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SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

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Entendida así nuestra Guerra de la Independencia, como choque civil,<br />

encontramos lógico atadero a las contiendas intestinas posteriores, y arrumbamos en<br />

el desván de los disparates de otrora esa narración tan común en labios de<br />

pedagogos poco enterados, que siguen dando valor de supervivencia a esta falsedad:<br />

la Guerra de la Independencia fue una contienda entre americanos (“patriotas”) y<br />

españoles o “godos”…<br />

Si la Historia en algún momento puede ser o parecer, por sobre todo, pasión,<br />

vale decir parcialidad, que es tanto como mentira, es menester que ella, finalmente,<br />

se concrete en serenidad o equidistancia de juicio, en certeza histórica. Pero en<br />

circunstancia alguna debe ser manifiesta y ridícula fábula reiterada con tozudez de<br />

iletrado.<br />

Escrito lo que antecede, que fraternalmente dedicamos a nuestros colegas de<br />

primeras y segundas letras, pongamos nuestra atención en la jurisdicción puntana.<br />

¿Cuáles eran los tres frentes que apuntamos en el encabezamiento de este<br />

capítulo? Primero, el que llamamos de vanguardia, que desde 1814 hasta el día en<br />

que se libró la batalla de Chacabuco, corría a lo largo de los Andes con una amplitud<br />

que calificamos de móvil, y tenía como centro principal de operaciones a Mendoza.<br />

Segundo, el frente de retaguardia, cuyo núcleo vital era San Luis, la “llave de<br />

Cuyo”, según el conocido y exacto símil de Luzuriaga; frente que tenía dos misiones<br />

fundamentales: el reclutamiento y aprovisionamiento de importantes contingentes<br />

destinados al Ejército de los Andes, primero, y, segundo, el más riguroso y atento<br />

aislamiento de los términos orientales de Cuyo con respecto a Córdoba,<br />

gradualmente ganada para la causa de Artigas. Todo lo cual fue cumplido con<br />

fidelidad e inteligencia por Dupuy y sus colaboradores, al mismo tiempo que se<br />

vigilaba estrechamente a los confinados y prisioneros distribuidos en todos los<br />

partidos de la jurisdicción puntana, (363) como así también el no escaso número de<br />

realistas lugareños, peninsulares o criollos, contra los cuales se tomaron medidas<br />

extremas. Este frente se derrumbó en febrero de 1820. (364)<br />

Tercero, el llamado de La Frontera, que se extendía desde la confluencia del<br />

Tunuyán con El Desaguadero, pasando por San José del Bebedero, El Tala y San<br />

363 A. H. P. S. L., c. 16, e. 79; c. 17, exps. 4, 9 y 40; c. 18, exps. 5, 16, 21, 22, 23, 37, 49, 57 y 59; c. 19, exps. 5, 6,<br />

13, 20, 24, 25, 35 y 37; c. 20, exps. 2, 5, 12, 15, 23, 25, 32 y 35; c. 21, exps. 4 y 30; c. 22, exps. 7, 15, 18, 37 y 41;<br />

c. 23, exps. 4, 5, 11, 15, 16, 17, 20, 23, 24, 25, 26, 38 y 41; c. 24, exps. 1, 2, 3, 5, 7, 15, 17, 21, 22, 24, 27, 28, 29,<br />

y 33; c. 25, exps. 3, 4 y 31. La documentación mencionada corresponde al período comprendido entre 1814 y<br />

1819. El e. 79 de la c. 16 corresponde a 1813.<br />

364 San Luis es el último reducto sanmartiniano que cae. Cf. n. 335 de estos apuntes. El 17 de enero de 1820 el<br />

Cabildo de Mendoza comunicó a Dupuy la dimisión de Luzuriaga. Sobre lo mismo, éste, ya había oficiado al Tte.<br />

de Gob. de S. Luis, el día anterior, reiterándole comunicación el 18 del mismo mes. (A. H. P. S. L., c. 26, e. 47)<br />

Cuatro días después, Dupuy tanteó el terreno y presentó su renuncia al Cabildo. Ese mismo día, 22 de enero, los<br />

capitulares le contestaron que en virtud de la gravedad de las circunstancias habían decidido convocar un Cabildo<br />

Abierto para el día 24. Realizado éste, el Pueblo rechazó la renuncia de Dupuy. (Ibidem, c. 26, e. 45) Entonces se<br />

concentró el fuego sobre la misma posición puntana. Protestó el Cabildo de San Juan, amenazó el Cabildo de<br />

Córdoba, e intrigó con la tendencia federalista que en San Luis encabezaban el Lic. D. Santiago Funes, D. Tomás<br />

Baras y D. Ramón Esteban Ramos. Desde Mendoza se presionó en igual sentido. Ante una situación insostenible<br />

y en la imposibilidad de rechazar S. Luis sola una inminente invasión, los hombres influyentes de aquella hora<br />

acordaron pedir la dimisión y luego el alejamiento de Dupuy. Tal ocurrió el 15 y el 19 de febrero respectivamente.<br />

Aparentemente había triunfado la tendencia antidupuísta, por cuanto resultó electo alcalde de 1 er voto D. Tomás<br />

Baras. Pero éste fue depuesto entre el 22 y 23 de marzo, “a fuerza de bayonetas”, según sus propias palabras en<br />

carta al Lic. Funes, (Ibidem, c. 25, e, 26) por un movimiento acaudillado por gente muy adicta a Dupuy; tales: D.<br />

José Santos Ortiz, electo alcalde de 1 er voto, y D. Luis de Videla, que, más tarde, durante la gobernación de Ortiz,<br />

ocupó el cargo de comandante de armas. Los amigos de Dupuy, para derrocar a los “federales rabiosos”, contaron<br />

con el apoyo de los partidarios de D. Marcelino Poblet. Esta situación equidistante y prudente se prolongó hasta<br />

1829, en que San Luis también sufrió las terribles consecuencias del alzamiento de Lavalle.

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