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María de los Dolores Vargas Oliva
El sueñoamericano: Una ilusión inalcanzable para la mujer judía inmigrante
contactaba con un agente o casero que alquilaba una casa o grupo de casas
durante varios años. Dicho propietario tenía así asegurado su ingreso sin
molestarse en supervisar a los inquilinos directamente. Hemos de resaltar el hecho
de que las familias tenían como prioridad económica el alquiler, antes que el
combustible y la ropa, ya que si no entregaban la cantidad fijada por el casero, éste
podía desahuciarlos rápidamente, lo que, como explica Robert Ernst, tenía terribles
consecuencias:
For those who had acquired a small amount of personal property, the
consequences of eviction were disastrous. A wife´s property could be
seized as well as her husband´s and sold on execution for his
nonpayment of rent. Only such items as necessary as food and clothing,
cooking utensils and tableware, fuel for sixty days, a few pieces of
furniture, the family pictures, and a few books, including the Bible, were
exempt from levy or sale. 29
Ante esta situación, muchos inquilinos recurrieron a la picaresca para poder
reunir el dinero del alquiler, alojando uno o dos huéspedes en sus hogares.
Precisamente, Yezierska refleja esta situación en algunas de sus historias cortas,
por ejemplo "Wings", en la que la protagonista, Shenah Pessah, alquila una
habitación a un joven estudiante. 30 Esta práctica resultaba ventajosa para las
madres inmigrantes, ya que les permitía cuidar de los hijos y de la casa, sin tener
que salir a trabajar a la calle. Las ventajas que presentaba explican el hecho de que
con anterioridad a la restricción de la inmigración a los Estados Unidos en 1920, el
alojamiento de huéspedes constituía la forma más común de ingreso familiar tras el
sueldo del marido. Probablemente, entre un quince y un veinte por ciento de los
hogares urbanos alojaban huéspedes e incluso se llegó, en 1905, a alcanzar la
proporción de un huésped por cada cuatro hogares inmigrantes neoyorquinos. 31
Efectivamente, la posición legal de los inquilinos era realmente frágil frente a
los caseros. Además del desahucio, existían listas negras de morosos, que
dificultaban sobremanera el que un deudor volviera a alquilar otra vivienda en la
misma ciudad. No nos extraña, en consecuencia, encontrar ecos de crítica social en
los periódicos neoyorquinos de la época, en inglés y en otras lenguas, que
denunciaban los desahucios y los precios abusivos de los alquileres, además de
informar sobre la organización de reuniones de inquilinos en las que se discutía la
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