SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

Por acuerdo del 28 de marzo, el Cabildo determinó la rememoración de
Chacabuco en lo sucesivo, y dispuso que ese año “se realice la celebración los días
6, 7 y 8 de abril con motivo de Pascua de Resurrección con misa de gracias el 1 er . día
y que en la noche del mismo se de un baile público”. (695)
El 26 de abril la corporación capitular resolvió obsequiar a San Martín con un
baile y una cena. (696) El Capitán de los Andes había salido de Buenos Aires el 29 de
dicho mes, (697) de tal modo que, conociendo su acostumbrada movilidad y su apuro
por cruzar cuanto antes la cordillera, pudo estar en San Luis el 28 de abril. (698) Las
fechas anotadas por Gez, referentes a este viaje de San Martín, son inexactas. (699)
“En los primeros días de mayo”, el Gral. San Martín, en Mendoza, estaba
disponiéndose para tramontar con urgencia la cordillera. (700)
El resto del año se pasó proveyendo al Ejército Unido, persiguiendo sin
descanso desertores “volvedores” y salteadores de todas las unidades, vigilando y
sosteniendo confinados y prisioneros realistas, y haciendo guardia alerta para
preservar a Cuyo de la anarquía.
Se inicia el año 1818 y se está en lo mismo, complicado todo esto con un pleito
de jurisdicción entre Luzuriaga y el Provisor de Córdoba, (701) y con las no muy
halagüeñas noticias que llegaban desde allende los Andes, referentes a la marcha del
refuerzo realista de 3500 hombres que, al mando del Brigadier Osorio, se acercaban
a las costas de Chile. (702)
En carta del 24 de enero Luzuriaga dice a Dupuy: “No tengo ni la menor duda
que San Martín los deshace”. (703) Esa era, por otra parte, la convicción de nuestro
pueblo, sin que por ello la ansiedad no se manifestase en el deseo mismo de la
victoria. El Cabildo había acordado que el 23 de enero se comenzara un novenario de
misas por “la felicidad de nras. armas, con la solemnidad posible, para implorar la
protección del Dios de los Extos. a favor de nra. Patria”. El oficio religioso contó con la
asistencia de las autoridades, corporaciones y pueblo. (704) Pero el peligro no era sólo
distante, el enemigo amenazaba en nuestra propia casa. Por eso, la atención de
Dupuy debió concentrarse sobre la frontera de Córdoba. (705) Ardía la guerra fratricida
en el mismo campo de los independientes, de modo tal, que era menester reforzar el
peligroso frente del Este.
por decreto del 26 de abril…”…”Pero resulta que el acuerdo citado se refiere al regreso de San Martín. Por otra
parte, Otero, -ob. cit., p. 124- afirma la permanencia del Capitán de los Andes en Buenos Aires”, hasta el 20 de
abril. Barcia Trelles mismo, citando a Vicuña Mackenna, -ob. cit., p. 129- ubica a San Martín el 25 de Marzo en
Cañada de Lucas. –igualmente equivocado resulta Gez- “Historia…”, t. I, p. 208 –cuando afirma: “El 22 de
Marzo de 1817 llegó a San Luis el General San Martín de paso para Buenos Aires.” No aduce prueba.
695 A. H. P. S. L., c. 19, e. 55, f. 17.
696 Ibidem, c. 19, e. 55. f. 18.
697 Cfr. Berutti, Juan Manuel, “Memorias Curiosas”, mencionado por J. L. Busaniche, ob. cit., pp. 78-79.
698 Téngase presente que el 26 de abril, cuando el Cabildo puntano acuerda hospedarlo y obsequiarlo, es, sin duda,
porque se sabe que viene de regreso, más que viajando ordinariamente, acercándose al “galope”, como apunta
Vicuña Mackenna citado por Otero –ob. cit., p. 135-.
699 “Historia…”, t. I, parág. 2, p. 209. Gez alude a “Las crónicas de la época”. Como en San Luis no había
entonces “papeles públicos”, seguramente se trata de crónicas orales, que, por otra parte, no descubren el testigo
autor de la referencia.
700 San Martín entró en Santiago de Chile, de regreso, el 11 de mayo. –Mitre, ob. cit., t. II, parág. IV, p. 96. –
Otero, ob. cit., t. II, p. 135. cita a V. Mackenna.
701 A. H. P. S. L., c. 23, exps. 22 y 38; c. 24 e. 23.
702 Ibidem, c. 23. e. 38. carta de Luzuriaga a Dupuy, del 16 de enero. De este contingente, aproximadamente, 350
soldados eran peninsulares. Más de 3.000 habían sido reclutados en Panamá y en el Perú.
703 Ibidem
704 Ibidem, c. 19, e. 55. f. 23, v.
705 Ibidem, c. 23. e. 16.