Catecismo Romano - amor de la verdad
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Señor nuestro, que <strong>de</strong>l corazón 1292 salen los adulterios y fornicaciones que manchan al hombre. Mas el Apóstol<br />
afea muchas veces este vicio con muchas y gravísimas pa<strong>la</strong>bras: “Esta es, dice, <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> Dios: que seáis<br />
Santos, y que os apartéis <strong>de</strong> <strong>la</strong> fornicación” 1293 . Un otra parte: “Huid <strong>de</strong> <strong>la</strong> fornicación” 1294 . Y en otra: “No<br />
comuniquéis con los fornicarios” 1295 . Y en otro lugar: “Así <strong>la</strong> fornicación, como toda inmundicia o avaricia, ni<br />
se nombre siquiera entre vosotros” 1296 . Y en otro: “Ni los fornicarios, ni los adúlteros, ni los impúdicos, ni <strong>la</strong>s<br />
sodomitas poseerán el Reino <strong>de</strong> Dios” 1297 .<br />
V. Por qué en este precepto seña<strong>la</strong>damente se expresó el adulterio.<br />
894. La razón principal por <strong>la</strong> que expresamente se vedó el adulterio, es porque a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> <strong>la</strong> fealdad<br />
que tiene común con <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más especies <strong>de</strong> incontinencia, trae consigo el pecado <strong>de</strong> injusticia, no sólo contra el<br />
prójimo, sino también contra <strong>la</strong> sociedad civil. También es cierto que quien no se abstiene <strong>de</strong> <strong>la</strong> intemperancia<br />
<strong>de</strong> otras livianda<strong>de</strong>s, fácilmente caerá en <strong>la</strong> incontinencia <strong>de</strong>l adulterio. Así, por esta prohibición <strong>de</strong>l<br />
adulterio enten<strong>de</strong>mos sin dificultad que está prohibida toda suerte <strong>de</strong> impureza e inmundicia con que se<br />
mancha el cuerpo. Y que aun más bien está vedada por este mandamiento toda liviandad Interior <strong>de</strong>l alma, lo<br />
manifiesta así el espíritu <strong>de</strong> <strong>la</strong> misma ley, que nos consta ser espiritual, domo aquel<strong>la</strong> doctrina <strong>de</strong> Cristo Señor<br />
nuestro: “Oísteis que se dijo a los antiguos, no adulterarás: mas yo os digo: todo aquel que pusiere los ojos en<br />
mujer para codiciar<strong>la</strong>, ya adulteró con el<strong>la</strong> en su corazón” 1298 . Esto es lo que juzgamos se <strong>de</strong>be enseñar<br />
públicamente a los fieles, añadiendo también lo que <strong>de</strong>cretó el Santo Concilio <strong>de</strong> Trento 1299 contra los<br />
adúlteros, y contra los que mantienen meretrices y concubinas, <strong>de</strong>jados otros muchos y varios géneros <strong>de</strong><br />
impureza y liviandad, sobre los cuales podrá instruir el Párroco a cada uno privadamente, según lo pida <strong>la</strong><br />
condición <strong>de</strong>l tiempo y <strong>la</strong>s personas. Esto presupuesto, veamos lo que se <strong>de</strong>ba hacer en virtud <strong>de</strong> lo que se<br />
manda en este precepto.<br />
VI. Qué se manda por este precepto.<br />
895. Debe, pues, enseñar a los fieles y exhortarles con eficacia a que guar<strong>de</strong>n con el mayor cuidado, pureza<br />
y castidad, y a que se conserven limpios <strong>de</strong> toda mancha <strong>de</strong> carne y <strong>de</strong> espíritu 1300 , perfeccionando su<br />
santificación en temor <strong>de</strong> Dios. Pero primeramente se les ha <strong>de</strong> advertir, que si bien <strong>la</strong> virtud <strong>de</strong> <strong>la</strong>s castidad, en<br />
don<strong>de</strong> más resp<strong>la</strong>n<strong>de</strong>ce, es en aquel<strong>la</strong>s personas que profesan santa y religiosamente el hermosísimo y <strong>de</strong>l todo<br />
