SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf
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Juan, (621) pero también se fabricaban en pequeña escala en San Luis. La manteca,<br />
(622) el queso y la leña, valían muy poco. Los quesos hechizos (623) se vendían bien en<br />
Mendoza y en San Juan, como la grasa y el cebo. La docena de calabacitas con ají<br />
costaba 3 rs. y medio, y el ciento de manzanas de la sierra 4 rs. (624)<br />
Por esos días asomaba el especulador y el acaparador. (625) Es interesante<br />
comprobar que el Cabildo trató de desbaratar con oportunas disposiciones el<br />
acaparamiento apuntado y que Dupuy estalló con justificada indignación al comprobar<br />
el frío cinismo con que mercachifles sin entrañas sorprendían la sencillez lugareña, ya<br />
en aquel tiempo, cambiando zaraza o manufacturas ordinarias por los más nobles<br />
frutos de la región. Mucho hemos meditado sobre estos comienzos o pininos de<br />
ruindad, pero tenemos que declarar que ello era nada comparado con la especulación<br />
desvergonzada y consentida que traería luego sobre nuestra tierra el liberalismo<br />
económico en forma desatada.<br />
El brin, la zaraza y los cocos (especie de percales) ordinarios a 2 rs., 1 real 3<br />
cuartos y a 4 rs. la vara respectivamente, como el cotín de hilo o de algodón a 2 rs. 1<br />
medio y a 2 rs. 1 cuarto, hicieron competencia ruinosa a nuestros picotes y bayetas,<br />
primero, y luego hundieron definitivamente la tejeduría. (626) Nos queda, empero, el<br />
honroso consuelo de saber que nuestra capacitación hispánica de entonces nos dio<br />
patria independiente. (627)<br />
Las pulperías vendían catones y catecismos a 1 r. y medio, y productos<br />
tintóreos regionales como raíz de teñir y clavillo, pero, poco a poco, esos mismos<br />
almacenes rurales vendieron jarros, vasos y bombillas de lata, estribos de fierro,<br />
621<br />
El vino, entre 1814 y 1822, se vendía, el de buena calidad, a 4 reales el frasco (alrededor de 2 litros y medio), y<br />
a 2 y medio reales el ordinario. Un buen vinagre costaba 4 reales el frasco. El mejor aguardiente se podía adquirir<br />
a 1 peso 4 reales el frasco, y el ordinario a 6 reales. El frasco de anisado costaba 1 peso 2 reales; el de ginebra o<br />
ron finos, 3 pesos, y el de caña 1 peso.<br />
622<br />
Excelente manteca de Carolina o el Rosario. El aceite era muy poco usado. Todo se cocinaba con grasa o<br />
manteca. La limeta de aceite (alrededor de 1 litro) costaba 1 peso, o 1 peso 1 real. Ib., c. 22, e. 54 y c. 24, e. 35.<br />
623<br />
Los queso grandes, de 5 a 6 kilos, costaban 4 reales, y los chicos, de 2 a 3 kilos, 1 real y medio. Ib., c. 24, e. 35<br />
y c. 28, e. 29.<br />
624<br />
Ib., c. 27, e. 14 y c. 28, e. 29.<br />
625<br />
En 1816 se comprobó acaparamiento de sebo y grasa en la ciudad de San Luis, y Dupuy en la campaña<br />
descubrió una especulación desmedida sobre diversos efectos vendidos a cambio de frutos de la jurisdicción.<br />
Parece que las ganancias eran del 500 al 700%. Estaban complicados algunos peninsulares y americanos. Más<br />
tarde, para estas actividades hubo campo libre; nos referimos al auge de la economía liberal. ¿Quién no ha<br />
conocido en San Luis al sirio acriollado, o al judío pichinchero y esquilmador, bajo el rotulo aparentemente<br />
inofensivo de acopiador de frutos? Ib., c. 19, e. 55, f. 7, y c. 20, e. 11.<br />
626<br />
No corresponde tratar la cuestión en esta oportunidad, pero ofrecemos un claro fundamento para hacer ver<br />
como las “luces”, algunas veces, apenas si aprovechan para encandilar. Y, entonces, o se cae en la inocentada del<br />
progreso y de la civilización, o se incurre en el “perduellio” de la explotación inicua y traidora. Así nacieron las<br />
provincias C<strong>EN</strong>ICI<strong>EN</strong>TAS. Por esa vía se concretó nuestro empobrecimiento, que no es lo mismo que pobreza<br />
natural. Tal ocurrió en todos los campos de nuestra producción e industrialización, que DEBIERON SER<br />
PROTEGIDAS con respecto as manufacturas foráneas que invadieron el país para arruinar nuestra economía,<br />
primero, y luego, imponer precios. ¿Qué nos quedó? La despoblación y la miseria. Un traje de zaraza ordinaria,<br />
se vendía a 1 peso 6 reales. El bombasí, la cotonía y bramante (de Bravante), costaban: 3 y medio, 2 y 2 medio<br />
reales la vara, respectivamente. Ib., c. 28, e. 29 y c. 30, e. 23.<br />
627<br />
Véase el notable ensayo de H. Sáenz y Quesada, titulado “El humus y el vapor”, en “Sol y Luna”, Bs. As.,<br />
1940, Nº 4, p. 72. Dígase lo que se quiera, no obstante ni la legislación y la economía liberales ni el mateco,<br />
“mosca que vino a la miel”, posteriores al 52, crearon nuestra riqueza, y mucho menos nos dieron aptitudes de que<br />
carecíamos. Relativa y esencialmente, cada día que paso fuimos más pobre y más inútiles, a pesar del derecho<br />
escrito, de la pedagogía oficial y de la “política democrática” de que estuvieron siempre aviesamente hinchados<br />
los discursos, al mismo tiempo que el SISTEMA con su escuela: el COMITÉ, lo podría todo… léase el<br />
comentario de Francisco Ramos Mejía, citando a López, a Mitre y Trelles, que, aunque muy incompleto y muy<br />
objetable en algunos aspectos, pone, en otros, las cosas en su lugar. “El federalismo argentino”, Bs. As., 1915, pp.<br />
190-197, IV.