> confesarse y <strong>de</strong> satisfacer, y con<br />
resolución cierta y firme <strong>de</strong> enmendar su vida (Ez. 18 21-22, 27, 30-31; Jn. 8 11.). [32] Pues así como el que<br />
<strong>de</strong>sea reconciliarse con un amigo <strong>de</strong>be, por una parte, dolerse <strong>de</strong> haber sido injusto y ofensivo contra él, y, por<br />
otra parte, tener cuidado <strong>de</strong> no volver a ofen<strong>de</strong>rle en a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, así también el hombre que ha ofendido a Dios<br />
<strong>de</strong>be dolerse <strong>de</strong> los pecados cometidos, restituir lo que <strong>de</strong>ba ser restituido, y satisfacer compensando con<br />
alguna cosa buena o con algún servicio a Aquel cuya honra ha ofendido.<br />
[33] Es conveniente perdonar y olvidar totalmente cualquier injuria que <strong>de</strong> otro hubiésemos recibido,<br />
como nos lo advierte nuestro Señor (Mt. 6 14; 18 33; Mc. 11 25; Lc. 11 4.).<br />
[34] 5º Utilidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> contrición. — Dios <strong>de</strong>secha a veces otros muchos actos <strong>de</strong> piedad, como el dar<br />
limosna a los pobres, los ayunos, el rezo, y otras obras santas y honestas <strong>de</strong> esta c<strong>la</strong>se (Prov. 15 8; Is. 27, 58 y<br />
61.); pero nunca rechaza al corazón contrito y humil<strong>la</strong>do (Sal. 50 19.). La contrición, por lo tanto, siempre le es<br />
sumamente agradable; y tan pronto como <strong>la</strong> admitimos en nuestro corazón, nos conce<strong>de</strong> Dios el perdón <strong>de</strong> los<br />
pecados (Sal. 31 5.).<br />
[35] 6º Modo <strong>de</strong> alcanzar <strong>la</strong> contrición. — Para alcanzar esta contrición, <strong>de</strong>be aconsejarse a los<br />
fieles: • ante todo, que examinen con frecuencia sus conciencias, para ver si guardan lo que está mandado por<br />
Dios y por <strong>la</strong>s leyes <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia; • luego, si <strong>la</strong> conciencia los acusa <strong>de</strong> algo, que se humillen al punto y pidan a<br />
Dios <strong>de</strong> todo corazón el perdón, <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> confesarse y satisfacer, y el auxilio para no volver a caer en<br />
a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte en los mismos pecados; • finalmente, que conciban un gran aborrecimiento <strong>de</strong>l pecado, ya por ser<br />
muy gran<strong>de</strong> su fealdad y bajeza, ya por los gravísimos males que les causa, entre ellos el privarlos <strong>de</strong>l <strong>amor</strong> <strong>de</strong><br />
Dios y el con<strong>de</strong>narlos a muerte eterna.<br />
La confesión<br />
[36] Hay que atribuir a <strong>la</strong> confesión cuanta moralidad, piedad y religión se conserva al presente en <strong>la</strong><br />
Santa Iglesia <strong>de</strong> Dios. De ahí los gran<strong>de</strong>s ataques <strong>de</strong>l enemigo contra este baluarte, y <strong>de</strong> ahí también <strong>la</strong><br />
importancia <strong>de</strong> que el sacerdote explique con cuidado a sus feligreses este punto <strong>de</strong> <strong>la</strong> Penitencia.<br />
1º Utilidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> confesión. — La institución <strong>de</strong> <strong>la</strong> confesión, que Cristo realizó entregando a <strong>la</strong><br />
Iglesia <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>ves <strong>de</strong>l Reino <strong>de</strong> los Cielos (Mt. 16 19; 18 18; Jn. 20 23; 21 15.), fue muy útil y conveniente por<br />
tres razones:<br />
a) Porque <strong>la</strong> contrición, para que perdone los pecados, <strong>de</strong>be ser tan gran<strong>de</strong> y eficaz, que <strong>la</strong> viveza <strong>de</strong>l<br />
dolor pueda en cierto modo compararse con <strong>la</strong> gravedad <strong>de</strong> los pecados. Ahora bien, como muy pocos llegarían<br />
a este grado, muy pocos habían <strong>de</strong> recibir el perdón <strong>de</strong> sus pecados. Por eso fue conveniente que Dios<br />
instituyera un medio más fácil <strong>de</strong> obtener el perdón, y éste es <strong>la</strong> confesión. Así, a quien se arrepiente <strong>de</strong> sus<br />
pecados cometidos y tiene propósito <strong>de</strong> no pecar en a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, aunque no sienta aquel dolor que sería requerido<br />
para alcanzar perdón, se le perdonan los pecados si los confiesa bien al sacerdote.<br />
[37] b) A<strong>de</strong>más, nada es tan eficaz para corregir <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s costumbres <strong>de</strong> quienes viven<br />
<strong>de</strong>pravadamente, que <strong>de</strong>scubrir algunas veces los pensamientos secretos <strong>de</strong> su corazón a un amigo fiel y<br />
pru<strong>de</strong>nte, que pueda ayudarlos con su discreción y consejo. Igualmente, nada ayuda tanto a quien se ve<br />
atormentado por los remordimientos, que manifestar <strong>la</strong>s enfermeda<strong>de</strong>s y l<strong>la</strong>gas <strong>de</strong> su alma al sacerdote, el<br />
cual, obligado a un perpetuo sigilo, le dará los remedios que curen sus enfermeda<strong>de</strong>s presentes y que le ayu<strong>de</strong>n<br />
a no recaer en el futuro.<br />
c) Finalmente, <strong>la</strong> confesión interesa al bien <strong>de</strong> toda <strong>la</strong> sociedad, porque pone frenos a <strong>la</strong> pasión y<br />
licencia <strong>de</strong> pecar y reprime <strong>la</strong> audacia <strong>de</strong> los libertinos. En efecto, si se quitara <strong>de</strong> <strong>la</strong> moral cristiana <strong>la</strong><br />
confesión sacramental, se llenaría todo el mundo <strong>de</strong> ocultos y abominables pecados, los cuales no se<br />
avergonzarían luego los hombres corrompidos <strong>de</strong> cometer públicamente.<br />
220