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SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

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Cerramos con este capítulo nuestro apuntamiento, precario, pensando, sí,<br />

completarlo alguna vez mediante las investigaciones complementarias del caso.<br />

Alentamos, empero, la esperanza de que el lector que haya leído los capítulos<br />

anteriores, reconocerá la reciedumbre del pedestal que sustenta la gloria heroica que<br />

nos propusimos develar.<br />

El basamento es granítico, los bloques han sido arrancados de la cantera local,<br />

esa cantera que, en toda la rupestre extensión bella del terruño, muestra a flor de<br />

tierra sus filones, disputando al tiempo la supervivencia de una nobilísima existencia<br />

milenaria.<br />

Y para levantarlo, no hemos debido apurar ni un tecnicismo ingenioso ni una<br />

estética preciosista de que carecemos; apenas si hemos reunido con amor tales<br />

fragmentos del corazón mismo de la montaña epónima, tratando de no amenguar con<br />

nuestra torpedad la pureza natural de sus ingentes líneas.<br />

Sobre él, nada más lógico que asentar el monumento que la justicia histórica<br />

debe cargar en la cuenta del agradecimiento póstumo, tarde sin duda, quizá porque la<br />

posteridad actual se siente aún demasiado comprometida por aquello de que pudiera<br />

parecer más que merecimiento impoluto, complacencia familiar localista, ya que, el<br />

protagonista heroico fue el Pueblo Puntano de la Independencia.<br />

Y el monumento, expresión de esa gloria que queremos pensar inmarcesible,<br />

por sobre los remedos tan gastados y las seudo reminiscencias clásicas, se nos<br />

ocurre anticipadamente concebirlo como ratificación esculpida de un ideal de<br />

soberanía. Ideal que si el artífice exorna modelando una corona simbólica, tenemos la<br />

convicción de que cumplirá tan alto menester acuciada su inspiración, antes que por<br />

un sentido que nos es extraño, ya se trate de entretejerla con ramas de laurel ático o<br />

de olivo latino antes, repetimos, que valiéndose de manidos recursos, exaltando su<br />

creación al contacto de la más auténtica tradición hispana; que en estos lindes de<br />

Cuyo, para coronar de gloria el más puro heroísmo, la posteridad reconocida no<br />

necesita más que inclinarse sobre el faldeo que circunda el escenario de esa misma<br />

gloria y cortar un manojo florido de usillo silvestre. (788)<br />

Y como se trata de gloria auténtica, que no ha menester de literaturas para<br />

justificarse, ya que sus quilates están abandonadas por la más asombrosa realidad<br />

histórica, vamos a rematar nuestros modestos apuntes con algunas pruebas<br />

auténticas y autorizadas, que tocaran la mente y el corazón del lector con dedos de<br />

luz refulgente, con acentos de voces familiares que dijéranse mandatos irrevocables,<br />

y con evocaciones heroicas que muy difícilmente superará el futuro sacrificio que la<br />

Providencia Divina nos depare.<br />

Finaliza 1816. Las aldeas y las estancias de la jurisdicción puntana han<br />

apurado hasta el último recurso. Se ha entregado todo para la organización del<br />

Ejército de los Andes. Y al escribir TODO, no incurrimos en hipérbole, no hemos<br />

llenado un espacio, dentro del significado de una frase, con una palabra de sonoridad<br />

recia y de significación elocuente. ¡No!<br />

Todo, porque la vida ofrendada en el aislamiento más fervoroso, era muy poco,<br />

cuando se estaba decidido a morir en miserable desnudez y sobrellevando la más<br />

cruel inopia, al fin de que la patria naciente se coronara de gloria.<br />

788 Llerena, J., “Cuadros descriptivos y estadísticos de las tres provincias de Cuyo“, Bs. Aires, 1867, cap. VII, p.<br />

37, designa el usillo “arrayán o cedrón silvestre”. –Lallemant, G. A., ob. cit., transcripción de la ed. de San Luis,<br />

1888, en “Rev. de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza”, 1937, Nº 17-18, p. 39, lo designa “Lycium<br />

husillo”. –Adaro, D., ob. cit., cap. X, p. 115, dice: “Nuestro husillo es el arrayán moruno (Lycium husillo). –Gez,<br />

J. W., “Geografía…”, t. II, p. 45, consigna: “Usillo (Lippia lycioides)”.

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