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SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

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probable pero cierto de ese “poderoso paralelogramo de fuerzas” que veía en la<br />

Historia el protagonista de “Vita vera”. (39)<br />

Y la interpretación jerárquica no puede ser negada ni siquiera por quienes, sin<br />

saberlo, rinden culto a una jerarquización primaria, (40) qué diremos con respecto a<br />

quienes convierten la reconstrucción histórica en una exposición ideológica. ¿Se<br />

quiere un ejemplo de jerarquización primaria?<br />

Entre nosotros, no ha faltado quien al evocar los ejércitos de nuestras guerras<br />

civiles, los agrupó así: “ejércitos de la Patria” y ejércitos del “federalismo gaucho” o de<br />

los “caudillos anárquicos”, sin reparar que también los brazos de éstos sostuvieron<br />

“lanzas de la libertad”. (41)<br />

Nadie puede negar que esto es interpretación jerárquica. Pero nadie puede<br />

desconocer que esto es también falsear, porque es tanto como caer en el exceso de<br />

juzgar como parte desde el ángulo romo de una ostensible bandería.<br />

Repito que el hecho es un complejo de factores. ¿Cuál de ellos priva? Si el<br />

hecho debe adecuarse como infraestructura económica a una superestructura que es<br />

su secuela, está dicho que la interpretación jerárquica comienza indefectiblemente<br />

con un factor material. Pero, ¿podemos sostener con seriedad que siempre ocurre<br />

así? Sin duda que no. Y en el caso que nos ocupa, menos que nunca. De ahí que<br />

resulte singularmente importante atender este aspecto del hecho que estudiamos, a<br />

fin de compenetrarnos del mejor modo posible de eso que fue realmente la<br />

contribución de San Luis en la gesta sanmartiniana, y de aquello en que consistió la<br />

modalidad de la misma, evitando el incurrir en engañosa y anodina comprensión del<br />

sacrificio realizado, no sólo porque se nos escape la verdad, contando pocos pesos<br />

allí donde cada peso fuerte tenía un valor adquisitivo mucho más alto que el actual,<br />

sino, porque comencemos jerarquizando peyorativamente, en virtud de que la tabla<br />

de valores históricos comience para nuestra ignorancia o para nuestro prejuicio, por<br />

donde debía concluir.<br />

¿Cómo ver, pues, lo heroico, lo grande, lo maravilloso, en nuestros comienzos,<br />

cuando es menester descubrirlo, bajo esa capa deleznable de pequeñez material,<br />

mediante una aptitud de que carece nuestro adocenamiento burgués<br />

contemporáneo? Sin duda que la apologética fácil e interesada ha desvirtuado el real<br />

sentido de los vocablos más nobles, creando no sólo un campo de confusión para las<br />

ideas, sino, lo que es más lamentable, una desvalorización de esa fuerza que<br />

entraña la verdad de toda calificación justa.<br />

Por eso, debemos empezar por advertir al lector desprevenido, -y si avezado,<br />

con mayor razón, porque estará ahíto de infundadas exageraciones- que, cuando<br />

comenzamos a escribir estas páginas, no hemos barajado los adjetivos pensando,<br />

estéticamente, en hacer propicio el eco armónico de la “caja de resonancia” del caso.<br />

Antes bien, cuando hemos asentado que la contribución de San Luis en la gesta<br />

sanmartiniana tuvo carácter de entrega total (42) , y que ella fue una inmolación, no<br />

39 Joergensen, Juan, “Vita vera”, Bs. As., 1946, trad. de la ed. francesa por C. J. Goyau, p. 108.<br />

40 López, V. F., “Historia de la República Argentina”, Bs. As., 1913, nueva ed., t. 1, “Prefacio”, p. LII, afirma<br />

categóricamente: “El historiador, lo mismo que el abogado y que el medico, son siempre parte: parte paciente<br />

unas veces, y otras triunfadora; indiferente, ¡jamás!”<br />

41 Gez, J. W., “Historia…” t. 1, pp. 143, 233 y 242. –Molinari, D. L., “Viva Ramírez”, Bs. As., 1938, p. 205.<br />

Proclama de los jefes federales después de Cepeda: “para que podáís merecer el dulce título de Soldados de la<br />

Patria”.- Zorraquín Becú, Ricardo, “El federalismo argentino”, Bs. As. 1939, p. 174.- Rojas, R., “La<br />

argentinidad”, Bs. As., 1922, p. 126. dice: “Necesitamos rever la gastada expresión que, como otras antinomias de<br />

nuestros maestros, ha contribuido a dividir los grandes muertos argentinos en “ángeles” y “demonios”.<br />

42 .Ya vamos a ver cómo, la suprema jerarquía espiritual y moral que comprobamos en el hecho histórico que<br />

estamos estudiando es atributo de ese arquetipo que, según Walter Schubart, corresponde al “hombre armónico”,

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