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346 • BERNARDO BARRANCO V.
salinista en el interior de la Iglesia y en el hombre de la Iglesia en el interior
de salinismo. Estos excesos lo llevaron a acumular presiones internas
y reproches que, al finalizar el salinismo, lo hicieron aparecer como
disfuncional e incómodo tanto para los integrantes del gobierno de Zedilla
como para la propia jerarquía.
Como todo proceso, los jalones internos del cuerpo eclesial y de la
propia cúpula religiosa fueron intensos. Se consuma una especie de desplazamiento
eclesiástico del cardenal Ernesto Corripio Ahumada al principio
de la década de los noventa, quien pierde el liderazgo y la iniciativa
de conducción de la Iglesia. El manejo y la representatividad de la Iglesia
pasa absolutamente a manos de Prigione, quien se convierte en el puente
obligado entre la Secretaría del Estado Vaticano, Los Pinos y los obispos
mexicanos. Asimismo, Prigione se convierte en el foco de ataques
tanto de los sectores religiosos como de muchos grupos liberales dentro
y fuera del PRI que reprobaron el acercamiento del gobierno con la Iglesia.
El férreo disciplinamiento que Prigione ejerció sobre la jerarquía para
que ésta pareciera unida, sólida y fuerte se desvanece una vez consumados
los cambios constitucionales. En la Iglesia católica surgen los
acentos regionales y las diferencias generacionales, los matices pastorales,
las discrepancias. La tensiones internas en la Iglesia no se debaten
entre progresistas y conservadores, sino ante la excesiva injerencia del
nuncio y de la Secretaría de Estado del propio Vaticano, se abren nuevas
avenidas de discrepancias entre vaticanistas y mexicanistas. 8 Estos
últimos sin Corripio arrasan en votación, en la conferencia episcopal de
1995, la presidencia del CEM en favor del retorno de monseñor Sergio
Obeso, quien se había distinguido en su anterior gestión por haber
mantenido distancia de Prigione.
Los disciplinamientos pragmáticos y de corto plazo se resquebrajan,
los obispos empiezan a tomar distancia de Salinas y a criticar su modelo
económico, las corrientes integrales empiezan a tomar fuerza, denunciando
el estado moral del país, la corrupción, el narcotráfico, la política
poblacional, etcétera. Corrientes liberacionistas, como en Chiapas con Samuel
Ruiz, se sostienen y son capaces de resistir a los duros embates tan-
'En la nota de José Antonio Román de septiembre de 1994, se señala que la LVII Asamblea del Episcopado,
"Una vez alcanzadas las añejas demandas de reconocimiento jurídico que unían celosamente a
los obispos frente al Estado, en la renovación por la presidencia aflorarán las diferencias y es previsible
que contiendan dos grandes bloques, uno con posiciones más cercanas al Vaticano y otro con posturas
más nacionalistas". "Vaticanistas y mexicanistas se disputan el Episcopado", La Jornada, 24 de septiembre
de 1994.