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SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

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Belloc y para Nickerson, (66) tiene acentuado carácter evasivo (“elusive”). No obstante,<br />

de ninguna manera nos proponemos plantear problemas de certeza, que sin duda<br />

alguna nos envolverían en la madeja de una de las más resonantes polémicas de<br />

tiempo atrás, (67) aun cuando debemos expresar, con la mayor claridad que nos sea<br />

posible, que en modo alguno confundimos la problemática “voluntad colectiva”, -la del<br />

Pueblo Puntano- con la siempre posible voluntad personal –la de San Martín- y<br />

menos, mucho menos, postulamos un “determinismo histórico”, que del “azar” o de<br />

una prueba casual, cuando no de un “destino caprichoso”, saca un “testigo<br />

providencial”.<br />

No, para nosotros ésta es una cuestión de criterio, éste es un asunto de<br />

elementales nociones bien asentadas, tal cual lo expone Balmes en una de sus obras<br />

más difundidas. (68) Porque, o fracasamos en la empresa, mostrando incapacidad<br />

para penetrar el espíritu de una época, y lo repudiamos y lo falseamos en virtud de<br />

todo lo que en él difiere o se opone al de la nuestra, o, en presencia de los<br />

documentos mismos, descubrimos ineptitud para captar la fugacidad de ese espíritu<br />

que muchas veces está revelándose en un pormenor, en una constancia recóndita o<br />

minúscula, que apenas si es nada para nuestros prejuicios; cuando no calificamos<br />

negativamente, con nuestra suficiencia cegatona, aquello que nos está hablando en<br />

un idioma que no entendemos. Ya volveremos sobre esto.<br />

Veamos, primero, por qué nuestro propósito, vale decir alcanzar el espíritu de<br />

una época de la Historia de la Provincia de San Luis, no puede concretarse en una<br />

síntesis. (69) Y nos apresuramos a poner por delante la cuestión por dos razones.<br />

Primera, porque la ignorancia de la mayoría de eso que hemos considerado “la caja<br />

de resonancia de todo sano cultivo de la Historia”, -y de esta ignorancia no excluimos<br />

ni a los especialistas- a conducido al lugar común del juicio despectivo referido a lo<br />

que se ignora. Segunda, porque la breve extensión del proceso histórico nacional,<br />

con relación al universal, para ser eficaz, impone a la investigación el análisis.<br />

Ahora bien, de ninguna manera la pasión ni el eco de la pasión, que es<br />

repetición irresponsable, puede ser el camino que nos conduzca, tan siquiera con<br />

mediana eficacia, a realizar una tarea analítica que no sea una ingenua o una<br />

preconcebida traición al espíritu de la época que nos proponemos estudiar, y por<br />

ende, hacer conocer mediante la más ajustada revelación esencial posible.<br />

Por eso, reemplazar la ardua tarea heurística vinculada a todos los medios que<br />

distinguen a cada proceso histórico, por la cómoda invectiva propia o ajena, cuando<br />

no con el silencio sugestivo, o con la más aplastante y pedestre falta de imaginación,<br />

equivale a negar por anticipado aquello que pretendemos descubrir.<br />

La síntesis como coronamiento genético de todas las partes de cualquier<br />

estructura histórica, requiere una ahincada y minuciosa discriminación previa, que en<br />

nuestro caso está por hacerse. De tal manera, el empeño que afrontamos, apenas si<br />

es contribución modestísima a fin de iniciar una reconstrucción que algún día será. Y<br />

en esta brega hemos debido vencer ingentes dificultades, no siendo la menor de ellas<br />

esa inconcebible displicencia, o mejor dicho, esa asombrosa incuria con que la<br />

responsabilidad de todos ha inutilizado en gran parte la documentación provincial. De<br />

66<br />

Nickerson, H, “La inquisición”, Bs. As., 1946, trad. de F. M. Uriburu, prol. de Hilaire Belloc, p. 24 y p. 369. –<br />

Véase la relación que W. Schubart establece entre el espíritu de la época y el espíritu del paisaje. Ob. cit. p. 29.<br />

67<br />

García Villada, S. J., P. Zacarías, “Metodología y critica históricas”, Barcelona, 1921, p. 34.<br />

68<br />

“El criterio”, Bs. As., 1939, p. 153.<br />

69<br />

Sepich, Juan R., “Introducción a la filosofía”, Bs. As., 1942. Especialmente la nota de p. 507. – García Villada,<br />

ob. cit., p. 323: “Síntesis y exposición”. – No tiene relación con nuestro caso el concepto de compendio o<br />

resumen, tan caro al francés Seignobos, y con respecto a quien Carlos Pereyra hizo interesantes consideraciones<br />

en el prólogo de su ob. ya cit. – Henri Berr se ha ocupado de la síntesis en la Historia.

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