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CULTURA POLÍTICA YPARTICIPACiÓN CIUDADANA' 379
según se acerque o se aleje de tipos ideales previamente establecidos
constituye el elemento esencial para establecer el tipo de cultura cívica
que posee un sujeto. Uno de los sustentos teóricos más conocidos, y
también más usados a pesar de las críticas que ha recibido, es la famosa
escala de Almond y Yerba (1963).6
El estudio empírico de la participación:
ambigüedades y cuestionamientos
No solamente en el diseño de la mayoría de las encuestas sobre la vida
política se hace referencia a la participación como el elemento clave que
define la vida democrática de una comunidad o localidad y también su
cultura política, sino también en el ámbito de los discursos políticos y
de muchas organizaciones no gubernamentales. En todos estos ámbitos
la definición de lo que se entiende por participación se da por establecida,
y rara vez se considera la indagación de lo que piensan los sujetos,
es decir, lo que experimentan subjetivamente acerca de sus acciones
y la representación que tienen de sus prácticas de participación.
Estas definiciones resultan problemáticas a la hora de interpretar las
acciones políticas de muchos individuos o grupos, de catalogar sus prácticas
de participación o de evaluar el impacto de un programa de educación
cívica, porque involucran -explícita o implícitamente- tres supuestos
básicos que no pueden generalizarse para todos los ámbitos cotidianos ni
para todas las realidades socioculturales.
El primer supuesto establece que todos los sujetos comparten el mismo
sentido acerca de lo que se entiende por participación cívica y política
y diferencian claramente el ámbito de la participación política de
otros ámbitos de la participación comunitaria, vecinal, festiva, religiosa,
grupal, etcétera. El segundo sostiene que la participación es producto
de una decisión individual} voluntaria y reflexiva, lo cual implica que todos
los sujetos siempre tienen la opción de escoger si participan o no. Y el
tercero, supone que la participación es intrínsecamente democrática e involucra
algún grado de inclusión en la toma de decisiones de un grupo.
Es decir, si un individuo participa adquiere la capacidad, en menor o
mayor medida, de influir en las decisiones del grupo.
6A partir del influyente y controvertido planteamiento de Almond y Yerba (1963), muchos estudios
sobre cultura polltica en México privilegian una noción de participación ciudadana muy estrecha,
centrada excesivamente en los procesos electorales y desligada del contexto socioeconómico (véase para
una crítica en este sentido, Pateman, 1980).