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SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

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apenas alcanzan a ser posturas, barnices de oportunismos jugosos, o soberbias<br />

construcciones de una razón que hace rato se ha dictado sentencia de muerte.<br />

¿Quién puede negar que nuestros “ilustrados” fueron fieles a los “principios<br />

liberales”? En 1822, D. José Lorenzo Guiraldes desde Mendoza, escribía al<br />

gobernador Ortiz a propósito de “la fuerza irresistible de las ideas liberales que<br />

hoy gobiernan al Mundo y el encanto de las luces que nos descubren la senda<br />

de la beneficencia”. Y el experimento liberal recién comenzaba. (413) Cuando finalizó<br />

el siglo, ¿cuántas de nuestras mujeres podían subvenir a las necesidades de<br />

esmirriado hogar: hilando, tejiendo, tiñendo, cardando o tejiendo lana? ¿Cuántos de<br />

nuestros entecos paisanos sabían todavía cortar una cama, construir una puerta o<br />

una carreta, fabricar un escaño, forjar la reja de un arado, fundir una chaveta, curtir un<br />

cuero? (414) ¿Cómo y con qué resguardos legales se habían salvaguardado las<br />

manufacturas caseras como los cordobanes, el almidón, el vinagre, el vino, el jabón,<br />

las velas, los peines, el calzado, los dulces, las frutas secas, etc.? ¿En qué medida se<br />

había mejorado la edificación rural? ¿Cómo se había estimulado la fruticultura, la<br />

agricultura y la ganadería?<br />

Eso era el pasado de una cultura rural que la suficiencia extranjerizante dejó<br />

morir, pero que esa misma suficiencia suplantó con sucedáneos como la<br />

empleomanía, el normalismo laico, el comité clásico, la “coima”, la “aviación”<br />

oficializada y las mercaderías inglesas o francesas de inferior calidad, tipo “standard”.<br />

(415) Y así las “luces”, la fuerza de las ideas liberales que decía Guiraldes a Ortiz,<br />

reemplazaron: las petacas de cuero crudo de duración ilimitada y las arcas que<br />

podían utilizarse un siglo, por los baúles de tabla y lata estampada; los aperos para<br />

toda una vida, como las ropas de cama o los enseres labrados a mano con típicas<br />

características, como las bombillas y mates de plata, braseros y pailas de cobre, por<br />

montura de suela quemada, colchas de lanilla o sábanas de algodón, bombillas de<br />

hojalata y mates de loza fabricados en serie, braseros de hierro refundido, pailas<br />

enlozadas.<br />

Aquello, podemos representarlo por las muñecas de alhucema, que tan<br />

prolijamente preparaban nuestras abuelas a fin de preservar los ajuares y<br />

413 A. H. P. S. L., c. 28, e. 17.<br />

414 Basta revisar con alguna atención los expedientes del ramo de propios del Cabildo, para comprobar con<br />

satisfacción que: el comercio, la industria, la artesanía y los oficios, estaban en manos de criollos. No se trata,<br />

pues, de virtudes revolucionarias, frutos de una Libertad mitológica. La generación que hizo la llamada<br />

“revolución”, tenía, por lo menos, 30 años cuando la hizo. Su escuela había sido real.<br />

415 Comienza la Guerra de la Independencia. Se declara la Independencia política. Sigue el largo período de<br />

guerras civiles. Alternativa o endémicamente, en San Luis, se luchó, en inferioridad de condiciones, con los<br />

indios. Ningún pueblo de la República, como San Luis, se desangró en lucha semejante. De las capitales de<br />

provincia, ninguna, como San Luis, fue durante tanto tiempo fortín de frontera en choque permanente con el indio.<br />

Y como remate la incomprensión y la entrega porteñas. La Guerra de la Independencia dejó exhausto al Pueblo<br />

puntano. Los “patriotas” del Puerto, como recompensa, favorecieron las manufacturas inglesas o francesas; vale<br />

decir se decretó la muerte de nuestras industrias hogareñas. Mientras nuestras tejedoras debían vender para el<br />

Ejército de los Andes: los ponchillos a 1 peso y los ponchos a 2 pesos, en Córdoba no se podía comprar ponchos,<br />

porque a los fabricantes les convenía más venderlos en el Paraguay a 32 reales (4 pesos). Cfr. “San Martín y<br />

Córdoba”, p. Pedro Grenón, S. J., Córdoba, 1948, p. 69, carta de don Ambrosio Funes al Gral. San Martín. –<br />

Pueyrredón, con aquel criterio de que “los porotos no producen más que porotos”– lo que no deja de ser una<br />

ventaja, porque está visto que las “luces” fueron y son fuente de tinieblas- y con aquella su idea de que los<br />

gobernantes del interior eran malos por el hecho de ser provincianos; vale decir con sus “luces” librecambistas,<br />

resolvió el problema de las hilanderías inglesas. Lo que siguió fue llover sobre mojado. –Aun viendo este<br />

problema desde el punto de vista liberal con que supone apreciarlo bien el Sr. Mercau, trab. cit., Nº 156, letra e, no<br />

puede menos que aseverar, refiriéndose a nuestros tejidos: “cuya industria típicamente puntana está poco<br />

menos que extinguida”. –Los mismos efectos desastrosos en la España agabachada y liberal, pueden estudiarse<br />

en “Individualismo y socialismo”, por J. Vázquez de Mella y Fanjul, obs. compts., Madrid, 1943, t. 4, p. 327.

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