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Catecismo Romano - amor de la verdad

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estuviere resuelto <strong>de</strong> su libre voluntad a aguardar esta ley. Luego <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> acabada <strong>la</strong> solemne oración <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

Letanías, enumera y explica cuáles sean los cargos y funciones <strong>de</strong> este oficio.<br />

Hecho esto cada uno <strong>de</strong> los que se or<strong>de</strong>nan, recibe <strong>de</strong>l Obispo el Cáliz y <strong>la</strong> sagrada Patena, y <strong>de</strong>l<br />

Arcediano (para que se entienda que el Subdiácono sirve al Diácono en su oficio), recibe <strong>la</strong>s vinajeras llenas <strong>de</strong><br />

vino y agua, junto con una pa<strong>la</strong>ngana y una toal<strong>la</strong> con que se limpian <strong>la</strong>s manos, diciendo el Obispo: “Mirad<br />

qué ministerio se os entrega, por tanto os amonesto que os portéis <strong>de</strong> manera, que podáis agradar a Dios”. Y<br />

a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> esto se aña<strong>de</strong>n otras oraciones. Por último, habiendo el Obispo puesto al Subdiácono , <strong>la</strong>s vestiduras<br />

sagradas, aplicando a cada una <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s sus propias pa<strong>la</strong>bras y ceremonias, le entrega el libro <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Epísto<strong>la</strong>s, y<br />

dice: “Recibe el libro <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Epísto<strong>la</strong>s, y ten potestad <strong>de</strong> leer<strong>la</strong>s en <strong>la</strong> santa Iglesia <strong>de</strong> Dios, así por los vivos<br />

como por los difuntos”.<br />

XIX. Del or<strong>de</strong>n y oficio <strong>de</strong>l Diácono.<br />

649. El segundo grado <strong>de</strong> los sagrados ór<strong>de</strong>nes le tiene el Diácono, cuyo ministerio es <strong>de</strong> más amplitud y<br />

siempre fue tenido por más santo 915 . Porque a él pertenece seguir perpetuamente al Obispo, guardarle cuando<br />

está predicando, y asistirle; también ayuda al Sacerdote cuando celebra o administra otros Sacramentos, y<br />

canta el Evangelio en el Sacrificio <strong>de</strong> <strong>la</strong> Misa. Antiguamente exhortaba muchas veces a los fieles para que<br />

estuviesen átenlos durante el Santo Sacrificio <strong>de</strong> <strong>la</strong> Misa. Administraba también <strong>la</strong> Sangre <strong>de</strong>l Señor en aquel<strong>la</strong>s<br />

Iglesias en don<strong>de</strong> era costumbre que los fieles comulgasen en ambas especies. Estaba, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> esto,<br />

encomendada al Diácono <strong>la</strong> distribución <strong>de</strong> los bienes eclesiásticos, a fin <strong>de</strong> que procurase a cada uno lo<br />

necesario para su sustento.<br />

650. Asimismo, pertenece al Diácono (que es como los ojos <strong>de</strong>l Obispo) averiguar quiénes vivan en <strong>la</strong><br />

ciudad piadosa y cristianamente, y quiénes al contrario; quiénes asistan y quiénes falten en los tiempos <strong>de</strong>bidos<br />

a <strong>la</strong> Misa y sermón, para que dando cuenta <strong>de</strong> todo al Obispo, pueda éste exhortar y amonestar a cada uno en<br />

secreto, o corregirle y repren<strong>de</strong>rle en público, según entendiere ser más provechoso. Debe también enumerar<br />

los nombres <strong>de</strong> los Catecúmenos, y presentar al Obispo los que han <strong>de</strong> ser or<strong>de</strong>nados. Pue<strong>de</strong> también explicar<br />

el evangelio cuando está ausente el Obispo y el Sacerdote, mas no <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el pulpito, a fin <strong>de</strong> que se entienda que<br />

ésta no es acción propia <strong>de</strong> su oficio.<br />

XXI. Cualida<strong>de</strong>s que <strong>de</strong>ben reunir los elegidos para Diáconos.<br />

651. Cuan gran cuidado se <strong>de</strong>ba poner para que ninguno indigno <strong>de</strong> tal cargo ascienda a este sagrado<br />

