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Catecismo Romano - amor de la verdad

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V. De los gran<strong>de</strong>s males que siguieron al pecado <strong>de</strong> Adán.<br />

1165. Pero su <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia, no sólo fue privada <strong>de</strong>l fruto <strong>de</strong>l árbol <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida, sino con<strong>de</strong>nada también<br />

con aquel<strong>la</strong> terrible sentencia: “Maldita será <strong>la</strong> tierra por tu causa; con gran<strong>de</strong>s fatigas sacarás <strong>de</strong> el<strong>la</strong> el<br />

alimento en todo el discurso <strong>de</strong> tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás <strong>de</strong> <strong>la</strong>s hierbas <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra,<br />

<strong>de</strong> que fuiste formado; porque polvo eres, y en polvo te has <strong>de</strong> volver” 1653 . Todo, pues, nos sucedió al revés <strong>de</strong><br />

lo que habría acaecido a Adán y a sus hijos, si él hubiera sido obediente al mandamiento <strong>de</strong> Dios. Y así se<br />

mudaron todas <strong>la</strong>s cosas, quedando en el peor estado. Pero lo más <strong>la</strong>mentable es que muchísimas veces<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muy gran<strong>de</strong>s sacrificios y <strong>de</strong> muchos trabajos y sudores ningún fruto se consigue cuando o se<br />

malogran los sembrados, o se sofocan con <strong>la</strong> aspereza <strong>de</strong> <strong>la</strong>s malezas producidas por <strong>la</strong> tierra, o se pier<strong>de</strong>n <strong>la</strong>s<br />

mieses <strong>de</strong>struidas por <strong>la</strong>s tempesta<strong>de</strong>s, vientos, piedra, <strong>la</strong>ngosta o pulgón, <strong>de</strong> manera que todo el trabajo <strong>de</strong> un<br />

año se pier<strong>de</strong> en una hora por alguna inclemencia <strong>de</strong>l cielo o <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra. Y esto suce<strong>de</strong> por lo enorme <strong>de</strong><br />

nuestros pecados, los cuales indignando al Señor no bendice nuestras obras, sino que persevera <strong>la</strong> sentencia<br />

horrible que pronunció contra nosotros.<br />

VI. Debemos trabajar por <strong>la</strong> conservación <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida; mas todo se per<strong>de</strong>rá si Dios no lo bendice.<br />

1166. Pondrán, pues, los Pastores particu<strong>la</strong>r cuidado al tratar este punto para que sepa el pueblo fiel<br />

que experimentan los hombres por su culpa estas penalida<strong>de</strong>s y miserias, y a fin <strong>de</strong> que entiendan que<br />

ciertamente se <strong>de</strong>be trabajar y sudar para adquirir lo necesario a <strong>la</strong> vida, pero que si el Señor no bendijere<br />

nuestros trabajos, será vana toda esperanza y sin fruto todo esfuerzo: “Porque ni el que p<strong>la</strong>nta es algo, ni el que<br />

riega, sino Dios que da el crecimiento” 1654 . Y: “Si el Señor no edificare <strong>la</strong> casa, en vano trabajan los que <strong>la</strong><br />

edifican” 1655 .<br />

VII. Debemos pedir a Dios que nos provea, <strong>de</strong> lo necesario, lo cual hace con <strong>la</strong>rgueza.<br />

1167. Esto supuesto, enseñarán los Párrocos que son casi innumerables <strong>la</strong>s cosas que Si nos faltan, o<br />

per<strong>de</strong>mos <strong>la</strong> vida, o sufrimos muchas incomodida<strong>de</strong>s. Pues si conoce el pueblo cristiano esta necesidad <strong>de</strong><br />

tantas cosas y <strong>la</strong> <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza, se verá como obligado a acudir al Padre celestial para pedirle así los<br />

bienes <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra como los <strong>de</strong>l cielo, imitando al hijo Pródigo, el cual habiendo empezado a pa<strong>de</strong>cer hambre en<br />

un país remoto, sin haber quien le diese, ni aún bellotas 1656 cuando perecía a causa <strong>de</strong> tanta miseria, por fin<br />

volviendo sobre sí, entendió que <strong>de</strong> ninguna parte tenía <strong>de</strong> esperar el remedio <strong>de</strong> los males que experimentaba,<br />

sino <strong>de</strong> su Padre.<br />

Con esto también acudirá el pueblo fiel a <strong>la</strong> oración más confiadamente, si consi<strong>de</strong>rando <strong>la</strong> benignidad<br />

