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SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

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Al efecto, nuestro Tte. de Gobernador, cuya renuncia había sido rechazada por<br />

el Cabildo, solicitó armas y municiones al Gobernador Intendente, (706) al mismo<br />

tiempo que reorganizaba las milicias “nacionales” de conformidad al nuevo<br />

reglamento que se le había remitido. (707) No fue mucho lo que se le proveyó, ya que<br />

todo era poco para Chile. Y, por otra parte, ¿qué se podía esperar de Buenos Aires?<br />

Y así fue cómo, por los mismo días que Dupuy entregaba en San Luis las<br />

condecoraciones que San Martín había otorgado por su heroico comportamiento a los<br />

Alféreces Hipólito Giménez y Buenaventura Jurado, (708) nuevas noticias llegaban<br />

desde Chile anunciando que Osorio había desembarcado con los primeros 800<br />

hombres en Talcahuano. (709) Entre tanto, las milicias puntanas estaban concentradas<br />

en San Luis, convenientemente regladas y rearmadas.<br />

En vísperas de Cancha Rayada, el pueblo puntano en armas, replegadas sus<br />

avanzadas sobre la frontera del Sur, montaba guardia vigilante en disposición de<br />

concurrir presuroso sobre cualesquiera de los tres frentes amenazados; ya se tratara<br />

de algún desastre del Ejército Unido, tal cual ocurrió, de la muy posible invasión<br />

realista por el Sur, (710) o de alguna sorpresiva penetración artiguista desde el Este.<br />

Todo estaba previsto.<br />

Es éste un momento de la vida heroica de nuestro pueblo que es menester<br />

tratar con un detenimiento que no corresponda concretar ahora. Alguna vez habrá<br />

que decir con claridad aquello que los historiadores han dejado de lado o que ignoran<br />

hasta el presente, sobre la importancia que tuvo San Luis, “llave de Cuyo”, en los<br />

instantes más dramáticos de la gesta sanmartiniana. Si las fuerzas nos alcanzan, lo<br />

haremos en sucesivos apuntes especialmente dedicados a Cancha Rayada y a<br />

Maypo. Entonces, alentamos esa esperanza, podremos hacer ver que a la par de los<br />

más mentados “vencedores de imposibles”, puede figurar sin desmedro nuestro<br />

siempre olvidado o ignorado pueblo.<br />

Hay que insistir sobre esto. Cuando en la hora siniestra de la derrota los<br />

cobardes desertores llegaban desalados hasta el Desaguadero, todo era fervor<br />

patriótico en la humilde atalaya; dijérase una apretada formación en cuadro dispuesta<br />

a resistir hasta la muerte.<br />

Después, las dianas de Maypo. ¡Imagínese la expectación ante lo que fue<br />

victoria! Dupuy se había multiplicado, de suerte que, asegurada la libertad de Chile,<br />

convergieron de inmediato los reclutas hacia Mendoza. Había que cubrir las bajas.<br />

Los alcaldes de hermandad no se otorgaron descanso. Con celeridad se enviaron<br />

más de 90 alistados, y así, sucesivamente, siguieron marchando ante el insistente<br />

reclamo de Luzuriaga. (711)<br />

¡Todo tiene eco singular en la heroica atalaya! Los más encontrados intereses<br />

la alcanzaban con particular sensibilidad. La resonante victoria, el fusilamiento de los<br />

Carreras, el viaje presuroso de San Martín hacia Buenos Aires, la política desastrosa<br />

del Directorio para con las provincias litorales. (712) A todo debe hacer frente con<br />

706<br />

Ibidem, c. 23. exps. 15 y 22.<br />

707<br />

Ibidem, c. 23. e. 38.<br />

708<br />

Ibidem, c. 23. e. 19.<br />

709<br />

Ibidem, c. 23. e. 22.<br />

710<br />

Ibidem, c. 23. e. 15.<br />

711<br />

Ibidem, c. 23. e. 33. Comunicación del Cap. D. José Domingo Arias a Dupuy, fechado en El Tala el 12 de abril<br />

de 1818.<br />

712<br />

Cfr. Raffo de la Reta, J. C., ob. cit., caps. XVIII, XIX y XXII, especialmente. El historiador y académico<br />

mendocino es partidario de “una justa revisión” –ob. cit., p. 381-; pero no disimula su inquina contra “algunos”<br />

revisionistas ob. cit., p. 316. La contraparte puede consultarse en “Historia General de la Rep. Arg.,” por Raúl A.<br />

Ruiz y Ruiz, Santa Fe, 1944, t. I, lib. IV “El federalismo y la democracia”, y t. II, lib. V, caps. I a III. Es

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