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Catecismo Romano - amor de la verdad

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VI. Del tercer grado <strong>de</strong> oración.<br />

1037. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> estos hay otro grado, y es el <strong>de</strong> aquellos que todavía no han recibido <strong>la</strong> luz <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe, más<br />

inf<strong>la</strong>mando <strong>la</strong> benignidad divina <strong>la</strong> escasa luz <strong>de</strong> <strong>la</strong> razón natural, se excitan en gran manera al <strong>de</strong>seo y <strong>amor</strong> <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> <strong>verdad</strong>, y pi<strong>de</strong>n con muchos ruegos ser instruidos en el<strong>la</strong>. Si estos perseveran en esa voluntad, no <strong>de</strong>secha<br />

sus afectos <strong>la</strong> clemencia divina, como lo vemos comprobado con el ejemplo <strong>de</strong> Cornelio Centurión 1454 . Porque a<br />

ninguno que pida <strong>de</strong> veras, se cierran <strong>la</strong>s puertas <strong>de</strong> <strong>la</strong> benignidad divina.<br />

VII. Quiénes están en el ínfimo grado.<br />

1038. El último grado es el <strong>de</strong> aquellos, que no sólo no están arrepentidos <strong>de</strong> sus malda<strong>de</strong>s y crímenes,<br />

sino que añadiendo pecados a pecados, con todo no se avergüenzan <strong>de</strong> pedir muchas veces a Dios perdón <strong>de</strong> los<br />

pecados, en los cuales quieren continuar, cuando en tal disposición ni aún a otro hombre osarían pedir les<br />

perdonase. La oración <strong>de</strong> estos no es oída <strong>de</strong> Dios. Porque así está escrito <strong>de</strong> Antíoco: “Hacia este malvado<br />

oración al Señor, <strong>de</strong> quien no había <strong>de</strong> alcanzar misericordia” 1455 . Así, los que viven en este estado tan infeliz,<br />

han <strong>de</strong> ser exhortados encarecidamente, a que <strong>de</strong>sechada <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> pecar, se conviertan a Dios <strong>de</strong> veras y<br />

<strong>de</strong> todo corazón.<br />

CAPÍTULO IV<br />

DE LO QUE SE DEBE PEDIR EN LA ORACIÓN<br />

I. Qué se pue<strong>de</strong> pedir lícitamente en <strong>la</strong> oración.<br />

1039. Como en cada una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s peticiones se dirá qué es lo que se <strong>de</strong>ba pedir, y qué no, por eso basta<br />

aquí prevenir en general a los fieles que pidan a Dios <strong>la</strong>s cosas justas y buenas, no sea que pidiendo lo que no<br />

conviene, sean rechazados con aquel<strong>la</strong> respuesta: “No sabéis lo que pedís” 1456 .<br />

1040. Todo lo que rectamente se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>sear, es lícito pedir, según lo manifiestan aquel<strong>la</strong>s espléndidas<br />

1457 promesas <strong>de</strong>l Señor: “Todo cuánto quisiereis, pediréis, y se os conce<strong>de</strong>rá”, pues promete que<br />

conce<strong>de</strong>rá todas <strong>la</strong>s cosas.<br />

II. Qué se ha <strong>de</strong> pedir principal y absolutamente.<br />

1041. Por esto <strong>de</strong>bemos dirigir nuestro primer <strong>de</strong>seo y voluntad según esta reg<strong>la</strong>: Que nuestra intención<br />

y <strong>de</strong>seo se encamine directamente a Dios, que es el sumo cien. Después <strong>de</strong>searemos aquello que<br />

seña<strong>la</strong>damente nos une con Dios. Más lo que nos aparta, o contiene algún motivo <strong>de</strong> separación, se ha <strong>de</strong><br />

rechazar muy lejos <strong>de</strong> todo nuestro <strong>amor</strong> y voluntad. Y por aquí se pue<strong>de</strong> conocer, según este sumo y perfecto<br />

bien, <strong>de</strong> qué manera se pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>sear y pedir a Dios nuestro Padre todo lo <strong>de</strong>más que se dice bueno.<br />

III. Como <strong>de</strong>ben pedirse los bienes <strong>de</strong>l cuerpo y, <strong>de</strong> fortuna,<br />

1042. Estos bienes que se l<strong>la</strong>man corporales, y los bienes externos, cuales son <strong>la</strong> salud, robustez,<br />

hermosura, riquezas, honores y gloria, como muchas veces son ocasión y materia <strong>de</strong> pecado, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> proviene<br />

El publicano, al contrario, puesto allá lejos, ni aun los ojos osaba levantar al cielo, sino que se daba golpes <strong>de</strong> pecho,<br />

diciendo: Dios mío, ten misericordia <strong>de</strong> mí, que soy un pecador. Os <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ro, pues, que éste volvió a su casa justificado, mas<br />

no el otro: porque todo aquel que se ensalza, será humil<strong>la</strong>do; y el que se humil<strong>la</strong>, será ensalzado.‖ Luc, XVIII, 1014.<br />

1454 ―Había en Cesárea un varón l<strong>la</strong>mado Cornelio, el cual era centurión en una cohorte <strong>de</strong> <strong>la</strong> legión l<strong>la</strong>mada itálica, hombre<br />

religioso, y temeroso <strong>de</strong> Dios con toda su familia, y que daba muchas limosnas al pueblo, y hacía continua oración a Dios;<br />

éste, pues, a eso <strong>de</strong> <strong>la</strong> hora <strong>de</strong> nona, en una visión vio c<strong>la</strong>ramente a un Ángel <strong>de</strong>l Señor entrar en su aposento, y <strong>de</strong>cirle:<br />

Cornelio. Y él mirándole, sobrecogido <strong>de</strong> temor, dijo: ¿Qué queréis <strong>de</strong> mí, Señor? Respondióle: Tus oraciones y tus<br />

limosnas han subido hasta arriba en el acatamiento <strong>de</strong> Dios haciendo memoria <strong>de</strong> ti. Ahora, pues, envía a alguno a Joppe<br />

en busca <strong>de</strong> un tal Simón, por sobrenombre Pedro, el cual está hospedado en casa <strong>de</strong> otro Simón, curtidor, cuya casa está<br />

cerca <strong>de</strong>l mar; éste te dirá lo que te conviene hacer.‖ Actor., X, 16.<br />

1455 “Orabat autem hic scelestus Dominum, a quo non esset misericordiam consecuturus.” II, Macha., IX, 13.<br />

1456 ―Nescitis quid petatis.” Matth., XX, 22.<br />

1457 ―Si permaneciereis en mí, y mis pa<strong>la</strong>bras permanecen en vosotros: pediréis lo que quisiereis, y se os otorgará.‖ Joann.,<br />

XV, 7. ―En <strong>verdad</strong>, en <strong>verdad</strong> os digo, que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre os lo conce<strong>de</strong>rá. Hasta ahora nada le<br />

habéis pedido en mi nombre: Pedidle, y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo.‖ Joann., XVIII, 2324.<br />

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