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Catecismo Romano - amor de la verdad

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XXVII. En <strong>la</strong> Eucaristía está ciertamente el Cuerpo <strong>de</strong> Cristo que nació <strong>de</strong> Santa María Virgen.<br />

426. Pues para tratar en primer lugar <strong>de</strong> <strong>la</strong> primera <strong>de</strong> estas tres cosas, han <strong>de</strong> procurar los Pastores<br />

explicar cuán c<strong>la</strong>ras y expresas son <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras con que Nuestro Salvador mostró su real presencia 711 en este<br />

711 ―En primer lugar, enseña el santo Concilio, y c<strong>la</strong>ra y sencil<strong>la</strong>mente confiesa, que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> consagración <strong>de</strong>l pan y<br />

<strong>de</strong>l vino, se contiene en el saludable Sacramento <strong>de</strong> <strong>la</strong> santa Eucaristía, verda<strong>de</strong>ra, real y substancialmente nuestro Señor<br />

Jesucristo, verda<strong>de</strong>ro Dios y hombre, bajo <strong>la</strong>s especies <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong>s cosas sensibles; pues no hay en efecto pugna alguna en<br />

que el mismo Cristo nuestro Salvador esté siempre sentado en el cielo a <strong>la</strong> diestra <strong>de</strong>l Padre según el modo natural <strong>de</strong><br />

existir, y que al mismo tiempo asista sacramentalmente con su presencia, y en su propia substancia en otros muchos<br />

lugares con tal modo <strong>de</strong> existir, que si bien apenas lo po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>c<strong>la</strong>rar con pa<strong>la</strong>bras, po<strong>de</strong>mos no obstante alcanzar con<br />

nuestro pensamiento ilustrado por <strong>la</strong> fe, que es posible a Dios y <strong>de</strong>bemos firmísimamente creerlo. Así, pues, han profesado<br />

c<strong>la</strong>rísimamente todos nuestros antepasados, cuantos han vivido en <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra Iglesia <strong>de</strong> Cristo, y han tratado <strong>de</strong> este<br />

santísimo y admirable Sacramento; es a saber, que nuestro Re<strong>de</strong>ntor lo instituyó en <strong>la</strong> última cena, cuando <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

haber ben<strong>de</strong>cido el pan y el vino, testifico a sus Apóstoles con c<strong>la</strong>ras y enérgicas pa<strong>la</strong>bras, que les daba su propio cuerpo y<br />

su propia sangre. Y siendo constante que dichas pa<strong>la</strong>bras, mencionadas por los santos Evangelistas, y repetidas <strong>de</strong>spués<br />

por el Apóstol San Pablo, incluyen en sí mismas aquel<strong>la</strong> propia y patentísima significación, según <strong>la</strong>s han entendido los<br />

santos Padres; es sin duda execrable maldad, que ciertos hombres contenciosos y corrompidos <strong>la</strong>s tuerzan, violenten y<br />

expliquen en sentido figurado, ficticio e imaginario, por el que niegan <strong>la</strong> realidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> carne y sangre <strong>de</strong> Jesucristo, contra<br />

<strong>la</strong> inteligencia unánime <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia, que siendo columna y apoyo <strong>de</strong> ver dad, ha <strong>de</strong>testado siempre como diabólicas estas<br />

ficciones excogitadas por hombres impíos, y conservado in<strong>de</strong>ble <strong>la</strong> memoria y gratitud <strong>de</strong> este tan excelso beneficio que<br />

Jesucristo nos hizo.‖ (Cap. I, ses. XIII, Con. Tri<strong>de</strong>nt. Celebrada el 11 octubre <strong>de</strong> 1551).<br />

―Una es en <strong>verdad</strong> <strong>la</strong> universal Iglesia <strong>de</strong> los fieles, fuera <strong>de</strong> <strong>la</strong> cual, ninguno <strong>de</strong> ningún modo se salva, en <strong>la</strong> cual<br />

uno mismo es sacerdote y sacrificio Jesucristo, cuyo cuerpo y sangre verda<strong>de</strong>ramente se contienen en el sacramento <strong>de</strong>l<br />

altar bajo <strong>la</strong>s especies <strong>de</strong> pan y vino.‖ (Definitio contra Albigen. aliosq. haeret. in Conc. Letetran. IV, 1215).<br />

―Firmísimamente se ha <strong>de</strong> creer y <strong>de</strong> ningún modo dudar, que el íntegro Cuerpo <strong>de</strong> Cristo y <strong>la</strong> sangre, así bajo <strong>la</strong> especie<br />

<strong>de</strong>l pan, como <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>l vino, verda<strong>de</strong>ramente están contenidos.‖ (Ex. ses. XIII, Con. Const. 1415).<br />

―Dando consejo a sus discípulos <strong>de</strong> ofrecer <strong>la</strong>s primicias a Dios <strong>de</strong> sus criaturas, no como si él estuviese necesitado,<br />

sino para que ellos no sean ingratos ni estériles, tomó pan, y dió gracias, diciendo: Este es mi cuerpo. Asimismo el cáliz,<br />

confesó que era su sangre, y enseñó una nueva ob<strong>la</strong>ción <strong>de</strong>l nuevo testamento.‖ (Ex S. Ireneo. Adversus haereses. n. 5.)<br />

