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Catecismo Romano - amor de la verdad

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sacrosanto Sacrificio <strong>de</strong> <strong>la</strong> Misa; • frecuentar los Sacramentos, especialmente los <strong>de</strong> Penitencia y Eucaristía;<br />

• oír con atención <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra divina, y aplicarse con diligencia a apren<strong>de</strong>r cuanto se refiere a <strong>la</strong> doctrina sobre<br />

<strong>la</strong> vida cristiana; • aplicarse a <strong>la</strong> oración y a <strong>la</strong>s a<strong>la</strong>banzas divinas; • ocuparse activamente en <strong>la</strong>s obras <strong>de</strong><br />

piedad, esto es, practicando <strong>la</strong>s obras <strong>de</strong> misericordia (Sant. 1 27.). Y a partir <strong>de</strong> lo dicho será fácil compren<strong>de</strong>r<br />

los pecados que se cometen contra este mandamiento.<br />

«Bendijo el Señor el día séptimo y lo santificó,<br />

pues en seis días hizo el cielo y <strong>la</strong> tierra, y el séptimo <strong>de</strong>scansó»<br />

[26] Quien no cumple este mandamiento, no obe<strong>de</strong>ciendo ni a Dios ni a su Iglesia, es enemigo <strong>de</strong> Dios y<br />

<strong>de</strong> sus santas leyes, e incurre en gravísimo pecado, sobre todo si se consi<strong>de</strong>ra:<br />

1º Que muy justo y conforme fue que los cristianos tengan días fijos para consagrarlos<br />

enteramente al culto divino y confesar, adorar y suplicar a nuestro Dios. Si nos hubiese El mandado que<br />

cada día le tributásemos culto religioso, tendríamos que obe<strong>de</strong>cer a su mandato en señal <strong>de</strong> agra<strong>de</strong>cimiento a<br />

los innumerables beneficios que <strong>de</strong> El recibimos cada día; con mayor razón <strong>de</strong>bemos obe<strong>de</strong>cerle siendo pocos<br />

los días que El <strong>de</strong>stina para este culto.<br />

[27] 2º A<strong>de</strong>más, que los frutos que se sacan <strong>de</strong> <strong>la</strong> observancia <strong>de</strong> este mandamiento ya<br />

<strong>de</strong>ben llevarnos a observarlo. Pues por su cumplimiento nos acercamos a Dios por <strong>la</strong> oración, escuchamos<br />

<strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra divina que nos hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas celestiales, y adoramos y recibimos en <strong>la</strong> Santa Misa a Jesucristo,<br />

Señor nuestro, realmente presente.<br />

[28] 3º Finalmente, no nos impone Dios trabajos, sino que nos manda <strong>de</strong>scansar y estar<br />

libres <strong>de</strong> cuidados terrenos. Por eso, quien no cumple un precepto tan fácil, sino que lo <strong>de</strong>sprecia,<br />

<strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>ciendo así a Dios y a su Iglesia, muestra ser enemigo <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> sus santas leyes.<br />

Los castigos que Dios impuso a los que faltaron a este precepto (Num. 15 32.) <strong>de</strong>ben servirnos <strong>de</strong><br />

escarmiento y <strong>de</strong> aviso, y llevarnos a meditar con frecuencia este mandamiento <strong>de</strong> Dios y los beneficios y<br />

ventajas que nos procura.<br />

CAPÍTULO IV<br />

DEL 3° MANDAMIENTO DEL DECÁLOGO<br />

“Acuérdate <strong>de</strong> santificar el día <strong>de</strong>l Sábado. Seis días trabajarás, y harás todas tus obras. Mas<br />

el séptimo día es el Sábado <strong>de</strong> tu Dios y Señor. No harás en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu<br />

hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu bestia ni el forastero que está <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> tus puertas.<br />

Porque en seis días hizo el Señor el Cielo, <strong>la</strong> Tierra, el Mar y todo lo que en ellos hay, y<br />

<strong>de</strong>scansó el día séptimo. Por lo tanto bendijo el Señor al día <strong>de</strong>l Sábado, y le santificó” 1158 .<br />

I. Qué es lo que se manda por este mandamiento.<br />

798. Muy recta y or<strong>de</strong>nadamente se prescribe por este mandamiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley el culto externo que<br />

<strong>de</strong>bemos a Dios. Este es como cierto fruto <strong>de</strong>l primer mandamiento. Porque no po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> venerar con<br />

culto externo, y <strong>de</strong> dar gracias a quien piadosamente adoramos con interiores afectos, movidos <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe y<br />

esperanza que tenemos <strong>de</strong>positada en él. Y como estas cosas no se pue<strong>de</strong>n cumplir fácilmente por los que están<br />

<strong>de</strong>tenidos en <strong>la</strong>s ocupaciones <strong>de</strong> negocios humanos, por esto se <strong>de</strong>terminó cierto tiempo, en el cual<br />

cómodamente puedan practicarse.<br />

II. Por qué <strong>de</strong>be procurar el Párroco que cuanto aquí se prescribe, lo recuer<strong>de</strong> perpetuamente<br />

el pueblo cristiano.<br />

799. Siendo, pues, este precepto <strong>de</strong> tal condición que produce frutos y utilida<strong>de</strong>s maravillosas, importa<br />

muchísimo que ponga el Párroco suma diligencia acerca <strong>de</strong> su explicación. Y para excitar su cuidado, tiene<br />

gran<strong>de</strong> fuerza aquel<strong>la</strong> primera pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong>l mandamiento: “Acuérdate”.<br />

1158 “Sex diebus operaberis, et facies omnia opera tua. Séptimo autem die Sab<strong>la</strong>tum Domini Dei tul est. Non facies omne<br />

opus in eo tu, et filius tuus, et filia tua, et servus tuus, et ancil<strong>la</strong> tua, iumentum tuum, et advena, qui est intra portas<br />

ritas. Sea; enim diebus fecit Dominus eañum et terram, mare et omnia, quas in eis sunt, et requievit in die séptimo,<br />

idcirco benediacit Dominus diem Sabbati, et santificavit eum.” Genes. II, 2. Deut. V, 14.<br />

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