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María de los Dolores Vargas Oliva
El sueño americano: Una ilusión inalcanzable para la mujer judía americana
ciego a los padres y la otra, el deseo incestuoso, que a juicio de Ferraro, Sarah
siente por su padre. 139 El deber de toda hija judía soltera hacia su padre consiste
en cuidar de él, como revela el siguiente diálogo que la escritora incluye en su
autobiografía novelada Red Ribbon on a White Horse:
'They have their own husbands to look after. You´re my only unmarried
daughter. Your first duty to God is to serve your father. But what´s an old
father to an Americanerin, a daughter of Babylon?'
'Your daughter of Babylon brought you a hundred dollars.' 'Can your
money make up for your duty as a daughter? In America, money takes
the place of God.' 140
El deseo incestuoso que Sarah parece sentir hacia su padre tiene cierta
explicación, si comprendemos lo que ocurre en realidad en el momento de la
muerte de la esposa de Reb Smolinsky. Y es que Sarah promete a su madre
sustituirla junto al padre, transformando de esta manera su función de hija en la de
esposa. He aquí que la culpa juega un papel decisivo, en tanto que la decisión de
Sarah está motivada no por amor a la madre, sino por los remordimientos que le
causa el hecho de haber abandonado a su familia. El coste emocional de esta lucha
interna es grande y lleva a la protagonista al límite del desequilibrio psíquico, del
que emerge con una aparente, pero poco creíble, solución.
Motivada por el deseo de apaciguar su espíritu, Sarah comprende que no
debe resistirse a la petición de su madre. Esto implica, a mi juicio, que, a pesar de
presentarnos una mujer luchadora e independiente, nuestra escritora defiende el
presupuesto de que la tiranía de la tradición, encarnada por la figura de la madre,
es más poderosa que la voluntad de la joven. Puede que, con ello, Yezierska
ofrezca una lectura pesimista del futuro de las hijas inmigrantes; o también, que
desee reflejar en Bread Givers no tanto la derrota de Sarah, sino la intensidad de su
conflicto psicológico en pleno proceso. Esto nunca lo sabremos con total certeza.
Pero, de cualquier forma, el acierto de la escritora consiste en crear un final abierto,
libre de ser interpretado por el propio lector.
Sin embargo, debemos ser cautos al interpretar esta escena, ya que hay que
tener en cuenta que el tema del moribundo que redime en su lecho de muerte al
pecador, en este caso la hija que ha abandonado el hogar paterno, era un recurso
muy usado en las novelas sentimentales del siglo XIX, como defiende Jane P.
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