SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

las ilusiones de una felicidad temporal. Lo primero, era lo colonial que se iba para no
volver jamás… Lo segundo, era la Libertad…, la gloria, la riqueza, dirán más tarde los
doctrinarios del liberalismo.
Empero, todo hace pensar que el espíritu de la época era todavía
sinceramente confesional. ¿Y como expresión estética? Mucho aprenderíamos si
desentrañáramos la pista señalada por la grana y la raíz de teñir.
Permítasenos terminar estas consideraciones con una expresión figurada.
Estos serían escasos atisbos, aunque muy significativos, del anverso del espíritu de
la época. Reparemos en otros referidos al reverso. Al terminar el primer capítulo de
estos apuntes, aseveramos que no estábamos “convirtiendo en romance, aquello que
era admirable en su pura y natural grandeza” (87) . Directoriales, artiguistas,
confinados, prisioneros, desertores, conspiradores y cuatreros, eran la sombra del
cuadro. Sin embargo, estos aspectos negativos que cuartearon el esfuerzo común, en
modo alguno fueron óbice, antes bien, exaltaron el acento heroico de la contribución
patriótica. Más adelante los explicaremos. Recordemos, entre tanto, que todas las
historias tienen un reverso análogo.
A cada defección, el Pueblo Puntano supo oponer una virtud. Al estéril espíritu
de anarquía, la unidad sanmartiniana; a las conspiraciones solapadas o audaces, la
lealtad y la obediencia; al egoísmo y personalismo oligárquicos, el desinterés y el
desprendimiento modestos; a la negligencia y cobardía de algunos, la diligencia y el
valor de la mayoría.
Citado un recluta o un testigo, la contestación predominante fue ésta:
“Responde que obedece”. (88)
El factor económico
Al estudiar someramente el factor económico en el proceso de aquello que fue
la contribución del Pueblo Puntano en la formación del Ejército de los Andes, y
mediante el mismo, en la campaña libertadora del Gral. San Martín, queremos
destacar, al comienzo de estas consideraciones, que lo hacemos, no porque demos a
este antecedente un valor determinante que no tiene, y menos porque lo
consideremos el más fundamental. (89) Jerárquicamente justipreciado es factor
secundario, y si de su importancia hubiera dependido el éxito de la empresa, la
consecuencia hubiese sido un fracaso rotundo. La lección que se desprende,
analizando este aspecto del hecho histórico que investigamos, es de un altísimo
valor moral, y por esta misma razón comprendemos la falsedad del materialismo
histórico, al asignar al hecho económico un valor necesario en el desenvolvimiento
87 Cf. p. 31.
88 A. H. P. S. L., c. 17, e. 38, Carta del alcalde de hermandad de Piedra Blanca de la Falda, Don Nicolás Quevedo,
del 21 de feb. de 1814; y e. 1, f. 15. Notificación al Síndico Procurador.
89 Ruiz y Ruiz, Raúl A., ob. cit., t. 4, p. 303. Dice el historiador bonaerense: “consciente de que los argentinos no
conocían la historia de su propia patria y que en las escuelas públicas se les enseñaba una falsa, mistificada y
tendenciosa, decidió escribirla (él) para ejemplo de las nuevas generaciones. “Y las nuevas generaciones tienen
que comenzar por aprender en el t. 1, p. 121 de la ob. del Sr. Ruiz y Ruiz, que inicia su estudio con el “factor
económico”, por ser “el más fundamental.” Con lo cual quedamos situados en el mismo plano que el autor desea
rectificar.