divino instituto <strong>de</strong> <strong>la</strong> virginidad, con todo conviene también a los que viven castamente o a los que se conservan<br />
en el matrimonio puros y limpios <strong>de</strong> toda liviandad prohibida.<br />
VII. Qué <strong>de</strong>be meditar principalmente quien <strong>de</strong>sea ser casto.<br />
1292 ―Brubescite a respectu mulieris fornicariae‖. Eccli. XLI, 25. ―Porque <strong>de</strong>l corazón es <strong>de</strong> don<strong>de</strong> salen los malos<br />
pensamientos, los homicidios, adulterios, fornicaciones‖. Matth., XV, 19.<br />
1293 “Haec est voluntas Dei, sanctificatio vestra, ut abstineatis vos a fornicatione”. I, Thes., IV, 3.<br />
1294 “Fugtte fornicationem”. I, Cor., VI, 18.<br />
1295 “Ne commisceamini fonicariis”. I, Cor., V, 9.<br />
1296 “Fornicatio atitem, et omnis immunditia, aut avarium, nec nominetur in vobis”. Ephes., V, 3.<br />
1297 “Neque fornicara, neque adulteri, neque mollee, neque masculonaet concubitores Begnum Dei possi<strong>de</strong>bunt”. I, Cor.,<br />
VI, 9-10.<br />
1298 “Audistis quia dictum est antiquis. Non moechaberis: Ego autem dico vobis, quia omnis, qui vi<strong>de</strong>rit mulieren ad<br />
concupiscendam eam, iam moechatus est eam in cor<strong>de</strong> suo”. Matth., V, 27-28.<br />
1299 ―Grave pecado es que los solteros tengan concubinas; pero es mucho más grave, y cometido en notable <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong><br />
este gran<strong>de</strong> sacramento <strong>de</strong>l Matrimonio, que los casados vivan también en este estado <strong>de</strong> con<strong>de</strong>nación, y se atrevan a<br />
mantener<strong>la</strong>s y conservar<strong>la</strong>s algunas veces en su misma casa, y aun con sus propias mujeres. Para ocurrir, pues, el Santo<br />
Concilio con oportunos remedios a tan grave mal; establece que se fulmine excomunión contra semejantes concubinarios,<br />
así solteros como casados, <strong>de</strong> cualquier estado, dignidad o condición que sean, siempre que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> amonestados por<br />
el Ordinario aun <strong>de</strong> oficio, por tres veces, sobre esta culpa, no <strong>de</strong>spidieren <strong>la</strong>s concubinas, y no se apartaren <strong>de</strong> su<br />
comunicación, sin que puedan ser absueltos <strong>de</strong> <strong>la</strong> excomunión, basta que efectivamente obe<strong>de</strong>zcan a <strong>la</strong> corrección que se<br />
les haya dado. Si <strong>de</strong>spreciando <strong>la</strong>s censuras permanecieren un año en el concubinato, proceda el Ordinario contra ellos<br />
severamente, según <strong>la</strong> calidad <strong>de</strong> su <strong>de</strong>lito. Las mujeres, o casadas o solteras, que vivan públicamente con adúlteros o<br />
concubinarios, si amonestadas por tres veces no obe<strong>de</strong>cieren, serán castigadas <strong>de</strong> oficio por los Ordinarios <strong>de</strong> los lugares,<br />
con grave pena según su culpa, aunque no haya parte que lo pida; y sean <strong>de</strong>sterradas <strong>de</strong>l lugar, o <strong>de</strong> <strong>la</strong> diócesis, si así<br />
pareciere conveniente a los mismos Ordinarios, invocando si fuere menester, el brazo secu<strong>la</strong>r; quedando en todo su vigor<br />
todas <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más penas fulminadas contra los adúlteros y concubinarios‖. Conc. Tri<strong>de</strong>ntino. cap. VIII, sesión XXIV.<br />
1300 ―Teniendo, pues, hermanos míos, tales promesas, purifiquémonos <strong>de</strong> cuanto mancha <strong>la</strong> carne y el espíritu,<br />
perfeccionando nuestra santificación con el temor <strong>de</strong> Dios‖. II, Corint., VII, 1.<br />
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