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Catecismo Romano - amor de la verdad

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pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse con cuánta crueldad reina en <strong>la</strong>s almas <strong>de</strong> aquellos que sacudido el yugo suave <strong>de</strong> Dios y roto el<br />

<strong>la</strong>zo amabilísimo <strong>de</strong> <strong>la</strong> caridad, que es quien une nuestro espíritu con nuestro Padre Dios, se pasaron al servicio<br />

<strong>de</strong> su capital enemigo, el cual por esto es l<strong>la</strong>mado en <strong>la</strong>s Letras divinas: ―Príncipe 1695 y Héctor 1696 <strong>de</strong>l mundo,<br />

Príncipe <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s, y Rey 1697 sobre todos los hijos <strong>de</strong> <strong>la</strong> soberbia‖. Y así a los que son oprimidos por <strong>la</strong><br />

tiranía <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio, viene muy apropiada aquel<strong>la</strong> voz <strong>de</strong> Isaías: “Señor Dios nuestro, otros Señores fuera <strong>de</strong> ti<br />

se han apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> nosotros” 1698 .<br />

VIII. De los muchos males que acarrea, el pecado a <strong>la</strong>s almas.<br />

1194. Y ya que no nos mueva haber quebrantado estos <strong>la</strong>zos <strong>de</strong> caridad, muévannos siquiera <strong>la</strong>s miserias<br />

y males en que incurrimos por el pecado. Porque por él se pier<strong>de</strong> <strong>la</strong> santidad <strong>de</strong>l alma, que sabemos estaba<br />

<strong>de</strong>sposada con Cristo 1699 . Se profana el mismo templo <strong>de</strong>l Señor, contra cuyos profanadores dice el Apóstol: ―Si<br />

alguno profanase el templo <strong>de</strong> Dios, Dios le <strong>de</strong>struirá” 1700 . Son innumerables los males que acarrea el pecado<br />

al hombre, cuya maldad casi infinita explicó David por estas pa<strong>la</strong>bras: “No hay sanidad en mi carne a, vista, <strong>de</strong><br />

tu ira, no hay paz para mis huesos a vista <strong>de</strong> mis pecados” 1701 . Bien había conocido <strong>la</strong> fuerza <strong>de</strong> este mal<br />

cuando confesaba que no tenía en sí parte libre <strong>de</strong>l pecado pestífero. Porque había penetrado hasta los huesos<br />

<strong>la</strong> ponzoña <strong>de</strong>l pecado, esto es, había inficionado el entendimiento y <strong>la</strong> voluntad, que son <strong>la</strong>s partes más sólidas<br />

<strong>de</strong>l alma. Y lo muy extendido <strong>de</strong> este mal se <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ra en <strong>la</strong>s divinas Letras cuando l<strong>la</strong>man a los pecadores:<br />

cojos 1702 , sordos 1703 , mudos 1704 , ciegos 1705 y baldados <strong>de</strong> todos sus miembros.<br />

1195. Pero a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l dolor que sentía David por <strong>la</strong> gravedad <strong>de</strong> sus pecados, le acongojaba todavía más<br />

<strong>la</strong> ira <strong>de</strong> Dios, <strong>la</strong> cual entendía irritada contra sí por ellos, pues existe guerra viva entre Dios y los pecadores, <strong>de</strong><br />

cuyas malda<strong>de</strong>s se da por ofendido increíblemente. Así dice el Apóstol: “Ira, indignación, tribu<strong>la</strong>ción, y<br />

angustias para toda ánima <strong>de</strong>l hombre que obra mal” 1706 . Pues aunque se pasase <strong>la</strong> acción <strong>de</strong>l pecado, con<br />

todo persevera éste todavía en <strong>la</strong> mancha y en cuanto a <strong>la</strong> obligación a <strong>la</strong> pena, y le va sin cesar amenazando <strong>la</strong><br />

ira <strong>de</strong> Dios, siguiéndole como <strong>la</strong> sombra al cuerpo.<br />

IX. Cómo atendida <strong>la</strong> miseria <strong>de</strong>l pecado, <strong>de</strong>bemos convertirnos a penitencia.<br />

