09.05.2013 Views

SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Cerros Largos, guardaba su ropa y sus papeles, y con Fr. Vicente Guiñazú, que era<br />

tenedor de sus fondos en su residencia de Rincón del Carmen. De todo lo cual surge<br />

una red de intereses realistas tejida en el centro mismo de la jurisdicción puntana, sin<br />

contar los esclavos y mestizos implicados, que nadie menciona, pero que es fácil<br />

suponer leyendo con atención al proceso. (375)<br />

Podemos, pues, repetir, especialmente referidas a Renca y a San Luis, las<br />

palabras con que Efraín U. Bischoff, en reciente “cuaderno”, (376) recuerda el fuerte<br />

partido realista de Córdoba: “En el fondo de algunos corazones estaba todavía<br />

llameando el amor hacia la España aquella, imposible de olvidar”.<br />

Y agregamos nosotros: que el heroico patriotismo de los independientes<br />

muchas veces se agigantó, ocultando, con generosidad fraternal, a la inflexible y<br />

necesaria justicia de aquella hora, la también sincera y heroica definición realista, de<br />

quienes no podían ser negados en su condición de hermanos, ya que hasta ayer no<br />

más, unos y otros, tenían una sola bandera en la grandiosa convivencia de la España<br />

imperial.<br />

No habían transcurrido tres meses, cuando, entre Renca y la posta de El<br />

Salado se perdió un paquete de correspondencia oficial. ¿Quiénes podían haber<br />

tenido interés en sustraerlo? Sin duda, los realistas que trataban de entorpecer el<br />

movimiento separatista. D. Rafael de la Peña instruyó el sumario ordenado por<br />

Dupuy. El postillón Fermín Colchado había salido al obscurecer de la posta de Los<br />

Molles llevando el paquete que luego se perdió. Así lo declaró el maestro de posta D.<br />

José Santos Ortiz y lo confirmó el mismo Colchado, por otra parte, hombre de<br />

confianza de Ortiz. A media noche, después de recorrer un poco más de once leguas,<br />

ya que había pasado por la estafeta de Renca, llegó a El Salado, golpeó en la puerta<br />

de la habitación de la maestra de posta Dña. Teresa Puebla, y “alguien”, que dormía<br />

en la galería y se levantó a espantarle los perros, le recibió el paquete informándole<br />

que doña Teresa estaba durmiendo. El postillón regresó incontinenti en la inteligencia<br />

de que la correspondencia sería entregada. En su declaración, la estafetera de El<br />

Salado negó haber recibido tal paquete, y cuando Ortiz argumentó recordando que<br />

Doña Teresa había ocultado y facilitado la fuga del maestro Blas y García, aquélla<br />

replicó haciendo notar que D. José Santos Ortiz tenía en su casa dos godos -<br />

¿confinados?- que podían haber seducido al postillón. Este fue encarcelado a pesar<br />

de los términos de su deposición reveladora de una ingenuidad increíble, en virtud de<br />

su responsabilidad de correo, ya que no había entregado en mano propia a la<br />

maestra de posta de El Salado el paquete de oficios. En resumen: nada. Los<br />

verdaderos interesados en estar al tanto de los planes sanmartinianos quedaban<br />

acechando en la penumbra. (377)<br />

Al ser conducido el coronel Agustín Huici desde Mendoza a Buenos Aires<br />

debió quedar en San Luis, enfermo, imposibilitado para seguir viaje. El 12 de julio de<br />

1816, restablecido, el coronel realista marchó hacia su destino custodiado hasta El<br />

Morro por el Tte. 1º D. José Gregorio Calderón falleciendo al llegar a dicha población.<br />

De inmediato regresó Calderón a San Luis con el equipaje del infortunado militar. Con<br />

este motivo, Dña. Martina Palma, vecina de la capital puntana, se expresó en forma<br />

injuriosa con respecto a Calderón, afirmando que había asesinado a Huici para<br />

375 Ibidem, c. 19, e. 20.<br />

376 “Córdoba en 1811”, Córdoba, 1947, p. 4 del texto sin numeración. Recién en enero de 1818 podía escribir a<br />

Dupuy don Lucas Adaro, comandante de la frontera Sur de Córdoba, con asiento en La Carlota: “Ya la Provincia<br />

de Córdoba no es lo que era en tiempos de Díaz. Ya los Patriotas gritan viva la Patria sin temor, lo que en<br />

aquél tiempo era un delito criminal, los godos andan un poco gachos,…” A. H. P. S. L., c. 24, e. 7.<br />

377 Ibidem, c. 21, e. 29.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!