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Catecismo Romano - amor de la verdad

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arrastrar por esos mismos males como si fueran bienes muy apetecibles, y miran con horror y como contrarias<br />

<strong>la</strong>s cosas que verda<strong>de</strong>ramente son honestas y buenas. Esta opinión y juicio pervertido reprueba Dios por estas<br />

pa<strong>la</strong>bras: ¡Ay <strong>de</strong> vosotros los que l<strong>la</strong>máis mal al bien, y bien al mal, y tomáis <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s por <strong>la</strong> luz, y <strong>la</strong> luz<br />

por <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s, y tenéis lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! 1614<br />

V. Las Escrituras sagradas nos ponen a <strong>la</strong> vista estas miserias.<br />

1141. Para ponernos, pues, <strong>la</strong>s Letras divinas esas miserias <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> los ojos, nos comparan a los que<br />

perdieron el verda<strong>de</strong>ro sentido <strong>de</strong>l gusto 1615 , por lo cual miran con gran<strong>de</strong> hastío los manjares saludables y<br />

apetecen los dañosos. También nos dicen que somos semejantes a los enfermos 1616 ; porque así como éstos<br />

mientras no mejoran, no pue<strong>de</strong>n cumplir los <strong>de</strong>beres y cargos <strong>de</strong> los que están sanos y buenos, así no po<strong>de</strong>mos<br />

ejercitar nosotros <strong>la</strong>s obras que son agradables a Dios sin el auxilio <strong>de</strong> <strong>la</strong> divina gracia.<br />

VI. De <strong>la</strong> gran <strong>de</strong>bilidad que pa<strong>de</strong>cemos para bien obrar.<br />

1142. Y si estando en esta situación hacemos algunas obras buenas, son insignificantes y <strong>de</strong> poco o<br />

ningún momento para conseguir <strong>la</strong> eterna salud. Pero jamás podremos, si no somos fortalecidos con el socorro<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> divina gracia, amar y adorar a Dios como es <strong>de</strong>bido. Porque esto exce<strong>de</strong> y es superior a lo que nosotros<br />

caídos en tierra, po<strong>de</strong>mos alcanzar por fuerzas humanas.<br />

VII. Para <strong>la</strong>s cosas divinas estamos en todo como niños.<br />

1143. Aunque para significar <strong>la</strong> miserable condición <strong>de</strong>l linaje humano, también es muy propia <strong>la</strong><br />

comparación <strong>de</strong> que somos como niños, los cuales <strong>de</strong>jados a su libertad se mueven a todo sin consi<strong>de</strong>ración. Es<br />

así que somos niños e impru<strong>de</strong>ntes, dados a conversaciones y acciones vanas si nos <strong>de</strong>ja el auxilio divino. Por<br />

eso nos repren<strong>de</strong> así <strong>la</strong> Sabiduría: “¿Hasta cuándo, niños, amaréis <strong>la</strong> infancia, y apetecerán los necios <strong>la</strong>s<br />

cosas que son perjudiciales?” 1617 . Y el Apóstol exhorta <strong>de</strong> este modo: “No seáis niños en vuestros<br />

sentimientos” 1618 . Y aun en mayor vanidad y error andamos que aquel<strong>la</strong> edad pueril, pues a el<strong>la</strong> sólo falta <strong>la</strong><br />

pru<strong>de</strong>ncia humana, <strong>la</strong> cual con el tiempo pue<strong>de</strong> alcanzarse, mas <strong>la</strong> pru<strong>de</strong>ncia divina que es necesaria para <strong>la</strong><br />

salvación, <strong>de</strong> ninguna manera po<strong>de</strong>mos conseguir<strong>la</strong> sin el favor y ayuda <strong>de</strong> Dios. Porque si Su Majestad no nos<br />

socorre pronto con su gracia, <strong>de</strong>samparamos los verda<strong>de</strong>ros bienes y voluntariamente nos precipitamos en<br />

nuestra ruina.<br />

VIII. Qué remedio se nos da para tantos males en esta petición.<br />

1144. Pero si alguno habiendo ahuyentado con <strong>la</strong> divina luz <strong>la</strong> oscuridad <strong>de</strong>l alma, llega a ver estas<br />

miserias <strong>de</strong> los hombres, y libre <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> insensatez, experimenta <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> <strong>la</strong> carne 1619 y reconoce los apetitos<br />

sensuales que repugnan al espíritu, y consi<strong>de</strong>ra a<strong>de</strong>más toda <strong>la</strong> inclinación <strong>de</strong> nuestra naturaleza a lo malo,<br />

¿cómo podrá menos <strong>de</strong> buscar con ardientes <strong>de</strong>seos remedio oportuno para una enfermedad tan grave como es<br />

<strong>la</strong> que nos aflige por <strong>la</strong> ma<strong>la</strong> Inclinación <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza, y <strong>de</strong> pedir con instancia <strong>la</strong> reg<strong>la</strong> saludable, con <strong>la</strong> cual<br />

<strong>de</strong>be ajustarse y medirse <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> un hombre cristiano? Pues esto es lo que pedimos cuando rogamos así a<br />

Dios: ―Hágase tu voluntad‖. Porque como caímos en estas miserias por haber negado <strong>la</strong> obediencia a Dios 1620 y<br />

menospreciado su voluntad, el remedio único que para tantos males nos <strong>de</strong>jó su provi<strong>de</strong>ncia divina consiste en<br />

que vivamos según <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> Dios, <strong>la</strong> cual habíamos <strong>de</strong>spreciado pecando, y or<strong>de</strong>nemos por esta reg<strong>la</strong><br />

todos nuestros pensamientos y acciones. Para que lo podamos conseguir, pedimos rendidamente a Dios:<br />

―Hágase tu voluntad‖.<br />

1614 “Voe, qui dicitis malum bonum, et bonum malum, ponentes tenebras lucem, et lucem tenebras; ponentes amarum et<br />

dulce, et dulce in amarum.” Isai., V, 20.<br />

1615 ―¡Cómo es que entre vosotros, en tierra <strong>de</strong> Israel, habéis convertido en proverbio este dicho: Los padres comieron el<br />

agraz, y los hijos sufren <strong>la</strong> <strong>de</strong>ntera.‖ Ezech., XVIII, 2.<br />

1616 “Es <strong>verdad</strong> que él mismo, Jesucristo, tomó sobre sí nuestras dolencias, y cargó con nuestras penalida<strong>de</strong>s.‖ Isai., LIII, 4.<br />

1617 “Usquequo panuli diligitis infantiam, et stulti ea, quoe sibi sunt noxia, cupient?” Prov., I, 22.<br />

1618 “Nolite pueri effici sensibus”. I, Cor., XIV, 20.<br />

1619 “Hecho <strong>de</strong> ver otra ley en mis miembros, <strong>la</strong> cual resiste a <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> mi espíritu, y me sojuzga a <strong>la</strong> ley <strong>de</strong>l pecado, que<br />

está en los miembros <strong>de</strong> mi cuerpo.” Rom., VII, 23.<br />

1620 ―Por <strong>la</strong> <strong>de</strong>sobediencia <strong>de</strong> un solo hombre, fueron muchos constituidos pecadores.‖ Rom., V, 19.<br />

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