SOCIEDAD CIVIL y diversidad - Acceso al sistema - Cámara de ...

19H ' ROSSA.\A REGCILLO
modernidad se ve hoy desafiado por afuera y por adentro, por arriba
y por abajo; el avance del neoliberalismo globalizado, la pérdida
de soberanía sobre recursos y patrimonio frente a los grandes consorcios
y organismos supranacionales, la nueva política de seguridad
global han venido traduciéndose en precariedad para hacer frente a
las demandas internas y ello a su vez se traduce en una fragilización
del pacto social.
En lo político-simbólico el Estado nacional conserva prácticamente
intactas las funciones rectoras, organizativas, representativas y tutelares
que estuvieron en la base de la formación moderna de la nación mexicana;
sin embargo, en lo político-económico el Estado ha ido replegándose,
perdiendo o adelgazando al extremo las condiciones objetivas para
sustentar su poder centralizador.
Esta tensión ha provocado además de una pérdida de legitimidad del
propio Estado, constantemente impugnado por su incapacidad para dar
respuestas a la gran cantidad de demandas sociales y políticas en una
sociedad sacudida por los llamados "ajustes estructurales", una fragmentación
del movimiento social que no logra la articulación de las
múltiples demandas que se acumulan diferencialmente en los diversos
estratos, grupos y espacios de la sociedad mexicana. Este último aspecto
resulta fundamental para la discusión que aquí nos ocupa, en el sentido
de que la complejidad del momento que atravesamos dificulta para
muchos sectores de la población la ubicación "del interlocutor". Lo que
quiero apuntar con esta idea es que para una mayoría "no organizada",
cuyas carencias, demandas e impugnaciones no están siendo recogidas
ni representadas por las instituciones políticas "tradicionales" (partidos
y sindicatos), y que tampoco acusan un especial entusiasmo por
vincularse a estas instituciones -también deslegitimadas-, el Estado
es una figura lejana, abstracta, refractaria, difícilmente ubicable en
los horizontes de la cotidianidad.
De las carencias y vacíos se culpa a las transnacionales, a los países
poderosos, al tratado de libre comercio, al narcotráfico, al crimen organizado,
a los políticos corruptos, a los piratas de Tepito, al gobierno del
cambio o los enemigos de ese cambio agazapados en el PRI o en el PRD,
a las sectas diabólicas, a Marilyn Masan y de paso a los mismísimos
pobres que se empeñan en no salir de su pobreza. El poder centrípeto
del Estado nacional de la década de los veinte y de los treinta del siglo
pasado cede su lugar a la fuerza centrífuga de conflictos sin interlocutor
pero con múltiples responsables.