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Catecismo Romano - amor de la verdad

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justos, que había libertado <strong>de</strong>l Infierno; • «Dio dones a los hombres» (Sal. 67 19; Ef. 4 8.): Cristo, a los diez<br />

días, envió a los apóstoles el Espíritu Santo, y con El toda c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> bienes y dones celestiales, cumpliendo así <strong>la</strong><br />

promesa que les había hecho (Jn. 16 7.); • El mismo se presenta ahora ante el acatamiento <strong>de</strong> Dios, para<br />

<strong>de</strong>sempeñar ante el Padre el oficio <strong>de</strong> Abogado, y a fin <strong>de</strong> ser el Defensor <strong>de</strong> nuestra causa y el Mediador <strong>de</strong><br />

nuestra salvación (I Jn. 2 1-2.).<br />

[7] b) Bienes <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s: <strong>la</strong> Ascensión <strong>de</strong> Cristo: • aumenta el mérito <strong>de</strong> nuestra fe, por ser ésta una<br />

virtud que tiene por objeto lo que no se ve, y por haber <strong>de</strong>c<strong>la</strong>rado el mismo Señor bienaventurados a los que<br />

creyeron sin haber visto (Jn. 20 29.); • arraiga <strong>la</strong> esperanza en nuestros corazones, pues, siendo nosotros los<br />

miembros <strong>de</strong> Cristo, nos hace esperar estar un día allí don<strong>de</strong> ahora está nuestra Cabeza (Jn. 17 24.);<br />

• perfecciona nuestra caridad, al arrebatar nuestro <strong>amor</strong> hacia el Cielo e inf<strong>la</strong>marlo con su divino Espíritu (Mt.<br />

6 21.); [8] razón por <strong>la</strong> cual convenía que Cristo se fuera (Jn. 16 7.), pues si hubiese permanecido en <strong>la</strong> tierra,<br />

nuestro <strong>amor</strong> se fijaría en su figura y proce<strong>de</strong>r humano, y le estimaría con <strong>amor</strong> humano; mas <strong>la</strong> Ascensión<br />

hizo más espiritual nuestro <strong>amor</strong>, y que amemos como Dios a quien ahora consi<strong>de</strong>ramos ausente; lo cual se ve<br />

patentemente en los Apóstoles; • finalmente, es para nosotros no sólo el ejemp<strong>la</strong>r en que apren<strong>de</strong>mos a dirigir<br />

<strong>la</strong> vista a lo alto y a subir al Cielo con el espíritu, sino que, a<strong>de</strong>más, nos conce<strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia para llevarlo a <strong>la</strong><br />

práctica.<br />

[9] c) Bienes a <strong>la</strong> Iglesia: <strong>la</strong> misma Iglesia quedó sumamente enriquecida <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> Ascensión <strong>de</strong><br />

Cristo, ya que: • será gobernada, a partir <strong>de</strong> entonces, por <strong>la</strong> virtud y dirección <strong>de</strong>l Espíritu Santo; • Cristo<br />

instituirá a Pedro como Pastor y Sumo Pontífice <strong>de</strong> El<strong>la</strong> entre los hombres (Jn. 21 15.); • le <strong>de</strong>jará a unos como<br />

apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, a otros por pastores y doctores (I Cor. 12 28.), por<br />

los que Cristo sigue distribuyendo sus dones.<br />

CAPÍTULO VII<br />

DEL 6° ARTÍCULO<br />

Subió a los cielos, y está sentado a <strong>la</strong> diestra <strong>de</strong> Dios Padre todopo<strong>de</strong>roso.<br />

I. Excelencia <strong>de</strong> este artículo y sentido <strong>de</strong> su primera parte.<br />

107. al contemp<strong>la</strong>r el profeta David lleno <strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong> Dios <strong>la</strong> bienaventurada y gloriosa Ascensión <strong>de</strong>l<br />

Señor, convida a todos a celebrar con suma alegría y gozo este triunfo, diciendo: “Naciones todas, dad<br />

palmadas <strong>de</strong> ap<strong>la</strong>uso; gritad alegres a Dios con voces <strong>de</strong> júbilo; porque sube Dios entre regocijos” 267 .<br />

De aquí enten<strong>de</strong>rá el Párroco el grandísimo cuidado con que ha <strong>de</strong> explicar este misterio, y el <strong>de</strong>svelo<br />

con que ha <strong>de</strong> procurar que los fieles no so<strong>la</strong>mente le entiendan y crean, sino también <strong>de</strong> que se esfuercen, en<br />

cuanto sea posible, para mostrar con el favor <strong>de</strong> Dios esta fe en su vida y costumbres. Por tanto, en or<strong>de</strong>n a <strong>la</strong><br />

explicación <strong>de</strong>l sexto artículo, en que principalmente se trata <strong>de</strong> este divino misterio, conviene empezar por su<br />

primera parte y <strong>de</strong>c<strong>la</strong>rar su espíritu y sentido. Deben, pues, los fieles creer sin duda alguna que Cristo Jesús<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> acabar y perfeccionar el misterio <strong>de</strong> nuestra re<strong>de</strong>nción, subió en cuánto hombre al cielo en cuerpo y<br />

alma, porque en cuánto Dios nunca se ausentó <strong>de</strong> allí, como quien con su divinidad ocupa todo lugar.<br />

II. Cristo subió al cielo no sólo por virtud <strong>de</strong> <strong>la</strong> divinidad, sino también <strong>de</strong> <strong>la</strong> humanidad.<br />

108. Mas enseñe que Cristo subió por su propia virtud, no levantado por otro como Elías 268 que fue<br />

arrebatado a lo alto por una carroza <strong>de</strong> fuego, o como el Profeta Abacuch 269 , o como Felipe diácono 270 , que<br />

elevados por los aires por virtud divina, vo<strong>la</strong>ron <strong>la</strong>rgos espacios <strong>de</strong> tierra. Ni so<strong>la</strong>mente subió a los cielos por el<br />

infinito po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> su divinidad sino también por el que tenía en cuánto hombre.<br />

267 “Omnes gentes p<strong>la</strong>udite manibus, iubi<strong>la</strong>te Deo in voce exultationis: ascendit Deus in iubilo.” Psalm., XLVI, 2, 6.<br />

268 “Cumque pergerent, et ince<strong>de</strong>ntes sermocinarentur, ecce currus igneus, et equi ignei diviserunt utrumque: et ascendit<br />

Ellias per turbinem in coelum.” IV, reg., II, 11.<br />

269 “Et apprehendit eum Angelus Domini in vertice eius, et portavit eum capillo eapitis sui, posuitque eum in Babylone<br />

supra <strong>la</strong>cum in impetu spiritus sui.” Dan., XIV, 35.<br />

270 ―Cum autem ascendissent <strong>de</strong> aqua, Spiritus Domini rapuit Philippum, et amplius non vidit eum Eunuchus.‖ Actum.,<br />

VIII, 39.<br />

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