if08-09 - Asamblea Legislativa
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Capítulo I Seguridad Humana 99<br />
Si bien el esfuerzo del PANI es rescatable, no es<br />
posible, como país, aceptar un sistema de protección<br />
aún débil y poco articulado, con capacidad<br />
limitada en la respuesta efectiva ante las<br />
múltiples demandas de prevención y protección<br />
de los niños, niñas y adolescentes ante amenazas<br />
viejas y nuevas. A partir de los diferentes<br />
casos conocidos año a año por la Defensoría de<br />
los Habitantes, se ha dado cuenta de estas debilidades<br />
tanto en lo individual como estructural,<br />
demandando a las distintas instituciones y autoridades<br />
intervinientes la acción eficaz, efectiva y<br />
oportuna que se requiere. Como veremos más<br />
adelante, el caso de la intervención en materia<br />
de protección ante las drogas, es un ejemplo<br />
claro de todas estas condiciones de inseguridad<br />
y violación de derechos que, por acción, omisión<br />
o resultado, siguen viviendo la población<br />
menor de edad del país.<br />
Conforme con lo que de manera reiterada ha<br />
venido manifestando la Defensoría de los Habitantes<br />
en los informes de casos, así como en<br />
los Informes Anuales, la Contraloría General de<br />
la República coincide con las debilidades observadas<br />
en cuanto a coordinación y articulación<br />
existentes entre las instancias del sector<br />
de niñez y adolescencia, así como la ausencia<br />
de políticas públicas que sirvan de marco para<br />
el desarrollo de una estrategia nacional en la<br />
materia. 17<br />
• Seguridad política: Si bien se suele invocar<br />
la seguridad política en función del ejercicio de<br />
los derechos de ciudadanía de las personas<br />
adultas, desde el enfoque de derechos, las personas<br />
menores de edad también cuentan con<br />
una ciudadanía social activa que debe ser reconocida,<br />
promovida y protegida por parte del<br />
Estado. La titularidad de derechos y deberes<br />
supone una condición de exigibilidad plena de<br />
éstos, asentada en el derecho a la participación<br />
como presupuesto esencial de dicha titularidad.<br />
La posibilidad y capacidad de los niños, niñas y<br />
adolescentes de ser parte y ser tenidos como<br />
parte en todos los asuntos que les atañe, supone<br />
una modificación de las formas tradicionales<br />
de interrelación de las personas adultas<br />
con esta población. Informar, opinar, formarse<br />
un juicio, participar, son elementos esenciales<br />
de una ciudadanía activa que debe ser altamente<br />
promovida y garantizada en todos los niveles<br />
de socialización (la familia, la escuela, la comunidad,<br />
las instancias de toma de decisiones).<br />
17 Contraloría General de la República, Informe Nº DFOE-SOC-<br />
18-20<strong>09</strong>, 30 de abril de 20<strong>09</strong><br />
En relación con este derecho la brecha entre<br />
la norma y la realidad sigue siendo amplia; muy<br />
al contrario, la expresión de los niños, niñas y<br />
adolescentes sigue estando mediatizada por la<br />
intervención de los padres, madres y encargados,<br />
así como toda forma de manifestación de<br />
su identidad sigue estando sujeta a prejuicios<br />
y estigmatizaciones. En este ámbito, la discriminación<br />
que sufren, particularmente las y los<br />
adolescentes, simplemente por su condición<br />
de tales. El 50% de las personas jóvenes encuestadas<br />
en el año 2007, coinciden con esta<br />
afirmación, a lo que se suman otros factores de<br />
discriminación basados en el género, la condición<br />
migratoria, la discapacidad, la orientación<br />
sexual y la condición socio-económica. 18 Persiste<br />
aquí la violencia estructural sustentada en<br />
condiciones de exclusión social, de la cual no<br />
escapa la población menor de edad.<br />
III. Consumo de drogas: “justificación” de<br />
violaciones de derechos de los niños, niñas y<br />
adolescentes<br />
Como se ha podido advertir, desde el enfoque de la<br />
protección integral y a partir de las condiciones que<br />
deben garantizarse a nivel de la seguridad humana,<br />
resulta evidente que las personas menores de edad<br />
que usan y abusan de sustancias psicoactivas, presentan<br />
uno o múltiples escenarios de vulnerabilidad<br />
en su desarrollo; lo mismo sucede con las violaciones<br />
a sus derechos.<br />
“La experiencia de la Defensoría evidencia casos<br />
donde existen factores de riesgo y vulnerabilidad que<br />
se gestan en un entorno socio-afectivo deficitario y de<br />
escasa contención y apoyo comunitario que expone a<br />
las personas menores de edad, a peligros que atentan<br />
contra su vida, integridad física y emocional, así como<br />
su seguridad, limitando así, su adecuado desarrollo y<br />
el disfrute pleno de los derechos humanos.”<br />
Dirección de Niñez y Adolescencia, 20<strong>09</strong><br />
Un entorno familiar y social inseguro (desde las distintas<br />
dimensiones en que la seguridad puede ser concebida),<br />
carente de afecto, respaldo, límites, cuyos conflictos<br />
se gestionan por medio de la violencia, es caldo<br />
de cultivo idóneo para que se concrete la amenaza<br />
de la dependencia al consumo y abuso de las drogas,<br />
18 I Encuesta Nacional de Juventud, ibid, p. 81.