<strong>de</strong> Dios, se acordare <strong>de</strong> que los oídos <strong>de</strong>l Padre siempre están abiertos a los cl<strong>amor</strong>es <strong>de</strong> los hijos. Porque<br />

exhortándonos a que le pidamos pan, promete dar abundantemente estas cosas, a los que se <strong>la</strong>s pidan como<br />

<strong>de</strong>ben. En el mismo enseñarnos cómo hemos <strong>de</strong> pedir, nos exhorta; exhortándonos nos impele; impeliendo nos<br />

promete, y prometiendo nos da una esperanza muy cierta <strong>de</strong> alcanzar lo que pedimos.<br />

VIII. Qué se entien<strong>de</strong> por pan y cuál es el sentido <strong>de</strong> esta petición.<br />

1168. Despertados ya y enfervorizados los ánimos <strong>de</strong>l pueblo fiel, sigúese <strong>de</strong>c<strong>la</strong>rar lo que se pi<strong>de</strong> en esta<br />

petición, y primero qué pan sea este que pedimos. Para esto se <strong>de</strong>be saber que por el nombre <strong>de</strong> pan se<br />

significan muchas cosas en <strong>la</strong>s sagradas Letras, pero seña<strong>la</strong>damente dos. La primera, todo lo que tomamos<br />

para sustento y cuanto necesitamos para conservar el cuerpo y <strong>la</strong> vida. La segunda, todo lo que se nos ha dado<br />

por <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios para <strong>la</strong> vida y salud <strong>de</strong>l espíritu y <strong>de</strong>l alma. Pero aquí pedimos los socorros <strong>de</strong> esta vida<br />

que hacemos en <strong>la</strong> tierra, según <strong>la</strong> autoridad <strong>de</strong> los Santos Padres que lo sienten así.<br />

1653 ―Maledicta terra in opere tuo; in <strong>la</strong>boribus come<strong>de</strong>s ex ea cunctis diebus vitoe tuoe spinas et tribulos germinabit<br />

tibi, et come<strong>de</strong>s herbam terrae, in sudore vultus tui vesceris pane, donec revertaris in terram, <strong>de</strong> qua sumptus es, guia<br />

pulvis es, et in pulverem reverteris.” Genes., III, 17, 18, 19.<br />

1654 “Neque qui p<strong>la</strong>ntat est aliquid, neque qui rigat, sed qui incrementum dat, Deus.” I, Cor., III, 7.<br />

1655 “Nisi Dominus oedificaverit domum, in vanum <strong>la</strong>boraverunt, qui oedificant eam.”Psalm., CXXVI, 1.<br />

1656 ―Deseaba con ansia henchir su vientre <strong>de</strong> <strong>la</strong>s algarrobas que comían los cerdos, y nadie se <strong>la</strong>s daba. Y volviendo en sí,<br />

dijo: ¡Ay, cuántos jornaleros en casa <strong>de</strong> mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo estoy aquí pereciendo <strong>de</strong><br />

hambre! No: yo iré a mi Padre y le diré: Padre mío, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno <strong>de</strong> ser l<strong>la</strong>mado hijo<br />

tuyo; trátame como uno <strong>de</strong> tus jornaleros. Con esta resolución se puso en camino para <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> su padre. Estando<br />

todavía lejos, avistóse su Padre, y se le enternecieron <strong>la</strong>s entrañas, y corriendo a su encuentro le echó los brazos al cuello, y<br />

le dio mil besos.‖ Luc, XV, 1620.<br />

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