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Catecismo Romano - amor de la verdad

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IX. De varios castigos y penas que suelen seguir a los <strong>de</strong>shonestos.<br />

900. Aun por <strong>la</strong> <strong>de</strong>shonestidad <strong>de</strong> uno solo ha sido alguna vez, no sólo <strong>de</strong>struido el que cometió <strong>la</strong><br />

maldad, sino una ciudad entera, como lo leemos <strong>de</strong> los Siquimitas 1309 . Muchos ejemplos <strong>de</strong> castigos <strong>de</strong> Dios que<br />

se refieren en <strong>la</strong>s Escrituras podrá recoger el Párroco para apartar a los hombres <strong>de</strong> <strong>la</strong> abominable <strong>de</strong>shonestidad:<br />

como <strong>la</strong> <strong>de</strong>so<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> Sodoma y <strong>de</strong>más ciuda<strong>de</strong>s comarcanas 1310 ; el castigo <strong>de</strong> los Israelitas que pecaron<br />

con <strong>la</strong>s hijas <strong>de</strong> Moab en el <strong>de</strong>sierto, y <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> los <strong>de</strong> Benjamín 1311 . Y aunque algunas veces escapan <strong>de</strong><br />

1309 ―He aquí que al tercer día, cuando el dolor <strong>de</strong> <strong>la</strong>s heridas es más acerbo, dos hijos <strong>de</strong> Jacob, Simeón y Leví, hermanos<br />

<strong>de</strong> Diana, con espada en mano, entraron audazmente y a su salvo en <strong>la</strong> ciudad, y pasaron a cuchillo a todos los varones,<br />

mataron igualmente a Hemor y a Siquem; y se llevaron a Diana, su hermana, <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> Siquem. Después que estos<br />

hubieron salido, los otros hijos <strong>de</strong> Jacob se arrojaron sobre los muertos, y saquearon <strong>la</strong> ciudad en venganza <strong>de</strong>l estupro‖.<br />

Genes., XXXIV, 25-27.<br />

1310 ―Abrahán acompañó a los tres mancebos extranjeros durante algún tiempo camino <strong>de</strong> Sodoma. Entonces dijo el<br />

Señor: los pecados <strong>de</strong> Sodoma y Gomorra aumentan más y más, y c<strong>la</strong>man al cielo venganza. Abrahán, lleno <strong>de</strong> espanto,<br />

porque amaba a sus prójimos, aunque fuesen malos, permanecía en pie <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong>l Señor. Finalmente se atrevió a<br />

acercarse a El, y <strong>de</strong>cirle: Castigarás al justo juntamente con el impío? Si hubiera cincuenta justos en Sodoma ¿no<br />

perdonaríais por <strong>amor</strong> suyo a <strong>la</strong> ciudad? El Señor contestó: Si encontrara cincuenta justos en Sodoma, perdonaría por<br />

<strong>amor</strong> <strong>de</strong> ellos a toda <strong>la</strong> ciudad. Y Abrahán, instando, dijo: Ya que una vez he comenzado, hab<strong>la</strong>ré con mi Señor, aunque<br />

sólo soy polvo y ceniza. Si faltasen cinco justos al número <strong>de</strong> cincuenta, ¿<strong>de</strong>struirás <strong>la</strong> ciudad? El Señor contestó: No <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>struiré, si so<strong>la</strong>mente encuentro en el<strong>la</strong> cuarenta y cinco justos. Así continuó hab<strong>la</strong>ndo Abrahán hasta que llegó al<br />

número <strong>de</strong> diez justos: y el Señor le prometió: Por estos diez perdonaré a <strong>la</strong> ciudad. Entonces <strong>de</strong>sapareció el Señor y<br />

Abrahán se volvió a su tienda.<br />

Pero ni siquiera diez justos había en Sodoma. Por lo cual fueron a Sodoma los dos ángeles que habían estado con el<br />

Señor en casa <strong>de</strong> Abrahán, y le dijeron a Lot, que era justo: Huye con los tuyos <strong>de</strong> esta ciudad; porque vamos a<br />

<strong>de</strong>struir<strong>la</strong>. En aquel<strong>la</strong> misma noche habló Lot con los dos jóvenes que iban a casarse con sus hijas, y les dijo: Apresuraos<br />

y salid <strong>de</strong> aquí, pues el Señor quiere <strong>de</strong>struir <strong>la</strong> ciudad. Pero ellos creyeron que Lot hab<strong>la</strong>ba por chancearse. Tan pronto<br />

como amaneció, los ángeles daban prisa a Lot diciéndole: Sal con tu mujer y tus dos Hijas, no sea que vosotros también<br />

perezcáis en el castigo <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad malvada. Entonces, como Lot anduviera perezoso, los ángeles le tomaron <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

mano, y también a los suyos, y los sacaron fuera <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad diciéndoles: No miréis atrás, sino apresuraos a salvaros.<br />

A <strong>la</strong> salida <strong>de</strong>l sol llegaba Lót apresuradamente a <strong>la</strong> próxima ciudad <strong>de</strong> Segor. En el mismo momento hizo el Señor<br />

