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Catecismo Romano - amor de la verdad

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699. Sigúese <strong>la</strong> Fe que es el segundo bien <strong>de</strong>l matrimonio. No es esta fe aquel<strong>la</strong> virtud que Dios nos<br />

infun<strong>de</strong> cuando recibimos el Bautismo, sino una fi<strong>de</strong>lidad por <strong>la</strong> cual mutuamente se obliga el marido a <strong>la</strong><br />

mujer, y <strong>la</strong> mujer al marido, <strong>de</strong> modo que entregue el uno al otro el dominio <strong>de</strong> su cuerpo, y prometa no<br />

quebrantar jamás aquel santo compromiso <strong>de</strong>l matrimonio. Esto se <strong>de</strong>duce fácilmente <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras que<br />

pronunció Adán cuando recibió a Eva por esposa, <strong>la</strong>s cuales <strong>de</strong>spués confirmó Cristo Señor nuestro en el<br />

Evangelio: “Por esto <strong>de</strong>jará el hombre padre y madre, y se unirá a su mujer, y serán dos en una carne” 974 . Y<br />

también aquel lugar <strong>de</strong>l Apóstol: “No tiene <strong>la</strong> mujer dominio <strong>de</strong> su cuerpo sino el marido. Y asimismo no tiene<br />

el marido dominio <strong>de</strong> su cuerpo sino <strong>la</strong> mujer” 975 . Por esto justísimamente estaban establecidas por el Señor 976<br />

en <strong>la</strong> ley antigua gravísimas penas contra los adúlteros, por quebrantar esta fe maridable.<br />

700. Exige también <strong>la</strong> fe <strong>de</strong>l matrimonio que el marido y <strong>la</strong> mujer estén unidos con un singu<strong>la</strong>r <strong>amor</strong><br />

santo y puro, y que se amen mutuamente no como adúlteros, sino como Cristo amó a <strong>la</strong> Iglesia, pues ésta es <strong>la</strong><br />

norma que señaló el Apóstol cuando dijo: ―Hombres, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a <strong>la</strong> Iglesia‖ 977 .<br />

Ciertamente <strong>la</strong> amó con caridad inmensa, y no por su provecho, sino mirando so<strong>la</strong>mente a <strong>la</strong> utilidad <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

esposa.<br />

XXV. Qué sea el Sacramento que se cuenta entre los bienes <strong>de</strong>l Matrimonio.<br />

701. El tercer bien se l<strong>la</strong>ma Sacramento, esto es, aquel <strong>la</strong>zo <strong>de</strong>l matrimonio que nunca se pue<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>shacer. Pues como dice el Apóstol: ―Mandó el Señor a <strong>la</strong> mujer que no se aparte <strong>de</strong> su marido, y que si se<br />

apartare, no pase a otras nupcias, o bien que se reconciliase con su marido. Ni tampoco el marido repudie a. su<br />

mujer‖ 978 . Porque si el matrimonio como Sacramento significa <strong>la</strong> unión <strong>de</strong> Cristo con <strong>la</strong> Iglesia, es necesario<br />

que así como Cristo nunca se aparta <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia, así en or<strong>de</strong>n al vínculo <strong>de</strong>l matrimonio, nunca pueda el<br />

marido apartarse <strong>de</strong> <strong>la</strong> mujer. Mas para que esta santa unión se conserve más fácilmente sin <strong>de</strong>savenencia,<br />

recordarán los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong>l marido y <strong>de</strong> <strong>la</strong> mujer que <strong>de</strong>scribe San Pablo 979 , y el Príncipe <strong>de</strong> los Apóstoles.<br />

XXVI. De los principales <strong>de</strong>beres <strong>de</strong>l marido.<br />

702. El marido <strong>de</strong>be tratar con <strong>amor</strong> y honor a su mujer, para lo cual <strong>de</strong>be acordarse que Eva fue<br />

l<strong>la</strong>mada compañera por Adán, pues dijo: ―La mujer que me diste por compañera‖ 980 . Y por esta razón<br />

enseñaron algunos <strong>de</strong> los Padres, que fue formada no <strong>de</strong> los pies, sino <strong>de</strong>l costado <strong>de</strong>l marido; como también<br />

fué hecha no <strong>de</strong> <strong>la</strong> cabeza, para que entendiese que no era señora, sino súbdita <strong>de</strong> su marido. Conviene<br />

asimismo que el marido esté siempre empleado en el oficio <strong>de</strong> algún trabajo honesto, así para que asista a su<br />

familia con lo necesario para su sustento, como para que no se inutilice con una vergonzosa ociosidad, que es<br />

