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María de los Dolores Vargas Oliva
El sueñoamericano: Una ilusión inalcanzable para la mujer judía inmigrante
mujeres emigrantes, dando lugar a conflictos emocionales, que impedirán, en mayor
o menor grado la obtención del sueño americano. En la región judía, los habitantes
se agrupaban en pequeñas ciudades o aldeas llamadas shtletls, donde también
convivían con vecinos gentiles y en las que "the social system was organized along
religious lines with authority based in Jewish law and leadership". 11 En esta
comunidad, el rabino era director espiritual y recibía el apoyo económico de las
familias allí agrupadas; sin embargo, no podía ejercer ningún tipo de cargo político,
de lo que se encargaba el grupo de ancianos sabios y comerciantes ricos. En
realidad, la comunidad judía estaba dirigida por una burguesía moderada por el
carácter religioso de los patriarcas. Ahora bien, podemos decir que el rasgo central
de la cultura religiosa tradicional judía consistía en su orientación hacia valores y
metas del otro mundo.
Cabe preguntarse por el lugar reservado a las mujeres en esta sociedad que,
como veremos a continuación, no era en absoluto pasivo. Las esposas de los
rabinos y de los profesores de religión o rebs tenían la obligación de respaldar
económicamente a sus maridos, ya que "Jewish folk culture acknowledged that a
woman might even earn a place in Paradise if she labored to support a religious
man", pero frente al concepto de mujer como compañera fuerte y dócil al mismo
tiempo, se encontraba el lado oscuro femenino de la pasión (en la mentalidad
misógina del patriarcado judío). 12 En este sentido, la sensualidad femenina seducía
al hombre judío, arrastrándolo hacia la perdición.
Dejando a un lado la religión y volviendo a la realidad cotidiana, descubrimos
que la mujer trabajaba en la tienda familiar, o se dedicaba a la artesanía, que era la
forma socialmente más apreciada de trabajo femenino ya que conocer un oficio
mejoraba las posibilidades de matrimonio de las jóvenes solteras.
Otra profesión reservada a las mujeres era la de costurera. 13 Creo interesante
hacer aquí un pequeño inciso para explicar el proceso de aprendizaje y las
condiciones de trabajo de las jóvenes aprendices porque el conocimiento de este
tema por parte de Yezierska influiría de forma importante en su obra. La muchacha
que deseaba aprender el oficio debía pasar por una etapa de aprendizaje durante la
que se alojaba en casa de un costurero o costurera hasta aprender el oficio y sólo
iba a su propia casa para el descanso del sábado y las vacaciones. 14 El patrón
recibía el nombre de bread giver que, curiosamente, coincide con el nombre de la
novela de Yezierska publicada en 1925, lo que nos permite trazar una conexión
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