<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra, y ardieron estas ciuda<strong>de</strong>s con sus impíos habitantes; y toda <strong>la</strong><br />

comarca quedó convertida en polvo y ceniza. La mujer <strong>de</strong> Lot miró atrás, y quedó al punto convertida en estatua <strong>de</strong> sal.<br />

Abominación <strong>de</strong> <strong>la</strong> impureza. El castigo que vino sobre Sodoma y Gomorra nos enseña <strong>de</strong> un modo especial cuánto<br />

aborrece Dios al vicio <strong>de</strong> <strong>la</strong> impureza y cuan severamente le castiga, puesto que este vicio fué principalmente <strong>la</strong> causa <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong>s ciuda<strong>de</strong>s. La impureza es el más inmundo <strong>de</strong> todos los pecados y una abominación a los ojos<br />

<strong>de</strong> Dios; el<strong>la</strong> induce al hombre a muchos otros pecados y acaba fácilmente por hundirle en <strong>la</strong> impiedad y en <strong>la</strong><br />

impenitencia, como vemos en los moradores <strong>de</strong> Sodoma y Gomorra. No siempre castiga Dios ya en <strong>la</strong> tierra <strong>la</strong><br />

impureza, pero <strong>de</strong> seguro en el otro mundo. Knecht. Comentario prác. <strong>de</strong> Historia Sagrada.<br />

1311 ―En consecuencia, salieron todos los hijos <strong>de</strong> Israel, mancomunados como si fuesen un solo hombre, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Dan hasta<br />

Bersabee, y aun <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra <strong>de</strong> Ga<strong>la</strong>ad, y se reunieron en <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong>l Señor en Masfa: Todos los caudillos <strong>de</strong> los<br />

pueblos, y <strong>la</strong>s tribus todas <strong>de</strong> Israel concurrieron a <strong>la</strong> reunión <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> Dios, en número <strong>de</strong> cuatrocientos mil<br />

guerreros <strong>de</strong> a pie. (No se ocultó a los hijos <strong>de</strong> Benjamín que los hijos <strong>de</strong> Israel habían subido a Rasfa.)<br />

Preguntado, pues, el Levita, marido <strong>de</strong> <strong>la</strong> mujer muerta, en qué forma se había cometido tan atroz atentado, respondió:<br />

Llegué a Gabaa <strong>de</strong> Benjamín con mi mujer, y allí me aposenté: Cuando he aquí que unos hombres <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> ciudad<br />

cercaron <strong>de</strong> noche <strong>la</strong> casa, don<strong>de</strong> posaba, y quisieron matarme; y abusaron <strong>de</strong> mi mujer con tan furiosa e increíble lujuria<br />

que por último vino a morir. Tomándo<strong>la</strong> luego yo, dividí en trozos el cadáver y envíelos a todos los términos <strong>de</strong> vuestro,<br />

territorio: atento que nunca jamás se cometió en Israel una maldad tan gran<strong>de</strong> ni acceso tan abominable. Presentes estáis<br />

todos aquí, oh hijos <strong>de</strong> Israel: resolved, pues, qué <strong>de</strong>béis hacer.<br />

A lo que todo el pueblo que allí estaba, le respondió a una voz, como si hab<strong>la</strong>se por boca <strong>de</strong> un solo hombre. No<br />

volveremos a nuestras tiendas, ni nadie se retirará a su casa, hasta que <strong>de</strong> común acuerdo hagamos esto contra Gabaa:<br />

Escójanse <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s tribus <strong>de</strong> Israel diez hombre por cada ciento, y ciento por cada mil, y mil por cada diez mil, para que<br />

conduzcan víveres al ejército, y podamos nosotros pelear contra Gabaa <strong>de</strong> Benjamín, y darle el pago que merece su<br />

maldad. De este modo se juntó todo Israel, como si fuera un solo hombre, contra esta ciudad; con el mismo <strong>de</strong>signio y <strong>la</strong><br />

misma resolución. En seguida enviaron mensajeros a toda <strong>la</strong> tribu <strong>de</strong> Benjamín, que les dijesen: ¿Cómo se ha cometido<br />

entre vosotros una maldad tan <strong>de</strong>testable?<br />

Entregad los hombres <strong>de</strong> Gabaa que perpetraron tan gran crimen, para que mueran y se quite <strong>de</strong> en medio <strong>de</strong> Israel ese<br />

escándalo. Mas los Benjamitas no quisieron dar oídos a <strong>la</strong> proposición <strong>de</strong> sus hermanos los hijos <strong>de</strong> Israel, sino que <strong>de</strong><br />

todas <strong>la</strong>s ciuda<strong>de</strong>s pertenecientes a su tribu acudieron a Gabaa para socorrerlos, y pelear contra todo el pueblo <strong>de</strong> Israel; y<br />

se alistaron veinticinco mil Benjamitas, toda gente <strong>de</strong> guerra, sin contar los moradores <strong>de</strong> Gabaa, que eran setecientos<br />

hombres muy esforzados, y que peleaban igualmente con <strong>la</strong> izquierda que con <strong>la</strong> <strong>de</strong>recha, y tan diestros en tirar con <strong>la</strong><br />

honda, que podían herir un cabello con una piedra sin errar jamás el tiro. Por <strong>la</strong> parte <strong>de</strong> Israel, excluidos los hijos <strong>de</strong><br />

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