―Este pan, que Dios Verbo confiesa ser su sangre, es pa<strong>la</strong>bra que sacia y embriaga <strong>de</strong> mas, pa<strong>la</strong>bra que proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> Dios<br />

Verbo, y pan <strong>de</strong>l pan celestial, el cual ha sido puesto sobre <strong>la</strong> mesa, <strong>de</strong> ―<strong>la</strong> cuál está escrito: Preparaste en mi presencia una<br />

mesa contra los que me atribu<strong>la</strong>n. Y esta bebida que Dios Verbo confiesa ser su sangre, es pa<strong>la</strong>bra que nacía y embriaga <strong>de</strong><br />

un modo excelente los corazones <strong>de</strong> los que beben, el cual está en el cáliz <strong>de</strong> quien está escrito: Y tu cáliz que embriaga<br />

cuánto es excelente! (Ex Origene. In Matthaeum commen, 85).<br />

―Después que Judas <strong>de</strong>jó a los após­toles, el Salvador tomó el pan y le bendijo y le dió a sus discípulos y les dijo:<br />

Este es mi cuerpo tomadle, comed <strong>de</strong> él todos . También sobre el vino, así le bendijo y les dijo: ―Esta es mi sangre, nuevo<br />

testamento, qué por muchos será <strong>de</strong>rramada para perdón <strong>de</strong> los pecados.‖ Asimismo hacedlo en memoria mía cuando os<br />

reuniereis. Así que aún no había sido prendido el Señor. Habiendo dicho estas cosas, se levantó <strong>de</strong>l lugar en don<strong>de</strong> había<br />

celebrado <strong>la</strong> pascua y había dado su Cuerpo en comida y su sangre en bebida, y salió con sus discípulos para él lugar don<strong>de</strong><br />

fué prendido. Más aquel que comió su Cuer­po y bebió su sangre se tiene como muerto. El Señor con sus mismas manos<br />

dió su Cuerpo para ser comido, y antes <strong>de</strong> ser crucificado dió su sangre para ser bebida‖ (Aphraates. Demostrationes. n.<br />

16. Fueron escritas por los años 337-345).<br />

―Esta so<strong>la</strong> institución <strong>de</strong>l bienaventurado Paulo, es suficientemente abundante para proporcionaron una fe cierta<br />

<strong>de</strong> los divinos misterios, mediante los cuales recibidos dignamente, habéis sido hechos corcorpóreos y consaguí­neos <strong>de</strong><br />

Cristo. El poco ha c<strong>la</strong>maba: Que en aquel<strong>la</strong> noche en <strong>la</strong> cual era entregado, etc. Habiendo él por lo tanto pronunciado y<br />

dicho <strong>de</strong>l pan: Este es mi cuerpo, ¿quién se atreverá <strong>de</strong>spués a dudar? Y habiendo él asegurado y dicho: Este es mi cuerpo<br />

y mi sangre, enseñándonos a no aten<strong>de</strong>r a <strong>la</strong> naturaleza <strong>de</strong> <strong>la</strong> cosa propuesta sino que se transmuda por <strong>la</strong> acción <strong>de</strong><br />

gracias en carne y sangre.‖ (Ex Theodoro Mopsuesteno. Fragm in Matth. Murió en el año 428).<br />

―Honremos a Dios en todas partes, ni le contradigamos, aun cuando lo que dice, parezca contrario a nuestra razón<br />

e inteligencia. Obremos así en los misterios, no atendiendo so<strong>la</strong>mente a lo que está sujeto a los sentidos, sino conservemos<br />

sus pa<strong>la</strong>bras; su pa<strong>la</strong>bra no pue<strong>de</strong> faltar, mas nuestro sentido fácilmente es engañado; su pa<strong>la</strong>bra nunca <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> realizarse,<br />

mas los sentidos muchas veces son engañados. Y ya que él dijo: Este es mi cuerpo, obe<strong>de</strong>zcamos, creamos, y<br />

contemplémosle con ojos espirituales; nada sensible nos dió Cristo, mas aun en <strong>la</strong>s cosas sensibles todo es espiritual. Así<br />

en el bautismo por medio <strong>de</strong> una cosa sensible, se conce<strong>de</strong> el don <strong>de</strong>l agua: pero lo que se realiza es espiritual: <strong>la</strong><br />

generación y renovación. Pues, si fueses incorpóreo, te hubiera dado dones incorpóreos y puros; mas porque el alma está<br />

uni­da al cuerpo, mediante <strong>la</strong>s cosas sensibles te conce<strong>de</strong> los bienes espirituales.‖ (Ex S. Joann. Chryson. Hom. in Matth.<br />

84. Fué escrita por el año 390).<br />

―Y se llevaba en sus manos. Esto en <strong>verdad</strong>, hermanos, cómo pue<strong>de</strong> realizarse en el hombre, ¿quién lo enten<strong>de</strong>rá?<br />

Pues, ¿quién se lleva en sus manos? Con <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> los otros pue<strong>de</strong> ser llevado el hombre, con sus manos, nadie se lleva.<br />

Como se entienda esto en David, según lo que indican <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras, no lo hal<strong>la</strong>mos; mas en Cristo lo hal<strong>la</strong>mos. Se llevaba<br />

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