974 ―Quare relinquet homo patrero, et matrem, et adhierebit uxori suse, et erunt dúo In carne una‖. Gen., III, 24.<br />

975 ―Mulier sui corporis potestatem non habet, sed vir: similiter autem et vir sui corporis potestatem non habet, sed<br />

mulier‖. I, Corint. , VII, 4.<br />

976 ―Si alguno pecare con <strong>la</strong> mujer <strong>de</strong> otro, o cometiere adulterio con <strong>la</strong> que está casada con su prójimo, mueran sin<br />

remisión, así el adúltero como <strong>la</strong> adúltera‖. Levit. , XX, 10‖.Si un hombre pecare con <strong>la</strong> mujer <strong>de</strong> otro, ambos a dos<br />

morirán, adúltero y adúltera, y quitarás el escándalo <strong>de</strong> Israel‖. Deut, XXII, 22.<br />

977 ―Viri diligite uxores vestras, slcut et Christus dilexit Ecclesiam‖. Ephes. , V, 25.<br />

978 ―Dominus praecepit uxorem a viro non disce<strong>de</strong>re; quod si discesserit, manere innuptam, aut viro suo reconciliare et<br />

vir uxorem non dimittat‖. I, Cor. VII, 1011.<br />

979 ―Las casadas estén sujetas a sus maridos, como al Señor: por cuanto el hombre es cabeza <strong>de</strong> <strong>la</strong> mujer: así como Cristo<br />

es cabeza <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia, que es su cuerpo místico: <strong>de</strong>l cual él mismo es salvador. De don<strong>de</strong> así como <strong>la</strong> Iglesia está sujeta a<br />

Cristo, así <strong>la</strong>s mujeres lo han <strong>de</strong> estar a sus maridos en todo. Vosotros, maridos, amad a vuestras mujeres, así como<br />

Cristo amó a su Iglesia, y se sacrificó por el<strong>la</strong>. Para santificar<strong>la</strong>, limpiándo<strong>la</strong> en el bautismo <strong>de</strong> agua con <strong>la</strong>, pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong><br />

vida, a fin <strong>de</strong> hacer<strong>la</strong> comparecer <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> él llena <strong>de</strong> gloria, sin mácu<strong>la</strong>, ni arruga, ni cosa semejante, sino siendo santa<br />

e inmacu<strong>la</strong>da. Así, también los maridos <strong>de</strong>ben amar a sus mujeres como a sus propios cuerpos. Quien ama a su mujer, a<br />

sí mismo se ama. Cada uno, pues, <strong>de</strong> vosotros ame a su mujer como a sí mismo: y <strong>la</strong> mujer tema y respete a su marido‖.<br />

Bphes. , V, 2228, 33.<br />

―Mujeres, estad sujetas a los maridos, como es <strong>de</strong>bido, en lo que es según el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y<br />

no <strong>la</strong>s tratéis con aspereza‖. Col. , III, 18, 19.<br />

―Asimismo <strong>la</strong>s mujeres sean obedientes a sus maridos: a fin <strong>de</strong> que con eso si algunos no creen por el medio <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

predicación <strong>de</strong>. <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra, sean ganados sin el<strong>la</strong> por solo el trato con sus mujeres, consi<strong>de</strong>rando <strong>la</strong> pureza <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida que<br />

llevan, y el respeto que les tienen. I, Petr. , III, 1, 2.<br />

―Maridos, vosotros igualmente habéis <strong>de</strong> cohabitar con vuestras mujeres, tratándo<strong>la</strong>s con honor y discreción como a<br />

sexo más f<strong>la</strong>co, y como a cohere<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia, a fin <strong>de</strong> que nada estorbe vuestras oraciones‖. I, Petr. , III, 7.<br />

980 ―Muller quam <strong>de</strong>disti mihi sociam‖. Genes. , III, 11.<br />

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