i INDICE Página Introducción iv Notas x Capítulo I. Anzia Yezierska ...

María de los Dolores Vargas Oliva
El sueño americano: Una ilusión inalcanzable para la mujer judía inmigrante
o continuidad entre obras de diferentes escritoras, dando lugar a lo que Showalter
denomina "a female aesthetic". 7 Volviendo a Morris, la investigación dirigida a
establecer una tradición literaria femenina, que pueda coexistir con los grandes
clásicos en una época determinada, constituye, junto a la relectura de textos
femeninos, uno de los dos grandes desafíos a la crítica literaria, al mundo editorial y
a la enseñanza de la lireratura. 8 Respecto a este punto podemos afirmar que
Yezierska escribió inmersa en la tradición literaria femenina de su época, lo que
podemos comprobar en los numerosos paralelismos existentes entre su obra y la de
su coetánea e inmigrante al igual que ella, Mary Antin (ambas mujeres se conocían
personalmente).
Las tesis de Morris nos acercan al problema de la oscuridad editorial a la que
la mayoría de las mujeres escritoras han sido relegadas a lo largo del tiempo y, en
muchos casos, durante su propia época. En el caso de Yezierska, que realizó la
mayoría de su trabajo tras la Primera Guerra Mundial, descubrimos de la mano de
Showalter, que fue éste un período de creciente hostilidad hacia las aspiraciones de
las mujeres que debían enfrentarse al modelo femenino de sumisión y coquetería
conocido como womanly ideal, tan diferente de las figuras femeninas activistas de
finales del siglo XIX y principios del XX. Showalter añade que:
For the literary women who came of age in the 1920s, the postwar
hostility to women´s aspirations, the shift from the feminist to the flapper
as the womanly ideal, and especially the reaction against the feminine
voice in American literature in the colleges and the professional
associations made this decade extraordinarily and perhaps uniquely
difficult. American society´s expectations of modern womanhood were
strikingly at odds with its image of artistic achievement. 9
A la hostilidad generalizada hacia la mujer escritora en esta época, hay que
sumar el rechazo de los críticos literarios hacia la literatura de mujeres, relegándolas
a un lugar muy secundario, fuera del cánon establecido por intelectuales, escritores
y editores varones y contra el que dirigía sus esfuerzos Morris en las líneas
anteriores. En esta ocasión, Sandra Gilbert resume esta idea en el siguiente párrafo:
The treasures of Western culture, it began to seem, were the patrimony of
male writers, or to put it another way, Western culture itself was a grand
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