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Catecismo Romano - amor de la verdad

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Quinto artículo <strong>de</strong>l Credo<br />

DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS;<br />

AL TERCER DÍA RESUCITÓDE ENTRE LOS<br />

MUERTOS<br />

INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO<br />

[1] En este artículo, según <strong>la</strong> autoridad <strong>de</strong> los Santos Padres, se tratan dos gran<strong>de</strong>s triunfos <strong>de</strong> nuestro<br />

Señor <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su Pasión: el primero, <strong>la</strong> victoria sobre el diablo y el infierno; el segundo, su propia<br />

resurrección.<br />

«Descendió a los infiernos»<br />

En esta primera parte <strong>de</strong>l artículo se nos propone creer dos cosas: • que en muriendo Cristo, su alma<br />

<strong>de</strong>scendió a los infiernos y permaneció allí todo el tiempo que su cuerpo estuvo en el sepulcro; • que en ese<br />

mismo tiempo <strong>la</strong> persona <strong>de</strong> Cristo estuvo a <strong>la</strong> vez en los infiernos (por <strong>la</strong> unión <strong>de</strong> su alma y su divinidad) y<br />

en el sepulcro (por <strong>la</strong> unión <strong>de</strong> su cuerpo y su divinidad).<br />

[2] 1º Por «infiernos» enten<strong>de</strong>mos, no el sepulcro, sino aquel<strong>la</strong>s moradas ocultas en don<strong>de</strong> están<br />

<strong>de</strong>tenidas <strong>la</strong>s almas que no han conseguido <strong>la</strong> felicidad celestial. En este sentido <strong>la</strong> han usado muchas veces <strong>la</strong>s<br />

sagradas Escrituras. [3] Sin embargo, estas moradas no son todas <strong>de</strong> <strong>la</strong> misma c<strong>la</strong>se; sino que hay tres <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s:<br />

• el infierno <strong>de</strong> los con<strong>de</strong>nados (Lc. 16 22.), o gehena (Mt. 5 22.), o abismo (Apoc. 9 11.), que es aquel<strong>la</strong> cárcel<br />

horrible don<strong>de</strong> son atormentadas <strong>la</strong>s almas <strong>de</strong> los que murieron en pecado mortal, juntamente con los espíritus<br />

infernales; • el purgatorio, don<strong>de</strong> se purifican por tiempo limitado <strong>la</strong>s almas <strong>de</strong> los justos todavía manchadas<br />

antes <strong>de</strong> entrar en el cielo; • el seno <strong>de</strong> Abraham, don<strong>de</strong> residían, sin sentir dolor alguno y sostenidas por <strong>la</strong><br />

esperanza <strong>de</strong> <strong>la</strong> re<strong>de</strong>nción, <strong>la</strong>s almas <strong>de</strong> los santos antes <strong>de</strong> <strong>la</strong> venida <strong>de</strong> nuestro Señor. [4] A este último lugar<br />

<strong>de</strong>scendió Cristo realmente, esto es, su alma (Sal. 15 10.) y su divinidad, y no sólo su po<strong>de</strong>r y virtud.<br />

[5] 2º Este <strong>de</strong>scenso a los Infiernos no disminuyó absolutamente nada <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r y majestad<br />

infinita <strong>de</strong> Cristo, antes al contrario, manifestó c<strong>la</strong>ramente que El era el Hijo <strong>de</strong> Dios, por varias razones:<br />

• no bajó cautivo, como los <strong>de</strong>más hombres, sino libre entre los muertos, victorioso sobre el diablo, y libertador<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s almas justas; • no bajó para pa<strong>de</strong>cer cosa alguna, como pa<strong>de</strong>cían <strong>la</strong>s almas allí encerradas (al menos <strong>la</strong><br />

privación <strong>de</strong> <strong>la</strong> visión <strong>de</strong> Dios), sino para liberar <strong>la</strong>s almas santas y justas, y comunicarles el fruto <strong>de</strong> su pasión.<br />

[6] 3º Por lo tanto, dos son <strong>la</strong>s causas por <strong>la</strong>s que Jesucristo bajó a los infiernos: • para liberar <strong>la</strong>s<br />

almas <strong>de</strong> los santos Padres y <strong>de</strong>más almas piadosas que allí estaban esperando <strong>la</strong> Re<strong>de</strong>nción, y comunicarles <strong>la</strong><br />

visión beatífica; pues <strong>la</strong> Pasión fue causa <strong>de</strong> <strong>la</strong> salvación no sólo <strong>de</strong> los justos que existieron <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

venida <strong>de</strong> Cristo, sino también <strong>de</strong> los que le habían precedido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Adán; y, por consiguiente, antes <strong>de</strong> que el<br />

Señor muriese y resucitase, para nadie estuvieron abiertas <strong>la</strong>s puertas <strong>de</strong>l cielo, sino que <strong>la</strong>s almas <strong>de</strong> los justos,<br />

cuando éstos morían, eran llevadas al seno <strong>de</strong> Abraham; • para manifestar también allí su po<strong>de</strong>r y majestad,<br />

como lo había manifestado en el cielo y en <strong>la</strong> tierra, a fin <strong>de</strong> que a su nombre se doble toda rodil<strong>la</strong> en los cielos,<br />

en <strong>la</strong> tierra y en los infiernos (Fil. 2 10.).<br />

«Resucitó»<br />

[7] Después <strong>de</strong> morir en <strong>la</strong> cruz, nuestro Señor fue <strong>de</strong>scendido <strong>de</strong> el<strong>la</strong> por sus discípulos y sepultado en<br />

un sepulcro nuevo <strong>de</strong> un huerto próximo; allí, al tercer día <strong>de</strong> su muerte, que era domingo, su alma se unió <strong>de</strong><br />

nuevo a su cuerpo, volviendo así a <strong>la</strong> vida y resucitando el que por tres días había estado muerto.<br />

[8] 1º La resurrección <strong>de</strong> Cristo tiene esto <strong>de</strong> exclusivo y <strong>de</strong> singu<strong>la</strong>r, que resucitó por su propio<br />

po<strong>de</strong>r, a diferencia <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más resucitados. En efecto, eso es propio <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r divino; ahora bien, como <strong>la</strong><br />

divinidad no se separó nunca ni <strong>de</strong>l cuerpo <strong>de</strong> Cristo en el sepulcro, ni <strong>de</strong> su alma cuando bajó a los infiernos,<br />

había virtud divina así en el cuerpo para po<strong>de</strong>r unirse <strong>de</strong> nuevo al alma, como en el alma para po<strong>de</strong>r unirse <strong>de</strong><br />

nuevo al cuerpo; y con esta virtud pudo Cristo volver por Sí mismo a <strong>la</strong> vida y resucitar <strong>de</strong> entre los muertos.<br />

Así lo había predicho ya David (Sal. 15 8-10.) y nuestro Señor mismo (Jn. 10 17-18; Jn. 2 19-21.). Y si alguna<br />

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