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SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

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liberalismo doctrinario que ha padecido el país de manera tan catastrófica, que en un<br />

tris ha estado de dar al traste en la forma más miserable, con el ser nacional.<br />

Primero, medio siglo de guerras civiles que han engendrado la montonera, la<br />

vagancia, el cuatrerismo y otros delitos comunes. Segundo, un equivocado sentido<br />

y contenido de lo que debió ser la educación e instrucción populares referidas a<br />

nuestro pueblo criollo y a nuestro medio telúrico. Tercero, una política corruptora<br />

que ha degradado la altivez ciudadana y ha hipotecado la soberanía nacional a<br />

intereses extranjeros que han subalternado y explotado la vida argentina con<br />

procedimientos afrentosos. De todo esto, lo repetimos, debe dar cuenta la<br />

ilustración.<br />

No es necesario ir muy lejos para empezar a hacer algunas reflexiones<br />

fecundas. En 1895, sobre una población de 80.000 habitantes, todavía el censo<br />

computa 1.274 tejedoras y 150 zapateros, ninguno extranjero. Pero, para esa<br />

fecha, la despoblación de nuestra campaña era un proceso en marcha y la<br />

muerte de nuestras industrias hogareñas una desgracia consumada. (403) ¿No<br />

obstante, qué importaba para la política del puerto este desastre, si para ella, desde<br />

Rivadavia hasta Roca, más valía la “buena voluntad” de un gringo que “la mejor<br />

voluntad” de un criollo que había derramado su sangre para darnos Patria quedando<br />

en la demanda? (404) Vamos a recalcar nuestro caso. En 1895 la población extranjera<br />

apenas alcanzaba a 2.000 personas. Esa población era la “esperanza” de nuestros<br />

gobernantes. El criollo, apenas si podía considerarse pieza maleada en el cubilete<br />

inmundo de nuestros enjuagues políticos. ¿Qué puede extrañarnos, pues, después<br />

de varias décadas de “gobierno propio”, que descubriéramos a fin de cuentas en la<br />

población criolla una desidia que había sido fomentada en forma artera, por no<br />

decir estólida?<br />

Llegan los conquistadores en 1594. Fundan San Luis. La primer transacción se<br />

efectúa de inmediato. D. Francisco Muñoz compra al Capitán D. Juan Luis Guevara<br />

una merced que se le había otorgado en El Carrizal, entre la Estancia Grande y el Río<br />

5º, y se compromete a pagar dichas tierras con “25 piernas de tijera de 14 a 15 pies<br />

de largo cada pierna y 14 umbrales de dos palmos de ancho, y de largo como un eje,<br />

toda la cual dicha madera ha de ser de quebracho”. (405) Analicemos la posibilidad de<br />

la cultura que había llegado coincide con la posibilidad del medio telúrico y la<br />

aprovecha. No se ha perdido tiempo. Comienza la “capacitación” antes, mucho antes<br />

que la fundación esté asegurada. Se cortan las primeras tijeras y los primeros<br />

umbrales, empleando para ello una de las maderas más nobles de nuestros bosques.<br />

No ha comenzado a existir la primera generación de mestizaje y ya se ha iniciado ese<br />

largo proceso de edificación y de industrialización, que sería, con el correr del tiempo,<br />

la estancia o hacienda puntana.<br />

403 Basta comparar el censo de 1869 con el de 1895. El éxodo tiene dos características. La población sale de la<br />

provincia para radicarse en Bs. Aires, Mendoza o cualquier otro punto del país, o abandona el agro montañés para<br />

acrecer los centros urbanos. Este último aspecto del proceso se hace más evidente estudiando los últimos censos.<br />

El ferrocarril produjo desplazamiento de poblaciones. Tal el caso típico de El Saladillo, Renca y El Morro. Puede<br />

verse el importante estudio de don Juan Arturo Mercau, “Por qué urge propulsar la economía de la provincia”, San<br />

Luis, 1945. El defecto principal de este interesante proyecto, radica en no ver los orígenes del mal que trata de<br />

curar más allá del comienzo de este siglo. Léase el notable trabajo, “El éxodo rural”, p. Manuel J. Avila, parte III,<br />

en “El Pueblo”, Bs. As., 13 jun. 48, y “Voces de alerta”, p. el ing. agrónomo E. Veniard Subiaga, en “Criterio”, Nº<br />

1.034, p. 62.<br />

404 Bunge, A. E., “Una nueva Argentina”, Bs. As., 1940, p. 24, subraya con exactitud la realidad de esa política<br />

económica que empobreció algunas provincias. Tal el caso de San Luis. –Zorraquín Becú, R., ob. cit., cap. IV,<br />

“Los hechos económicos”, ha tratado ampliamente la cuestión.<br />

405 “Del pasado puntano. Otro título jofresino”, en “Hoja Puntana”, S. Luis, 15 agosto 1930; transcripción y<br />

comentario de Fr. R. de la C. Saldaña Retamar, O. P.

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