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Catecismo Romano - amor de la verdad

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especto <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza <strong>de</strong>l dolor, esto es, <strong>de</strong> <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra penitencia, como en lo re<strong>la</strong>tivo a <strong>la</strong> esperanza <strong>de</strong>l<br />

perdón. Cuantas utilida<strong>de</strong>s acarree este modo <strong>de</strong> enseñar, a saber, que por los pecados mismos aprendamos a<br />

dolemos <strong>de</strong> ellos, lo <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ran aquel<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong> Dios por Jeremías, quien exhortando a penitencia al pueblo<br />

<strong>de</strong> Israel, le amonestaba que mirase bien los males que se siguen al pecado: ―Mira, dice, cuan malo y cuan<br />

amargo es, haber tu <strong>de</strong>samparado a tu Dios y Señor, y no hal<strong>la</strong>rse temor <strong>de</strong> mí en ti, dice el Señor Dios <strong>de</strong> los<br />

ejércitos‖ 1707 . Y <strong>de</strong> los que carecen <strong>de</strong> este necesario reconocimiento y sentimiento <strong>de</strong> dolor, se dice en los<br />

Profetas Isaías, Ezequiel y Zacarías que tienen corazón duro 1708 , <strong>de</strong> piedra 1709 , y <strong>de</strong> diamante 1710 , porque son<br />

como una piedra, que con ningún golpe se ab<strong>la</strong>ndan ni dan señal <strong>de</strong> sentimiento alguno <strong>de</strong> vida, esto es, <strong>de</strong><br />

reconocimiento saludable.<br />

X. Motivos para esperar el perdón <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> reconocido y aborrecido el pecado.<br />

1197. Y para que el pueblo fiel aterrado acaso con <strong>la</strong> gravedad <strong>de</strong> sus pecados no <strong>de</strong>sespere <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r<br />

alcanzar perdón, <strong>de</strong>berán los Párrocos alentarle a <strong>la</strong> esperanza con estas razones: Que Cristo Señor nuestro dio<br />

a <strong>la</strong> Iglesia potestad <strong>de</strong> perdonar pecados 1711 , como se <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ra en el articulo <strong>de</strong>l sacrosanto Símbolo, y que por<br />

esta petición mostró cuanta sea <strong>la</strong> bondad y misericordia <strong>de</strong> Dios en favor <strong>de</strong> los hombres, pues si no estuviera<br />

pronto y dispuesto para perdonar los pecados a los penitentes 1712 nunca habría or<strong>de</strong>nado esta reg<strong>la</strong> <strong>de</strong> pedir:<br />

Perdónanos nuestras <strong>de</strong>udas. Y así <strong>de</strong>bemos tener por muy cierto que nos conce<strong>de</strong>rá su paternal misericordia,<br />

quien nos <strong>la</strong> mandó pedir en estas oraciones.<br />

XI. Si nos arrepentimos, luego nos perdona<br />

1198. Sin ninguna duda, es que <strong>de</strong> tal manera está Dios inclinado hacia nosotros, que perdona con<br />

muchísimo gusto a los que <strong>de</strong> veras se arrepienten. Dios es verda<strong>de</strong>ramente aquel contra quien pecamos y a<br />

quien ofen<strong>de</strong>mos por pa<strong>la</strong>bras y obras, negándole <strong>la</strong> obediencia y cuyas sabias disposiciones perturbamos en<br />

cuanto está <strong>de</strong> nuestra parte. Por todo este mismo Señor es benignísimo Padre, el cual como pue<strong>de</strong> perdonarlo<br />

todo no sólo <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ró que quería, sino que también obligó a los hombres a pedir el perdón, y les enseñó <strong>la</strong>s<br />

pa<strong>la</strong>bras con que le habían <strong>de</strong> pedir. Y por tanto nadie pue<strong>de</strong> dudar, <strong>de</strong> que con su favor y ayuda está en<br />

Nuestra mano recobrar su gracia. Y porque esta testificación <strong>de</strong> lo muy inclinada que está <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> Dios a<br />

perdonarnos, aumenta <strong>la</strong> Fe, alienta <strong>la</strong> Esperanza e inf<strong>la</strong>ma <strong>la</strong> Caridad, será conveniente ilustrar este lugar con<br />

algunos testimonios divinos y con ejemplos <strong>de</strong> hombres 1713 , a quienes arrepentidos concedió el Señor el perdón<br />

1707 “Vi<strong>de</strong> enim quia malum et amarum est reliquisse te Dominum Deum tuum, et non esse timorem mei apud te, dicit<br />