1196. Viéndose, pues, David afligido por tales remordimientos, se movía a pedir el perdón <strong>de</strong> sus<br />

pecados. Y por tanto propondrán los Párrocos a los fieles, así el ejemplo <strong>de</strong>l dolor <strong>de</strong> David, como <strong>la</strong> causa <strong>de</strong> su<br />

conducta, valiéndose <strong>de</strong>l Salmo cincuenta, para que a imitación <strong>de</strong> este Profeta que<strong>de</strong>n bien instruidos, tanto<br />

nuestra ignominia: porque contra nuestro Dios hemos pecado nosotros, y nuestros padres, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> nuestra mocedad hasta<br />

el día <strong>de</strong> hoy; y no hemos escuchado <strong>la</strong> voz <strong>de</strong>l Señor Dios nuestro.‖ Jerem. cap. III.<br />

1695 ―Ahora el príncipe <strong>de</strong> este mundo va a ser <strong>la</strong>nzado fuera.‖ Joann., XII, 31. ―Ya no hab<strong>la</strong>ré mucho con vosotros, porque<br />

viene el príncipe <strong>de</strong> este mundo, aunque no hay en mí cosa que le pertenezca.‖ Joann., XIV, 30.<br />

1696 ―No es nuestra pelea so<strong>la</strong>mente contra hombres <strong>de</strong> carne y sangre, sino contra los príncipes y potesta<strong>de</strong>s, contra los<br />

adali<strong>de</strong>s <strong>de</strong> estas tinieb<strong>la</strong>s <strong>de</strong>l mundo, contra los espíritus malignos esparcidos en los aires.‖ Ephes., VI, 12.<br />

1697 ―Mira <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> sí cuanto hay <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>, como quien es el rey <strong>de</strong> todos los más soberbios.‖ Job., XLI, 25.<br />

1698 “Domine Deus noster, posse<strong>de</strong>runt nos domini absque te.” Isai., XXVI, 13.<br />

1699 ―Te <strong>de</strong>sposaré conmigo para siempre, y te <strong>de</strong>sposaré conmigo mediante <strong>la</strong> justicia y el juicio, y mediante <strong>la</strong><br />

misericordia y <strong>la</strong> clemencia.‖ Osee., II, 19. ―Os tengo <strong>de</strong>sposados con este único esposo, que es Cristo, para presentaros a él<br />

como una pura y casta virgen.‖ II, Corint., XI, 2.<br />

1700 “Si quis autem templum Dei vio<strong>la</strong>verit, disper<strong>de</strong>t illum Deus.” I, Corin., III, 17.<br />

1701 “Non est sanitas in carne mea a facie iroe tuoe: non est pax ossibus meis a facie peccatorum meorum.” Psalm.<br />

XXXVII, 4.<br />

1702 ―Quien <strong>de</strong>spacha para sus negocios un mensajero tonto, se corta los pies y se bebe <strong>la</strong> pena <strong>de</strong> sus pecados.‖ Prov.,<br />

XXVI, 6.<br />

1703 ―Oíd, oh sordos, y vosotros, ciegos, abrid los ojos para ver. ¿Y quién es el ciego, sino Israel, siervo mío? ¿Y quién el<br />

sordo, sino aquel a quien envié mis mensajeros?‖ Isai., XLII, 1819. ―Echa fuera al pueblo aquel que es ciego, aunque tiene<br />

ojos, y sordo, no obstante que tiene orejas.‖ Isai., XLIII, 8.<br />

1704 ―Yo, como si fuera sordo, no lo escuchaba, y estaba como mudo sin abrir <strong>la</strong> boca.‖ Psalm. XXXVII, 14. ―Ciegos son<br />

todos sus ata<strong>la</strong>yas, ignorantes todos: perros mudos impotentes para <strong>la</strong>drar, visionarios, dormilones y aficionados a sueños<br />

vanos.‖ Isai., LVI, 10.<br />

1705 ―Guiaré a los ciegos por un camino que no saben, y les haré andar por sendas que no conocen; convertiré <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong><br />

sus ojos <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s en luz, y los caminos torcidos en vías rectas; tales cosas haré en su favor, y jamás los <strong>de</strong>sampararé.‖<br />

Isai., XLII, 16. ―Vamos palpando <strong>la</strong> pared como ciegos; y andamos a tientas, como si no tuviéramos ojos: en medio <strong>de</strong>l día<br />

tropezamos como si estuviésemos en medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> noche: estamos en oscuros lugares como los muertos en los sepulcros.‖<br />

Isai., LIX, 10.<br />

1706 “Ira et indignatio, tribu<strong>la</strong>tio et angustia in omnem animam hominis operantis malun.” Rom., II, 89.<br />

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