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SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

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paralizaron, primero, luego, mataron, para reemplazar, finalmente, toda esa<br />

habilitación, con modos y formas de convivencia que nos eran extraños y que no han<br />

mejorado un ápice esa cultura que en un momento dado se calificó de estancamiento,<br />

atraso, ignorancia e incapacidad para todas las manifestaciones del trabajo.<br />

Se ha pretendido asentar la genialidad del Gral. San Martín sobre lo efectivo<br />

de ese milagro que habría consistido en organizar el Ejército de los Andes de la<br />

“nada”. (412) Nada es más falso. La genialidad sanmartiniana fincó en la unidad y en la<br />

fijeza de su concepción operativa. La visión aquilina del héroe le permitió ver lejos, en<br />

una hora en que la mayoría de nuestros hombres de gobierno apenas si tenían<br />

modos de mirar gallináceos.<br />

Comprendió el poderío de esa eficiente organización que era el Perú<br />

gobernado por un virrey de la talla de Abascal, y utilizando un sistema análogo y<br />

una aptitud social similar, comenzó esa organización que inmortalizaría su<br />

memoria. Genial conductor, tuvo, en un momento y en rincón de la Patria, el pueblo<br />

condigno, que supo, con sus merecimientos seculares, dar de sí, y en la medida de<br />

sus posibles, heroicamente, y a veces de lo indispensable, más de lo necesario para<br />

triunfar. Consumado el triunfo, con sacrificio ejemplar, la “ilustración” negó esa<br />

capacidad que había logrado la victoria, y, luego, cegó todos los recursos habituales a<br />

la subsistencia. Después, comenzó el éxodo.<br />

Muchas estancias fueron abandonadas, en la mayoría amenguaron las<br />

haciendas, las acequias se embancaron, los alfalfares se perdieron y los telares<br />

quedaron silenciosos. Y al fin y al cabo, ¿por qué había de inquietarse la ilustración<br />

empeñada en difundir escuelas y llevar el alfabeto hasta las taperas y rastrojos<br />

desiertos, si mientras el criollo languidecía de hambre a fuerza de ser libre, los<br />

ingleses nos hacían el beneficio de explotarnos posesionándose de nuestras tierras<br />

y de nuestros ferrocarriles para hacerlas propias y extender los suyos? Ya tendríamos<br />

que agradecerles tanto desinterés. Y nosotros, alelados, que aún no hemos podido<br />

comprender la gratitud que debemos a semejantes benefactores.<br />

Ante la sospecha del que lea estos apuntes con suspicacia o prevención nos<br />

apresuramos a manifestar que no propugnamos una cultura fundamentada en la<br />

“santa ignorancia” ni alabamos la nuestra que fue por el hecho de ser iletrada.<br />

Destacamos, sí, la absurda interpretación que el doctrinarismo liberal nos ha legado a<br />

propósito de la habilitación que heredamos de la España imperial. Se ha querido<br />

representar como tabla rasa o espacio vacío, aquello que fue heroica<br />

concatenación de fecundas aptitudes. Alguna vez escribiremos sobre la instrucción<br />

pública de entonces, y probaremos como, por aquellos tiempos, los maestros no eran<br />

tantos como ahora, pero sí los necesarios para enseñar eficazmente a escribir con<br />

claridad, a pensar con cordura, y, por sobre esto a obrar con rectitud. Las pocas letras<br />

de nuestro liberalismo eran conocimientos claros y distintos. Las muchas de hoy,<br />

412 Nuestro comprovinciano C. Galván Moreno, en su ob. “San Martín el Libertador”, Bs. As., 1944, p. 97.<br />

refiriéndose al Ej. de los Andes afirma: “que tenía que ser adiestrado, vestido, pagado y armado sin poseer<br />

elementos de ninguna clase para ello”. Quizá el pensamiento del autor no esté cabalmente expresado o se<br />

resienta de la interpretación maravillosa de Mitre, a su vez influido por la escuela histórica de Taine. A este<br />

respecto puede leerse el notable comentario de D. Carlos Pereyra, titulado “La renovación de un tema”, en su libro<br />

“Quimeras…”. –El Gran Capitán no enseñó sus admirables virtudes a los puntanos, como expresa Mercau en el<br />

trab. cit., punto 3º, como quien infunde a alguien aquello que no tiene. Fomentó, exaltó o sublimó virtudes que<br />

poseía la comunidad como herencia secular de la raza. Porque el puntano tuvo y tiene “sentido patriótico y<br />

abnegado de la vida” y “sencillez respetuosa dentro de un gran marco de dignidad”, como agrega el Sr. Mercau en<br />

el punto 4º, no como consecuencia de la Guerra de la Independencia, sino como legado hispánico desde<br />

1594.

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