Catecismo Romano - amor de la verdad
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Esto es, que todos practicaran <strong>la</strong> virtud <strong>de</strong> <strong>la</strong> continencia. Porque en esta vida no podrían experimentar<br />
cosa más feliz los fieles, que <strong>de</strong>sasido el corazón <strong>de</strong> todos los cuidados <strong>de</strong>l mundo, serenado y reprimido todo el<br />
bullicio <strong>de</strong> <strong>la</strong> carne, se <strong>de</strong>dicasen so<strong>la</strong>mente a <strong>la</strong> práctica <strong>de</strong> <strong>la</strong> virtud, y en <strong>la</strong> meditación <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas divinas.<br />
Mas como según afirma el mismo Apóstol: ―Cada uno tiene su propio don <strong>de</strong> Dios, unos <strong>de</strong> una, manera y otros<br />
<strong>de</strong> otra‖ 941 ; y asimismo estando dotado el Matrimonio <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s y divinos dones, <strong>de</strong> suerte que verda<strong>de</strong>ra y<br />
propiamente se cuente entre los Sacramentos <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia Católica, y nuestro Salvador honró con su presencia<br />
<strong>la</strong> solemnidad <strong>de</strong> <strong>la</strong>s bodas 942 , todo esto nos <strong>de</strong>muestra <strong>de</strong>l modo más evi<strong>de</strong>nte que <strong>de</strong>be predicarse esta<br />
doctrina, mayormente pudiendo advertir que así San Pablo 943 como el Príncipe <strong>de</strong> los Apóstoles <strong>de</strong>jaron escrito<br />
cuidadosamente en muchos lugares lo que pertenece no sólo a <strong>la</strong> dignidad sino también a los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong>l<br />
Matrimonio.<br />
Porque inspirados por el Espíritu <strong>de</strong> Dios, entendían muy bien cuantas y cuán gran<strong>de</strong>s utilida<strong>de</strong>s<br />
podrían provenir a <strong>la</strong> sociedad cristiana, si tuvieran los fieles bien conocida <strong>la</strong> santidad <strong>de</strong>l Matrimonio y <strong>la</strong><br />
guardasen sin mancil<strong>la</strong> alguna, como al contrario, si esta dignidad se ignora o <strong>de</strong>sestima, <strong>la</strong>s muchas y gran<strong>de</strong>s<br />
ca<strong>la</strong>mida<strong>de</strong>s y <strong>de</strong>sventuras que se acarrean a <strong>la</strong> Iglesia. Por tanto primeramente se explicará <strong>la</strong> naturaleza y<br />
condición <strong>de</strong>l matrimonio, pues disfrazándose no pocas veces los vicios con apariencia <strong>de</strong> virtud, es necesario<br />
procurar que los fieles no sean sorprendidos por una falsa i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l Matrimonio, y <strong>de</strong> esta suerte manchen sus<br />
almas con torpezas y livianda<strong>de</strong>s abominables. Y para <strong>de</strong>c<strong>la</strong>rarlo se ha <strong>de</strong> empezar por <strong>la</strong> significación <strong>de</strong>l<br />
nombre.<br />
II. Por qué esta, santa unión se l<strong>la</strong>ma Matrimonio.<br />
941 ―Unusquisque proprium donum habet ex Deo; alius qui<strong>de</strong>m sic, alius rero sic‖. I, Cor. VII, 7.<br />
942 ―Fué también convidado a <strong>la</strong>s bodas Jesús con sus discípulos‖. Joann. II, 2 y 3.<br />
943 ―En or<strong>de</strong>n a <strong>la</strong>s cosas sobre que me habéis escrito, respondo: Loable cosa es en el hombre no tocar mujer: Mas por<br />
evitar <strong>la</strong> fornicación, viva cada uno con su mujer, y cada una con su marido. El marido pague a <strong>la</strong> mujer el débito: y <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
misma suerte <strong>la</strong> mujer al marido. Porque <strong>la</strong> mujer casada no es dueña <strong>de</strong> su cuerpo, sino que lo es el marido, y asimismo<br />
el marido no es dueño <strong>de</strong> su cuerpo, sino que lo es <strong>la</strong> mujer. No queráis, pues, <strong>de</strong>fraudaros el <strong>de</strong>recho recíproco, a no ser<br />
por algún tiempo <strong>de</strong> común acuerdo, para <strong>de</strong>dicaros a <strong>la</strong> oración: y <strong>de</strong>spués volved a cohabitar, no sea que os tiente<br />
Satanás con vuestra incontinencia. Esto lo digo por con<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia, que no lo mando. A <strong>la</strong> <strong>verdad</strong> me alegrara que<br />
fueseis todos tales como yo mismo, esto es célibes; mas cada uno tiene <strong>de</strong> Dios su propio don: quien <strong>de</strong> una manera,<br />
