Catecismo Romano - amor de la verdad
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elección o diferencia entre virtud y vicio, y que siendo hombres <strong>de</strong> sí inclinados al mal, andan vaci<strong>la</strong>ndo y<br />
amenazando ruina.<br />
XI. De los modos que hay <strong>de</strong> caer en <strong>la</strong> tentación.<br />
1228. Dícese que caemos en <strong>la</strong> tentación, cuando nos damos por vencidos o sucumbimos a el<strong>la</strong>. Pero<br />
esto pue<strong>de</strong> ser <strong>de</strong> dos modos. Uno, cuando removidos <strong>de</strong> nuestro estado, caemos en aquel mal, a que alguno<br />
nos indujo, tentándonos. En ese sentido ninguno es inducido a <strong>la</strong> tentación por Dios, porque el Señor no pue<strong>de</strong><br />
ser causa <strong>de</strong>l pecado, antes aborrece a todos los que obran mal 1762 . Y Santiago dice: ―Ninguno, cuando es<br />
tentado, diga que es tentado por Dios, porque Dios a ninguno tienta 1763 .<br />
1229. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> esto, se dice que nos <strong>de</strong>ja caer en tentación aquel, que si bien no nos tienta ni hace<br />
cosa alguna para que seamos tentados, no ; obstante se dice que tienta, porque pudiendo oponerse a que nos<br />
venga o que nos venza <strong>la</strong> tentación, no lo impi<strong>de</strong>. De este modo es cierto que permite Dios sean tentados los<br />
buenos y justos, mas no los <strong>de</strong>sampara, sino que les sostiene con su gracia. Aunque también es cierto que<br />
algunas veces, por justos y ocultos juicios <strong>de</strong> Dios, pidiéndolo así nuestros pecados, caemos <strong>de</strong>jados a nuestras<br />
propias fuerzas.<br />
XII. Los beneficios divinos nos ponen algunas veces en tentación.<br />
1230. Dícese también que Dios nos <strong>de</strong>ja caer en tentación, cuando abusamos para nuestra ruina <strong>de</strong> los<br />
beneficios que nos concedió para nuestra salud, y como el hijo Pródigo, <strong>de</strong>spreciamos <strong>la</strong> hacienda <strong>de</strong>l Padre<br />
viviendo perdidamente y satisfaciendo nuestras concupiscencias. Por cuyo motivo po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir lo que el<br />
Apóstol <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley: “Aquel mandamiento, que <strong>de</strong>bía servir para, darme <strong>la</strong> vida, ha servido para darme <strong>la</strong><br />
muerte” 1764 . Ejemplo muy propio en confirmación <strong>de</strong> esto nos da Ezequiel en <strong>la</strong> ciudad <strong>de</strong> Jerusalén, a <strong>la</strong> que<br />
Dios había enriquecido con toda suerte <strong>de</strong> atavíos y adornos, tanto que dijo por boca <strong>de</strong> este Profeta: ―Perfecta<br />
eras en mi hermosura, <strong>la</strong> que puse sobre ti‖ 1765 . No obstante esta ciudad colmada <strong>de</strong> tantas riquezas divinas, tan<br />
lejos estuvo <strong>de</strong> dar gracias a Dios, quien tanto bien le había hecho y bacía, y <strong>de</strong> aprovecharse <strong>de</strong> los beneficios<br />
para conseguir <strong>la</strong> bienaventuranza, por cuya causa los había recibido, que ingratísima a su Padre Dios, perdida<br />
<strong>la</strong> esperanza, y toda i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> <strong>la</strong>s riquezas <strong>de</strong>l cielo, toda se ocupaba viciosa y ciegamente en gozar <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
abundancia <strong>de</strong> los bienes terrenos, como muy extensamente lo <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ró el Profeta en el mismo capítulo. En <strong>la</strong><br />
misma nota <strong>de</strong> ingratos para con Dios, incurren aquellos que permitiéndolo él, hacen servir para sus vicios <strong>la</strong><br />
abundancia <strong>de</strong> bienes que su Majestad les concedió para ejercicio <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s.<br />
XIII. Cuando <strong>la</strong>s Escrituras atribuyen a Dios el mal, <strong>de</strong>be enten<strong>de</strong>rse que lo permite,<br />
1231. Pero acerca <strong>de</strong> esto es menester observar con cuidado el modo <strong>de</strong> hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> Escritura divina, <strong>la</strong><br />
cual algunas veces explica <strong>la</strong> permisión <strong>de</strong> Dios con tales pa<strong>la</strong>bras, que si se toman rigurosamente dan a<br />
enten<strong>de</strong>r algún acto positivo en Dios; así en efecto se lee en el Éxodo: “Endureceré el corazón <strong>de</strong> Faraón” 1766 . Y<br />
en Isaías: “Oiga el corazón <strong>de</strong> este pueblo” 1767 . Y el Apóstol escribe a los <strong>Romano</strong>s: “Los entregó Dios a, <strong>la</strong>s<br />
pasiones <strong>de</strong> ignominia y al sentido reprobó” 1768 .Pero en estos y otros semejantes lugares <strong>de</strong>bemos enten<strong>de</strong>r, no<br />
que hizo Dios esto en manera alguna, sino que lo permitió.<br />
XIV. No pedimos aquí que no tengamos tentaciones, sino que no nos <strong>de</strong>sampare en el<strong>la</strong>s el<br />
Señor.<br />
1232. Esto supuesto, es fácil enten<strong>de</strong>r lo que pedimos en esta oración. No pedimos, pues, que <strong>de</strong> ningún<br />
modo seamos tentados: “Porque <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> los hombres es una tentación sobre <strong>la</strong> tierra” 1769 . Esto es cosa útil y<br />
1762 “Odit omnes, qui operantur iniquitatem”. Exod., XXIII, 7. ―Esté con vosotros el temor <strong>de</strong>l Señor, y haced todas <strong>la</strong>s<br />
cosas con exactitud, pues en Dios nuestro Señor no cabe injusticia‖. II, Paralip., XIX, 7.<br />
―No eres tú un Dios que ame <strong>la</strong> iniquidad‖. Psalm V, 4. ―Detesta el Señor <strong>la</strong>s víctimas <strong>de</strong> los impíos; aplácanle los votos <strong>de</strong><br />
los justos. Abominable es al Señor el proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l impío; es amado <strong>de</strong> él aquel que sigue <strong>la</strong> justicia‖. Prov.. XV, 8-9. "A<br />
Dios le son igualmente aborrecibles el impío y su impiedad‖. Sap., XIV, 9. ―A ninguno ha mandado obrar impíamente, y a<br />
ninguno ha dado un tiempo o permiso para pecar‖. Eccli., XV, 21.<br />
1763 “Nemo cum, tentatur, dicat quoniam a Deo tentatur, Deus enim intentator malorum est”. Jacob., I, 13.<br />
1764 “Inventum est mihi mandatum, quod erat ad vitam, hoc esse ad mortem”. Rom., VII, 10.<br />
1765 ―Perfecta eras in <strong>de</strong>core meo, quem posueram super te.” Ezech., XVI, 14.<br />
1766 “Indurabo cor Pharaonis”. Exod., IV, 21.<br />
1767 “Exceca cor populi huius”. Isai, VI, 10.<br />
1768 “Tradidit illos Deus in passiones ignominiae, et in reprobum sensum.” Rom., XXVI, 28.<br />
1769 ―Militia est vita hominis super terram.” Job., VII, 1.<br />
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