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Catecismo Romano - amor de la verdad

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<strong>de</strong> <strong>la</strong> cual nos dijo: “El que come mi carne y bebe mi Sangre, está en Mí y Yo en él” 1680 . “Tomad, y comed, este<br />

es mi cuerpo” 1681 . Lo <strong>de</strong>más que conduzca para utilidad <strong>de</strong> los fieles tomarán los Párrocos <strong>de</strong>l lugar, don<strong>de</strong> se<br />

(rato separadamente <strong>de</strong> <strong>la</strong> virtud y esencia <strong>de</strong> este Sacramento. Y con toda <strong>verdad</strong> se dice este pan nuestro,<br />

porque es únicamente <strong>de</strong> los fieles, esto es <strong>de</strong> aquellos que juntando <strong>la</strong> caridad con <strong>la</strong> fe, <strong>la</strong>van <strong>la</strong>s manchas <strong>de</strong><br />

los pecados en el Sacramento <strong>de</strong> <strong>la</strong> Penitencia, y teniendo presente que son hijos <strong>de</strong> Dios, reciben el divino<br />

Sacramento, y le adoran con <strong>la</strong> mayor santidad y veneración que pue<strong>de</strong>n.<br />

XXI. Por qué <strong>la</strong> Eucaristía se l<strong>la</strong>ma el pan nuestro <strong>de</strong> cada día.<br />

1183. L<strong>la</strong>mase este divino pan <strong>de</strong> cada día, por dos razones que son c<strong>la</strong>ras: una porque cada día se ofrece<br />

a Dios en los sagrados misterios <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia cristiana, y se 1682 da a los que le pi<strong>de</strong>n piadosa y santamente; otra:<br />

porque, cada día se ha <strong>de</strong> recibir, o a lo menos se ha <strong>de</strong> vivir <strong>de</strong> manera que cada día en cuanto sea posible,<br />

podamos recibirle dignamente. Oigan los que sienten lo contrario, que no conviene al alma comer <strong>de</strong> estos<br />

alimentos saludables sino <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mucho tiempo, lo que dice San Ambrosio: ―Si es pan <strong>de</strong> cada día, ¿por<br />

qué le recibes tú <strong>de</strong> año a año?”.<br />

XXII. Qué <strong>de</strong>bemos hacer si no alcanzamos luego lo que pedimos.<br />

1184. Pero lo que seña<strong>la</strong>damente <strong>de</strong>be proponerse a los fieles en esta petición, es que en habiendo<br />

puesto buenamente su trabajo e industria a fin <strong>de</strong> adquirir <strong>la</strong>s cosas necesarias para <strong>la</strong> vida, <strong>de</strong>jen lo <strong>de</strong>más por<br />

cuenta <strong>de</strong> Dios, y or<strong>de</strong>nen sus <strong>de</strong>seos según su voluntad: “El cual no <strong>de</strong>jará para siempre fluctuar al justo”.<br />

1680 “Qui manducad meam carnem, et bibit meum sanguinem, in me manet, et ego un illo”. Joann., VI, 57.<br />

1681 “Accipite et manducate: Hoc est corpus meum”. Matth., XXVI, 26.<br />

1682 ―He aquí cómo expone San Buenaventura esta petición re<strong>la</strong>tiva a <strong>la</strong> Eucaristía: ―El pan nuestro <strong>de</strong> cada día, dánosle<br />

hoy. Aunque esto pueda enten<strong>de</strong>rse <strong>de</strong>l pan material y espiritual, principalmente lo expondremos ahora en cuanto se<br />

refiere al pan sacramental, ¡Oh nunca oída dignación <strong>de</strong> Cristo y admirable gozo <strong>de</strong> <strong>la</strong> mente! El que es el premio <strong>de</strong> los<br />

Santos, el gozo <strong>de</strong> los ángeles y el Verbo <strong>de</strong> Dios Padre, me ha sido dado en alimento. El Hijo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Virgen, el que es <strong>la</strong><br />

re<strong>de</strong>nción humana, <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong>l cielo, se ha hecho mi sustento.; ¿Qué más puedo <strong>de</strong>sear? ¿Qué otra cosa pue<strong>de</strong><br />

ha<strong>la</strong>garme? Muy lejos esté <strong>de</strong> mí otro cualquier <strong>amor</strong>, Dios mío, <strong>de</strong>spués que me has dado un tan excelente alimento.<br />

¿Cómo pue<strong>de</strong> mi corazón <strong>de</strong>leitarse en <strong>la</strong>s cosas vanas e inmundas, <strong>de</strong>spués que me han dado un manjar nobilísimo,<br />

po<strong>de</strong>rosísimo, suavísimo y dulcísimo? ¿Cómo pue<strong>de</strong> mi corazón, aun por un instante, separarse <strong>de</strong> este nobilísimo<br />

alimento?<br />

Aunque no pueda siempre tomarle sacramentalmente, por lo menos mi corazón no <strong>de</strong>je <strong>de</strong> pensar en él. En <strong>verdad</strong>, es<br />

admirable, y más que admirable, que el corazón no <strong>de</strong>sfallezca en este convite a causa <strong>de</strong> <strong>la</strong> dulzura, y por el excesivo<br />

fervor <strong>de</strong>l <strong>amor</strong>. Tú sólo, buen Jesús, seas mi alimento y mi refección. A ti sólo <strong>de</strong>see, a ti con gran<strong>de</strong> ansia e insaciable<br />

hambre coma; y esté siempre hambriento <strong>de</strong> ti. ¿Quién más amable que Vos, buen Jesús? A Vos sólo quiero comer, Vos<br />

sólo seáis mi alimento, Vos sólo <strong>de</strong>leitéis mi corazón. Si solo vuestro olor suavísimo <strong>de</strong>bería saciar a todo el mundo,<br />

