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SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

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destacamento de 70 granaderos veteranos debió ser traslado desde Mendoza a San<br />

Luis. Había que prevenirse. (722) Con razón Luzuriaga y Dupuy cerraron el año<br />

preocupados ante los pedidos de auxilio con que les molieron los siempre derrotados<br />

directoriales.<br />

El año 1819 comienza para San Luis con un horizonte a la redonda cargado de<br />

peligro. Siguen llegando prisioneros. Como nunca, este año, la atalaya puntana<br />

culminará en su posición llave. La guerra fratricida arde en el litoral, pero “los<br />

intereses de los pueblos” se imponen a las pretensiones de la oligarquía porteña<br />

hermética e ilusa. La relativa seguridad del frente de Chile, ha permitido al Cabildo y<br />

al Tte. de Gobernador impender algunos recursos aplicándolos a modestas e<br />

indispensables abras públicas.<br />

El 1º de febrero los alcaldes de barrio informan a Dupuy que en la ciudad<br />

moran 167 realistas, entre confinados y prisioneros. (723) Estamos en condiciones de<br />

afirmar que pocos días después eran más de 200. (724)<br />

El día 8, bien temprano, estalla una cruenta conjuración. El pueblo y las<br />

autoridades la dominan sin mayores dificultades. Leyendo el acuerdo capitular de ese<br />

mismo día el hecho aparece sin importancia. (725) Tal la mesura y sencillez del acta.<br />

No ocurre lo mismo cuando se conoce el sumario a que dio motivo y las sentencias<br />

que los remataron. (726) Pero se ha fantaseado mucho al respecto, habiendo sido la<br />

ocasión propicia no sólo para hacer afirmaciones calumniosas, sino hasta para<br />

evidenciar un apasionamiento banderizo que durante largo tiempo se ha tenido por<br />

Historia. (727) Apuntemos dos juicios conocidos: El de Vicente F. López (728) y el de<br />

Benjamín Vicuña Mackenna. (729) Mientras el primero, falso en varios pormenores,<br />

ennegrece las intenciones de los realistas complotados y justifica a Monteagudo, el<br />

segundo, nos ha dejado un retrato de Dupuy que solamente puede ser superado en<br />

tenebrosidad por aquél tan difundido de Quiroga que debemos a Sarmiento. (730) El<br />

722<br />

Ibidem, c. 23, e. 15.<br />

723<br />

Ibidem, c. 25, e. 31.<br />

724<br />

Sosa Loyola, G., ob. cit., cap. “Un suceso de la época”, parág. IV, p- 104.<br />

725<br />

A. H. P. S. L., c. 19, e. 55, f. 42. Refiriéndose a los sublevados el “acuerdo extraordinario” dice: “a quienes<br />

felizmte. hemos contenido,”.<br />

726<br />

Puede leerse en “Apoteosis de Pringles”, por J. W. Gez, Bs. As., 1896, t. I, pp. 139 a 239.<br />

727<br />

No corresponde poner en evidencia el océano de patrañas que alrededor de este acontecimiento se ha<br />

difundido. Apuntaremos solamente a las inexactitudes en que incurre nuestro comprovinciano D. Celedonio<br />

Galván Moreno –ob. cit., pp. 223-224-. 1ra., los fusilados no fueron 16 sino 8. 2da., el soldado Francisco Moya no<br />

fue indultado, fue fusilado el 19 de febrero. 3ra., San Martín vino expresamente a San Luis con motivo del hecho.<br />

4ta., el Comandante Juan Facundo Quiroga, no estaba preso en San Luis” por delitos comunes en la cárcel<br />

pública”. Arrestado en el. cuartel, donde estaba obligado a dormir solamente, tomó parte activa en la defensa del<br />

mismo, valiéndose para ello de un chifle. 5ta., los conjurados no pudieron “irrumpir” en la cárcel por cuanto ni<br />

siquiera la atacaron. 6t., en el terreno de la investigación histórica, ya es tiempo de dar al “Facundo” de Sarmiento,<br />

el valor que realmente tiene de mera novela. Puede consultarse “Apoteosis…,” de Gez, t. I, pp. 139-239. –Sosa<br />

Loyola, G., -“Pringles”, p. 108,- quien sin duda leyó la recopilación de Gez, afirma: “fueron ejecutados dos<br />

capitanes más y dos subtenientes, fuera de otros individuos comunes que resultaron complicados.” Rectificamos:<br />

fueron ejecutados tres capitanes, tres subtenientes, el cocinero de Dupuy y un soldado. Las ejecuciones se<br />

cumplieron en tres oportunidades: 1ra., la del cocinero José Pérez -italiano-, el jueves 11 de febrero; y 2da, la de<br />

los capitanes Gonzáles, Sierra -peruano- y Arriola, y de los subtenientes Riesco, Vidaurrazaga y Caballo, el lunes<br />

15 de febrero; y 3ra., la del soldado chileno Moya, el viernes 19 de febrero. El único indultado fue el Ayudante<br />

Juan Ruiz Ordóñez, y, quizá la casualidad o la providencial decisión de oír misa en la Matriz, la mañana de la<br />

sublevación, no tenga algo que ver en el feliz desenlace.<br />

728<br />

“Hist. de la Rep. Arg.,” t. VII, pp. 338-347.<br />

729<br />

“Apoteosis…“, t. I, pp. 369-389. El cap. titulado “La conspiración de San Luis” ha sido transcripto por Gez de<br />

la ob. “La guerra a muerte”.<br />

730<br />

“Civilización y Barbarie”, Bs. As., 1889, pp. 67-186.

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