i INDICE Página Introducción iv Notas x Capítulo I. Anzia Yezierska ...

María de los Dolores Vargas Oliva
El sueño americano: Una ilusión inalcanzable para la mujer judía americana
En segundo lugar, el sueño americano simboliza la imagen de una abundancia
desbordada. Rápidamente se propagó entre la población judía el mito de América,
como país fértil y exuberante, cuya ingenuidad se desprende de la siguiente cita:
'Woman!' Father said, laughing into her eyes! 'What for will you need old
feather beds? Don´t you know it´s always summer in America? And in the
new golden country, where milk and honey flows free in the streets, you´ll
have new golden dishes to cook in and not weigh your old pots and
pans.' 18
En un sentido físico, Norteamérica representaba para los emigrantes, en su
mayoría campesinos pobres, una tierra donde siempre era verano (esto es lógico, si
tenemos en cuenta que los inmigrantes judíos procedían de las frías tierras del
antiguo imperio ruso) y donde la leche y la miel fluían gratis y sin esfuerzo. Reb
Smolinsky, padre de Sarah, guiado por el fantástico mito, llevaría su familia a un
país en el que las condiciones de vida resultaron ser inesperadamente duras. 19
En tercer lugar, Yezierska caracteriza el sueño americano en "Dreams and
Dollars", como la búsqueda de la espiritualidad y la belleza frente al dinero y al
placer material. Minnie, hermana de la protagonista de la historia (Rebecca), está
casada con un rico fabricante con el que comparte una vida de lujos. A medida que
Minnie consigue riqueza y mejora su posición social por medio de los logros de su
marido, pierde su idealismo inicial para provocar el siguiente lamento de Rebecca:
Yes, Minnie, like this blustering Moe, had worked herself up in America.
She had a rich house, a Rolls-Royce car, - a lady servant to wait on her
body. But what had happened to her spirit, her soul - the soul that had
once been watered and flowered with the love-songs of a poet? 20
Mientras Minnie y su marido llevan un estilo de vida epicúreo, entregados al
disfrute de los sentidos, sus almas, por el contrario, permanecen hambrientas. Esta
paradoja le sirve a la escritora, por un lado, para establecer una divisón tajante entre
el cuerpo y el espíritu, y por el otro, para exponer el efecto pernicioso que provoca la
superioridad del cuerpo sobre el alma. A juicio de Ellen Golub, el hambre y la
comida son metáforas recurrentes en toda la obra de Yezierska y simbolizan en este
relato el deseo de aprehender el ideal y el alimento de carácter místico que sacia tal
135