i INDICE Página Introducción iv Notas x Capítulo I. Anzia Yezierska ...

María de los Dolores Vargas Oliva
El sueño americano. Una ilusión inalcanzable para la mujer judía inmigrante
protagonista de Bread Givers, no logró materializar, al igual que el personaje de
Levinsky, sus expectativas. Por lo que difiero de la hipótesis de la feminista Nina
Baym, que atribuye la crítica del sueño americano exclusivamente a la literatura de
mujeres, ya que como venimos defendiendo hasta aquí, Cahan también lo
cuestionaba. 41 Si el hombre alcanza materialmente el sueño americano, no se siente
cómodo cuando lo tiene. Al igual que David, Sarah no se encuentra completamente
libre de la tradición judía ni totalmente integrada en la cultura americana, lo que
produce angustia en la joven. El próximo texto, que explica con toda clase de
matices este sentimiento, bien podría pertenecer a Yezierska, aunque, en realidad,
pone punto y final a la novela de Cahan:
At the height of my business success I feel that if I had my life to live over
again I should never think of a business career. I don´t seem to be able to
get accustomed to my luxurious life. I am always more or less conscious
of my good clothes, of the high quality of my office furniture, of the power I
wield over the men in my pay. As I have said in another connection, I still
have a lurking fear of restaurant waiters. I can never forget the days of my
misery. I cannot escape from my old self. My past and my present do not
comport well. David, the poor lad swinging over the Talmud volume at the
Preacher´s Synagogue, seems to have more in common with my inner
identity than David Levinsky, the well-known cloak-manufacturer. 42
En cuanto a la segunda razón que dificultó la consecución del sueño
americano, la dependencia económica femenina, Thomas Ferraro opina que
constituía la causa directa de la atribución a la mujer de un rol meramente sexual. 43
A finales del siglo XIX y principios del XX, Charlotte Perkins Gilman, al igual que
otras feministas norteamericanas, estaba preocupada por la influencia negativa que
la dependencia económica podía ejercer sobre el correcto desarrollo del sexo
femenino. En su libro Women and Economics, publicado en 1898, Gilman criticaba
el bajo estatus social y económico que tenía el ama de casa:
This is the general misty idea upon the subject - that women earn all they
get, and more, by house service. Here we come to a very practical and
definite economic ground. Although not producers of wealth, women
serve in the final processes of preparation and distribution. Their
102