Dominus Deus exercituum.” Jerem., II, 19.<br />

1708 ―Oídme vosotros, corazones endurecidos, que tan lejos estáis <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia.‖ Isai., XLVI, 12. ―Los <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> Israel no<br />

quieren escucharte, porque ni a mí mismo quieren oírme; pues <strong>la</strong> casa toda <strong>de</strong> Israel es <strong>de</strong> frente <strong>de</strong>scarada y <strong>de</strong> corazón<br />

endurecido.” Ezech., III, 7.<br />

1709 ―Os daré un nuevo corazón y pondré en medio <strong>de</strong> vosotros un nuevo espíritu, y quitaré <strong>de</strong> vuestro cuerpo el corazón <strong>de</strong><br />

piedra, y os daré un corazón <strong>de</strong> carne.‖ Ezech., XXXVI, 26.<br />

1710 “Endurecieron su corazón como un diamante; para no hacer caso <strong>de</strong> <strong>la</strong> Ley, ni <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras que les había dirigido el<br />

Señor por medio <strong>de</strong> su espíritu, puesto en boca <strong>de</strong> los anteriores Profetas. De don<strong>de</strong> provino <strong>la</strong> gran<strong>de</strong> indignación <strong>de</strong>l<br />

Señor <strong>de</strong> los ejércitos.‖ Zac, VII, 12.<br />

1711 ―A ti te daré <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>ves <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> los cielos. Y todo lo que atares sobre <strong>la</strong> tierra, será también atado en los cielos; y todo<br />

lo que <strong>de</strong>satares sobre <strong>la</strong> tierra será también <strong>de</strong>satado en los cielos.‖ Matth., XVI, 19. ―Quedan perdonados los pecados a<br />

aquellos a quienes los perdonareis, y quedan retenidos a los que se los retuviereis.‖ Joann., XX, 23.<br />

1712 ―Acaso quiero yo <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong>l impío, dice el Señor Dios, y no antes bien que se convierta <strong>de</strong> su mal proce<strong>de</strong>r y viva?‖<br />

Ezech., XVIII, 23. ―Convertíos al Señor Dios vuestro: puesto que el Señor es benigno y misericordioso, y paciente y <strong>de</strong><br />

mucha clemencia, e inclinado a suspen<strong>de</strong>r el castigo.‖ Joel., II, 1213.<br />

1713 ―Habló el Señor por segunda vez a Jonás diciéndole: anda y ve luego a Nínive, ciudad gran<strong>de</strong>, y predica en el<strong>la</strong> aquello<br />

que yo te digo. Marchó, pues, Jonás y se dirigió a Nínive, según <strong>la</strong> or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Señor. Era Nínive una ciudad grandísima, que<br />

tenía tres días <strong>de</strong> camino en circuito. Y comenzó Jonás a recorrer <strong>la</strong> ciudad y anduvo por el<strong>la</strong> un día c<strong>la</strong>mando y diciendo:<br />

De aquí a cuarenta días Nínive será <strong>de</strong>struida. Y creyeron los Ninivitas en <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios, y publicaron el ayuno, y<br />

vistiéronse todos, chicos y gran<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> sacos o cilicios. Llegó <strong>la</strong> noticia al rey <strong>de</strong> Nínive y se levantó <strong>de</strong>l trono, y<br />

<strong>de</strong>spojándose <strong>de</strong> sus regias vestiduras, vistióse <strong>de</strong> saco, y sentóse sobre <strong>la</strong> ceniza. En seguida se publicó en Nínive una<br />

or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l rey y <strong>de</strong> sus principales magnates que <strong>de</strong>cía: Ni hombres ni bestias nada coman; no salgan a pacer ni a beber<br />

los bueyes y ganados. Hombres y bestias cúbranse con sacos y arcos <strong>de</strong> luto, y c<strong>la</strong>men aquellos con todo ahínco al Señor,<br />

convirtiéndose cada uno <strong>de</strong> su ma<strong>la</strong> vida e inicuo proce<strong>de</strong>r. ¿Quién sabe si así mudará el Señor su <strong>de</strong>signio y nos<br />

perdonará, y si se ap<strong>la</strong>cará el furor <strong>de</strong> su ira <strong>de</strong> suerte que no perezcamos?<br />

Viendo, pues, Dios <strong>la</strong>s obras <strong>de</strong> penitencia que hacían y cómo se habían convertido <strong>de</strong> su ma<strong>la</strong> vida, movióse a<br />

misericordia, y no les envió los males que había <strong>de</strong>cretado.‖ Jonae., III, 1-10.<br />

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