quien <strong>de</strong> otra. Pero sí que digo a <strong>la</strong>s personas no casadas, y viudas: bueno les es si así permanecen, como también<br />
permanezco yo.<br />
Más si no tienen don <strong>de</strong> continencia, cásense. Pues más vale casarse, que abrasarse. Pero a <strong>la</strong>s personas casadas, mando<br />
no yo, sino el Señor, que <strong>la</strong> mujer no se separe <strong>de</strong>l marido: Que si se separa por justa causa, no pase a otras nupcias, o<br />
bien reconcíliese con su marido. Ni tampoco el marido repudie a su mujer. Pero a los <strong>de</strong>más digo yo mi dictamen, no que<br />
el Señor lo man<strong>de</strong>. Si algún hermano tiene por mujer a una infiel, v ésta consiente en habitar con él, no <strong>la</strong> repudie. Y si<br />
alguna mujer fiel tiene por marido a una infiel, y éste consiente en habitar con el<strong>la</strong>, no abandone a su marido: Porque un<br />
marido infiel es santificado por <strong>la</strong> mujer fiel, y <strong>la</strong> mujer infiel santificada por el marido fiel: <strong>de</strong> lo contrario vuestros hijos<br />
serían amancil<strong>la</strong>dos, en vez <strong>de</strong> que ahora son santos. Pero si el infiel se separa, sepárese: porque en tal caso ni nuestro<br />
hermano, ni nuestra hermana <strong>de</strong>ben sujetarse a servidumbre: Pues Dios nos ha l<strong>la</strong>mado a un estado <strong>de</strong> paz y<br />
tranquilidad. Porque ¿sabes tú, mujer, si salvarás o convertirás al marido? y tú marido, sabes si salvarás a <strong>la</strong> mujer? Pero<br />
proceda cada cual conforme al don que Dios le ha repartido, y según el estado en que se hal<strong>la</strong>ba cuando Dios le l<strong>la</strong>mó a <strong>la</strong><br />
fe y así es como lo enseño en todas <strong>la</strong>s Iglesias‖. I, Corint. VII, 117.<br />
―Las casadas estén sujetas a sus maridos, como al Señor: Por cuanto el hombre es cabeza <strong>de</strong> <strong>la</strong> mujer: así como Cristo es<br />
cabeza <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia, que es su cueipo místico: Del cual él mismo es salvador. De don<strong>de</strong> así como <strong>la</strong> Iglesia está sujeta a<br />
Cristo, así <strong>la</strong>s mujeres lo han <strong>de</strong> estar a sus maridos en todo. Vosotros, maridos, amad a vuestras mujeres, así como<br />
Cristo amó a su Iglesia, y se sacrificó por el<strong>la</strong>. Para santificar<strong>la</strong>, limpiándo<strong>la</strong> en el Bautismo <strong>de</strong> agua con <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong><br />
vida, a fin <strong>de</strong> hacer<strong>la</strong> comparecer <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> él llena <strong>de</strong> gloria, sin mácu<strong>la</strong>, ni arruga, ni cosa semejante, sino siendo santa<br />
e inmacu<strong>la</strong>da. Así también los maridos <strong>de</strong>ben amar a sus mujeres como a sus propios cuerpos. Quien ama a su mujer,<br />
asimismo se ama. Ciertamente que nadie aborreció jamás a su propia carne; antes bien <strong>la</strong> sustenta y cuida, así como<br />
también Cristo a <strong>la</strong> Iglesia: Porque nosotros somos miembros <strong>de</strong> su cuerpo, formados <strong>de</strong> su carne y <strong>de</strong> sus huesos. Por<br />
eso está escrito: Dejará el hombre a su padre y a su madre: y se juntará con su mujer; y serán los dos una carne.<br />
Sacramento es este gran<strong>de</strong>, mas yo hablo con respecto a Cristo y a <strong>la</strong> Iglesia. Cada uno, pues, <strong>de</strong> vosotros ame a su mujer<br />
como asimismo: y <strong>la</strong> mujer tema y respete a su marido‖. Ephe. V, 2223.<br />
―Mujeres, estad sujetas a los maridos, como es <strong>de</strong>bido, en lo que es según el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y<br />
no <strong>la</strong>s tratéis con aspereza‖. Coloss. III, 18 y 19.<br />
―Asimismo <strong>la</strong>s mujeres sean obedientes a su maridos: a fin <strong>de</strong> que con eso si algunos no creen por el medio <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
predicación <strong>de</strong> <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra, sean ganados sin el<strong>la</strong> por solo el trato con sus mujeres, consi<strong>de</strong>rando <strong>la</strong> pureza <strong>de</strong> vida que<br />
llevan, y el respeto que les tienen‖. Petr. , III, 1 y 2.<br />
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