¿cuánto más <strong>la</strong> comunión <strong>de</strong> tu sacratísimo cuerpo? Si por <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra que sale <strong>de</strong> tu boca somos alimentados y vivimos,<br />

¿qué será el gustar <strong>de</strong> ti, Verbo eterno, y alimentarnos con tu preciosa sangre? ¿Cómo es que mi corazón no se <strong>de</strong>leita en ti<br />

<strong>de</strong> tal manera, que no se olvi<strong>de</strong> totalmente <strong>de</strong> sí mismo? Si todo lo terreno, y aun lo que tiene apariencia <strong>de</strong> cosa terrena,<br />

tanto ocupa alguna vez mi corazón, que me olvi<strong>de</strong> <strong>de</strong> ti, ¿cómo es que tu presencia verda<strong>de</strong>ra, no me alimenta y embriaga<br />

<strong>de</strong> tal suerte,‖ que me olvi<strong>de</strong> <strong>de</strong> todo lo mundano y <strong>de</strong> mí mismo? Dadnos, pues, este pan cotidiano.<br />

Mas hoy, Señor, hoy dadnos este pan, para que ahora y siempre le tengamos presente. Este alimento esté siempre presente,<br />

a lo menos espiritualmente, <strong>de</strong> modo que jamás sea pasado o veni<strong>de</strong>ro. ¿Por qué, pregunto, tanto te apresuras<br />

para estar con nosotros? ¿Qué sientes en nosotros? ¿Qué conoces en nosotros, que tanto estés embriagado <strong>de</strong> nuestro<br />

<strong>amor</strong>? ¿Qué ganas estando en nuestra compañía? ¿Qué hal<strong>la</strong>s en nosotros? ¿Qué po<strong>de</strong>mos darte, por lo cual no sabes<br />

retardar tu venida? Si así nuestro <strong>amor</strong> te fuerza, que no sepas diferir tu venida, que quieras estar al momento con<br />

nosotros, con los que ninguna ganancia podrás obtener; nosotros, que somos <strong>la</strong>s más indignas criaturas y <strong>la</strong>s más<br />

<strong>de</strong>spreciables, ¿cómo diferimos <strong>de</strong> estar contigo, <strong>de</strong> quienes so<strong>la</strong>mente <strong>de</strong>seas que podamos conseguirte a ti, sumo bien,<br />

espejo sin mancil<strong>la</strong>, y consuelo <strong>de</strong> los ángeles? Hoy, pues, te pedimos para que hoy te podamos tener. Porque, ¿qué<br />

significaría tu enseñanza si pidiésemos y no pudiéramos alcanza*? Este es tu <strong>de</strong>seo, que te pidamos y <strong>de</strong>seemos. Acércate<br />

a nuestro corazón, pues nuestro corazón a ti se eleva. He aquí que tú te has embriagado <strong>de</strong> nuestro <strong>amor</strong> y nosotros <strong>de</strong>l<br />

tuyo. El peso <strong>de</strong>l <strong>amor</strong> nos arrastra hacia ti, y tú tien<strong>de</strong>s a nosotros con tanto ímpetu, que quitado todo estorbo sea mutuo<br />

el abrazo, y entre tus abrazos <strong>de</strong>sfallezca nuestra alma enajenada con el fervor <strong>de</strong> <strong>la</strong> caridad.<br />

Más aún, admiro tu clemencia, buen Jesús, porque dijiste: <strong>de</strong> cada día. ¿Acaso quieres ser nuestro alimento cada día?<br />

¿Acaso no basta que un solo día habites con nosotros y mores en nuestra compañía? ¿Qué hemos hecho nosotros por ti?<br />

¿Qué diré, pues, <strong>de</strong> tu benevolencia? En <strong>verdad</strong>, no lo sé, porque mi alma <strong>de</strong>sfallece <strong>de</strong> tal modo al consi<strong>de</strong>rar los tesoros<br />

<strong>de</strong> tu clemencia, que no puedo compren<strong>de</strong>r <strong>la</strong> menor centel<strong>la</strong> <strong>de</strong> tu inmensa benignidad. Por eso no sé <strong>de</strong>cir nada <strong>de</strong> el<strong>la</strong>,<br />

sino que habiendo tú <strong>de</strong>terminado estar siempre con nosotros, procuremos también estar en todo tiempo contigo y jamás<br />

nos separemos <strong>de</strong> ti, Esposo benignísimo y alimento suavísimo. Tú, Señor, júntanos contigo <strong>de</strong> modo que ni queramos ni<br />

podamos jamás apartarnos. Por esto: el pan <strong>de</strong> cada día, dánosle hoy.”<br />

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