Or<strong>de</strong>n, lo mostró el Apóstol 916 , <strong>de</strong>c<strong>la</strong>rando a Timoteo <strong>la</strong>s costumbres, virtud e integridad <strong>de</strong>l Diácono.<br />

cuidado <strong>de</strong> sus hijos, aunque sean varones <strong>de</strong> una so<strong>la</strong> esposa, con todo <strong>de</strong> ningún modo les admite al or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l<br />

diaconado, presbiterado, episcopal o subdiaconado, sino so<strong>la</strong>mente al que se provó <strong>de</strong> una so<strong>la</strong> esposa, o sea viudo <strong>de</strong> una<br />

so<strong>la</strong>, lo cual principalmente se observa en aquellos lugares en don<strong>de</strong> los cañones eclesiásticos se guardan con diligencia‖.<br />

Ex S. Epiphanio. Adversus haereses. n. 59.<br />

―Antes <strong>de</strong> tres años los subdiáconos <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s iglesias <strong>de</strong> Sicilia les había sido prohibido, que, según costumbre <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Iglesia Romana, <strong>de</strong> ningún modo tuviesen trato con sus mujeres. Lo cual me parece duro y no bien or<strong>de</strong>nado, <strong>de</strong> modo que<br />

aquel que no tiene <strong>la</strong> costumbre <strong>de</strong> <strong>la</strong> continencia y no ha prometido antes, se le obligue a separarse <strong>de</strong> su mujer, y con<br />

esto, lo que no suceda, caiga más gravemente. Por lo cual me parece que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este día se diga a todos los obispos que no<br />

presuman or<strong>de</strong>nar algún subdiácono si no prometiere vivir castamente‖. Ex S. Gregorio Magno. Epist. ad Petrum.<br />

915 ―Constituid para vosotros obispos y diáconos dignos <strong>de</strong>l Señor, varones mansos, no <strong>de</strong>seosos <strong>de</strong>l dinero, veraces y<br />

buenos; pues ellos os ayudan y ejercen el ministerio <strong>de</strong> los profetas y doctores. Por lo tanto no los <strong>de</strong>spreciéis; ya que ellos<br />

son contados entre vosotros juni amenté con los profetas y doctores‖. Didache. n. 15.<br />

―Conviene que los diáconos, que son ministros <strong>de</strong> los misterios <strong>de</strong> Jesucristo, agra<strong>de</strong>n a todos totalmente; pues no son<br />

diáconos <strong>de</strong>l vino y <strong>de</strong> <strong>la</strong> comida, sino ministros <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia <strong>de</strong> Dios. Es necesario que se guar<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los crímenes como<br />

<strong>de</strong>l fuego‖. Ex E. Ignatio Antioch. epist. ud Traíl<strong>la</strong>nos, n. 2.<br />

―Al que presi<strong>de</strong> a los hermanos se le presenta el pan y <strong>la</strong> bebida <strong>de</strong>l agua y <strong>de</strong>l vino, lo cual habiendo recibido, da a<strong>la</strong>banza<br />

y gloria al Padre <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s cosas por medio <strong>de</strong>l Hijo y <strong>de</strong>l Espíritu Santo, y acción <strong>de</strong> k ráe<strong>la</strong>s por estos dones recibidos<br />

<strong>de</strong> él. Después <strong>de</strong> terminadas <strong>la</strong>s preces y acción <strong>de</strong> gracias, todo el pueblo l<strong>la</strong>ma: amén, amén; en lengua hebrea significa<br />

lo mismo que hágase. Mas <strong>de</strong>spués que ha terminado <strong>la</strong> acción <strong>de</strong> gracias el que presi<strong>de</strong>, y todo el pueblo ha ac<strong>la</strong>mado,<br />

aquellos que nosotros l<strong>la</strong>mamos diáconos, distribuyen el vino y agua en que se han dado <strong>la</strong>s gracias a cada uno, y le llevan<br />

a los ausentes‖. Ex S. Justino. Apología n. 65.<br />

―El diácono no bendice, no da <strong>la</strong> bendición, mas <strong>la</strong> recibe <strong>de</strong>l obispo y presbítero; no bautiza, no ofrece, I mas él ofrece con<br />

el obispo o el presbítero, da al pueblo, j no como sacerdote, sino como ministro <strong>de</strong> los sacerdotes. El diácono excomulga al<br />

subdiácono, al lector, a <strong>la</strong> diaconisa, si estando ausente el obispo lo requiere <strong>la</strong> necesidad‖. Ex Const. Apost.<br />

916 ―Los diáconos sean honestos y morigerados, no dobles en sus pa<strong>la</strong>bras, no bebedores <strong>de</strong> mucho vino, no aplicados a<br />

torpe grangería: Que traten el misterio do <strong>la</strong> fe con limpia conciencia‖. I, Timot. , III, 8, 9.<br />

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