Catecismo Romano - amor de la verdad
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CAPÍTULO VI<br />
DEL 5° MANDAMIENTO DEL DECÁLOGO<br />
No matarás<br />
I. Utilidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> doctrina <strong>de</strong> este Mandamiento.<br />
863. Aquel<strong>la</strong> gran felicidad prometida a los pacíficos: “Pues serán l<strong>la</strong>mados hijos <strong>de</strong> Dios” 1249 , <strong>de</strong>be<br />
estimu<strong>la</strong>r en gran manera a los Pastores, para que enseñen con cuidado y <strong>de</strong>svelo a los fieles <strong>la</strong> doctrina <strong>de</strong> este<br />
mandamiento. Porque el mejor medio que se pue<strong>de</strong> adoptar para conciliar <strong>la</strong>s volunta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los hombres es,<br />
que explicada bien esta divina ley, se guar<strong>de</strong> por todos con <strong>la</strong> santidad <strong>de</strong>bida. Pues entonces se pue<strong>de</strong> esperar,<br />
que unidos entre sí los ánimos con unanimidad <strong>de</strong> sentimientos, vivan con <strong>la</strong> mayor paz y concordia.<br />
864. Cuan necesario sea explicar este mandamiento, se pue<strong>de</strong> ver consi<strong>de</strong>rando que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong><br />
inundación <strong>de</strong> toda <strong>la</strong> tierra, esto fué lo primero que Dios vedó a los hombres: “Pediré cuenta, dijo, <strong>de</strong> vuestras<br />
vidas a <strong>la</strong>s bestias y a los hombres” 1250 . En el Evangelio también esta fué <strong>la</strong> primera <strong>de</strong> <strong>la</strong>s leyes antiguas que el<br />
Señor explicó. Sobre <strong>la</strong> cual dice así por San Mateo: “Fué dicho a los antiguos: no matarás”, con lo <strong>de</strong>más que<br />
acerca <strong>de</strong> esto se escribe en el mismo lugar 1251 .<br />
865. Deben asimismo los fieles oír con atención y con el mayor gusto esta divina ley. Porque bien<br />
consi<strong>de</strong>rado su espíritu, es una <strong>de</strong>fensa muy po<strong>de</strong>rosa <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida propia, pues por estas pa<strong>la</strong>bras: “No matarás”,<br />
totalmente se veda el homicidio. Y así todos los hombres y cada uno <strong>de</strong> ellos <strong>de</strong>be recibir<strong>la</strong> con tanto p<strong>la</strong>cer <strong>de</strong><br />
su alma, como si nombrándole a él en particu<strong>la</strong>r, mandara Dios, bajo pena <strong>de</strong> incurrir en su ira y otras penas<br />
gravísimas, que ninguno le ofenda, ni le dañe. Y por tanto siendo este mandamiento tan agradable al oído,<br />
también <strong>de</strong>be serlo guardarse <strong>de</strong>l pecado que por él se prohíbe.<br />
II. Qué se prohíbe y manda por este mandamiento.<br />
866. Dos cosas enseñó el Señor 1252 al explicar <strong>la</strong> fuerza <strong>de</strong> esta ley que se contenían en el<strong>la</strong>. La primera:<br />
que no matemos, y estos es lo que veda. La otra 1253 : que abracemos a los enemigos con <strong>amor</strong> y caridad<br />
entrañable, que vivamos con todos en paz, y que llevemos con paciencia todos los trabajos. Y esto es lo que se<br />
manda.<br />
III. Es lícito matar y comer <strong>de</strong> <strong>la</strong>s carnes <strong>de</strong> los animales.<br />
867. Por lo que se refiere a <strong>la</strong> prohibición <strong>de</strong> matar, se ha <strong>de</strong> enseñar primeramente qué muertes sean<br />
<strong>la</strong>s vedadas por este mandamiento, pues no está prohibido matar <strong>la</strong>s bestias. Pues si está concedido por Dios a<br />
los hombres comer <strong>de</strong> sus carnes, no pue<strong>de</strong> menos <strong>de</strong> ser lícito matar<strong>la</strong>s. Acerca <strong>de</strong> esto dice así San Agustín:<br />
1249 “Quoniam filii Dei vocabuntur”. Matth. V, 9.<br />
1250 “Sanguinem requiam animarum vestrarum <strong>de</strong> manu cunctarum bestiarum, et <strong>de</strong> manu hommis”. Genes. IX, 5.<br />
1251 ―Habéis oído que se dijo a vuestros mayores: No matarás: y el que matare, será con<strong>de</strong>nado a muerte en juicio. Yo os<br />
digo más: que quien quiera que tome ojeriza con su hermano, merecerá que el juez le con<strong>de</strong>ne. Y el que le l<strong>la</strong>mare raca:<br />
merecerá que le con<strong>de</strong>ne el concilio. Mas quien le l<strong>la</strong>mase fatuo: será reo <strong>de</strong>l fuego <strong>de</strong>l infierno. Por tanto, si al tiempo <strong>de</strong><br />
presentar tu ofrenda al altar, allí te acuerdas que tu hermano tiene alguna queja contra ti: Deja allí mismo tu ofrenda<br />
<strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong>l altar, y ve primero a reconcilie con tu hermano: y <strong>de</strong>spués volverás a presentar tu ofrenda‖. Matth. V, 21-24.<br />
1252 ―Yo os digo más; quien quiera que tome ojeriza con su hermano, merecerá que el juez le con<strong>de</strong>ne, y el que le l<strong>la</strong>mare<br />
raca: merecerá que le con<strong>de</strong>ne el concilio. Más quien le l<strong>la</strong>mare fatuo: será reo <strong>de</strong>l fuego <strong>de</strong>l infierno. Por tanto, si al<br />
tiempo <strong>de</strong> presentar tu ofrenda en el altar, allí te acuerdas que tu hermano tiene alguna queja contra ti: Deja allí mismo tu<br />
ofrenda <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong>l altar, y ve primero a reconcilie con tu hermano‖. Matth. V, 2224.<br />
―Quien hiriere a un hombre, matándole voluntariamente, muera sin remisión. Que si no lo hizo adre<strong>de</strong>, sino que Dios<br />
dispuso que cabalmente cayese en sus manos, yo te seña<strong>la</strong>ré un lugar en que podrá refugiarse. Al que <strong>de</strong> caso pensando, y<br />
a traición matare a su prójimo, le arrancarás hasta <strong>de</strong> mi altar, para que muera. Quien hiriere a su padre o madre muera<br />
sin remedio‖. Exod. XXI, 1216.<br />
―Quien hiere a un hombre y le matare, muera irremisiblemente‖. Lev. XXIV, 17.<br />
1253 ―Porque ahora po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que vivimos, puesto que vosotros estáis firmes en el Señor. Y en efecto ¿qué acción <strong>de</strong><br />
gracias bastante po<strong>de</strong>mos tributar a Dios por vosotros, por todo el gozo que experimentamos por vuestra causa <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong><br />
nuestro Dios? Esto es lo que nos hace rogarle día y noche con <strong>la</strong> mayor instancia, que nos permita pasar a veros y acabar<br />
<strong>la</strong>s instrucciones que faltan a vuestra fe‖. Tesal. III, 8, 9 y 10.<br />
―Sí os enojáis, no queráis pecar: no sea que: se os ponga el sol estando todavía airados‖. Ephes. IV, 26.<br />
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