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Catecismo Romano - amor de la verdad

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Segundo artículo <strong>de</strong>l Credo<br />

Y EN JESUCRISTO, SU ÚNICO HIJO,<br />

NUESTRO SEÑOR<br />

INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO<br />

[1] La confesión <strong>de</strong> este segundo artículo <strong>de</strong>l Credo, esto es, <strong>de</strong> <strong>la</strong> divinidad <strong>de</strong> nuestro Señor Jesucristo,<br />

es el fundamento <strong>de</strong> nuestra re<strong>de</strong>nción y salvación (Cf. I Jn. 4 15; Mt. 16 17.). [2] Ello se verá mejor si se<br />

consi<strong>de</strong>ra <strong>la</strong> pérdida <strong>de</strong>l estado felicísimo en que Dios creó al hombre. Adán, al vio<strong>la</strong>r el mandamiento <strong>de</strong> Dios<br />

(Gen. 2 16-17.), perdió el estado <strong>de</strong> justicia original no sólo para sí, sino también para toda su <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia. [3]<br />

Y el género humano no podía levantarse <strong>de</strong> esa caída y salir <strong>de</strong> ese estado ni por obra humana ni por obra<br />

angélica: el único remedio era que el Hijo <strong>de</strong> Dios, revistiendo nuestra naturaleza humana, expiase <strong>la</strong> ofensa<br />

infinita <strong>de</strong>l pecado y nos reconciliase con Dios por su muerte sangrienta.<br />

[4] Por este motivo <strong>la</strong> fe en <strong>la</strong> Re<strong>de</strong>nción fue siempre necesaria, y sin el<strong>la</strong> no pudo salvarse hombre<br />

alguno. Y por eso también Jesucristo, el Re<strong>de</strong>ntor, fue anunciado muchas veces por Dios <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio <strong>de</strong>l<br />

mundo. Al mismo Adán que acababa <strong>de</strong> pecar, Dios le promete <strong>la</strong> re<strong>de</strong>nción y el Re<strong>de</strong>ntor (Gen. 3 15.); más<br />

tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ra a Abraham (Gen. 22 16-18.), a Isaac y a Jacob (Gen. 28 12-14.), que saldrá <strong>de</strong> su <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia.<br />

Con este fin escoge al pueblo hebreo y le da un gobierno y una religión, a fin <strong>de</strong> conservar por él <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra fe<br />

y <strong>la</strong> esperanza <strong>de</strong>l Re<strong>de</strong>ntor; y hace que el Re<strong>de</strong>ntor sea figurado en el Antiguo Testamento por personajes e<br />

incluso cosas inanimadas. Finalmente, anuncia por los profetas todo lo que se refiere al nacimiento, doctrina,<br />

vida, costumbres, pasión, muerte y resurrección <strong>de</strong>l Re<strong>de</strong>ntor, <strong>de</strong> modo que no existe diferencia entre los<br />

vaticinios <strong>de</strong> los profetas y <strong>la</strong> predicación <strong>de</strong> los apóstoles, ni entre <strong>la</strong> fe <strong>de</strong> los antiguos patriarcas y <strong>la</strong> nuestra.<br />

«Y en Jesucristo»<br />

[5] 1º Jesús es nombre exclusivo <strong>de</strong>l que es Dios y Hombre, impuesto por Dios a Cristo (Lc. 1 31.), y<br />

significa «Salvador», porque vino para salvar a su pueblo <strong>de</strong> sus pecados (Mt. 1 20-21.). A<strong>de</strong>más, es un nombre<br />

que encierra el significado <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más nombres que los profetas dieron al Re<strong>de</strong>ntor para expresar los<br />

diferentes aspectos <strong>de</strong> esta salvación. [6] Y aunque algunos llevaron antes este nombre <strong>de</strong> «Jesús», no les<br />

convenía como conviene a Cristo, por varias razones: • no dieron <strong>la</strong> salvación eterna, liberando <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ca<strong>de</strong>nas<br />

<strong>de</strong>l error, <strong>de</strong>l pecado y <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio, reconciliando con Dios y adquiriendo un reino eterno, sino una salvación<br />

temporal, liberando <strong>de</strong>l hambre, o <strong>de</strong> <strong>la</strong> opresión <strong>de</strong> los egipcios o babilonios; • ni <strong>la</strong> trajeron a todos los<br />

hombres, sino sólo a un pueblo <strong>de</strong>terminado; • ni a todos los tiempos.<br />

[7] 2º Cristo significa «Ungido». En el Antiguo Testamento eran ungidos y l<strong>la</strong>mados tales tres c<strong>la</strong>ses<br />

<strong>de</strong> hombres, por representar por sus cargos <strong>la</strong> majestad <strong>de</strong> Dios: • los sacerdotes, encargados <strong>de</strong> ofrecer<br />

sacrificios y oraciones a Dios por el pueblo; • los reyes, encargados <strong>de</strong> gobernar a los pueblos y <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r <strong>la</strong><br />

autoridad <strong>de</strong> <strong>la</strong>s leyes; • los profetas, que como intérpretes <strong>de</strong> Dios reve<strong>la</strong>ban los misterios <strong>de</strong>l cielo e instruían<br />

con preceptos saludables.<br />

El Re<strong>de</strong>ntor, al venir al mundo, recibió en grado sumo y excelente el estado y <strong>la</strong>s obligaciones <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tres<br />

personas: <strong>de</strong> profeta, <strong>de</strong> sacerdote y <strong>de</strong> rey, y por eso fue l<strong>la</strong>mado Ungido (Sal. 44 8; Is. 61 1; Lc. 4 18.). En<br />

efecto, El es: • sumo Profeta y Maestro, que nos enseñó <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> Dios y nos comunicó el conocimiento<br />

<strong>de</strong>l Padre celestial; • sumo Sacerdote, <strong>de</strong> un nuevo sacerdocio que remp<strong>la</strong>za al <strong>de</strong> Leví (Sal. 109 4; Heb. 5 6.);<br />

• sumo Rey, no sólo en cuanto Dios, sino también en cuanto hombre, porque Dios atesoró en El todo el po<strong>de</strong>r,<br />

gran<strong>de</strong>za y dignidad <strong>de</strong> que era capaz <strong>la</strong> naturaleza humana, y le dio el reino sobre todo lo creado, reino que ya<br />

empieza a ejercer en su Iglesia, rigiéndo<strong>la</strong> con admirable provi<strong>de</strong>ncia, <strong>de</strong>fendiéndo<strong>la</strong> contra sus enemigos,<br />

imponiéndole leyes, dándole santidad y justicia, y facilitándole los medios y fuerza para que se mantenga firme.<br />

«Su único Hijo»<br />

[8] Por estas pa<strong>la</strong>bras confesamos: • que Jesucristo es <strong>la</strong> segunda Persona <strong>de</strong> <strong>la</strong> Santísima Trinidad,<br />

igual en todo a <strong>la</strong>s otras dos (Jn. 1 1.); • y que Jesucristo es Hijo <strong>de</strong> Dios y Dios verda<strong>de</strong>ro, como lo es el Padre<br />

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