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SAN LUIS EN LA GESTA SANMARTINIANA.pdf

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conocimiento que de esa doctrina tenía nuestro pueblo, y sobre los resabios de<br />

superstición que hemos descubierto en el espíritu de la época. Oportunamente nos<br />

extenderemos con particular interés sobre estas cuestiones. Ahora documentamos<br />

tres puntos capitales: A) Importancia de la religión Católica, Apostólica, Romana,<br />

como factor primordial en la participación del pueblo de San Luis en la gesta<br />

sanmartiniana. B) Influencia del clero. C) Contribución del mismo.<br />

¿Dónde hemos de buscar la confirmación del primer aserto? En los acuerdos<br />

del Cabildo, en las resoluciones de Dupuy, y en la correspondencia oficial y particular.<br />

Todo lo cual prueba incontestablemente y de una manera coincidente: que el éxito del<br />

sacrificio que se consumaba, la victoria que se trataba de alcanzar a fin de hacer<br />

realidad la vida independiente que con fervor se ansiaba para la patria naciente,<br />

estaba, antes que nada, puesta bajo el patrocinio de la Voluntad Divina, librada<br />

al juicio providente de Dios, y al amparo de la virgen Santísima como<br />

intercesora. (199)<br />

Dios no era entonces “una figura retórica”, o un ente de razón capaz de crear<br />

el mundo de la nada, pero al cual no se le podía permitir que lo gobernase. Dios, para<br />

los cabildantes, para Dupuy o para cualesquiera de nuestros antepasados de<br />

entonces, era un Dios personal, con todos los atributos que le reconoce la teología<br />

dogmática, y, por ende, con la omnipotencia suficiente para favorecer con la victoria o<br />

castigar con la derrota.<br />

De ahí el empeño, no sólo en parecer auténticamente religioso, sino en serlo<br />

prácticamente. No se utilizaba entonces la religión como recurso político, (200) como se<br />

pensará y se hará más tarde por el liberalismo espurio que intentó desnaturalizar la<br />

realidad histórica y social del país, no, porque los actos del culto no eran expresiones<br />

de ese espíritu mundano que cree posible unir el relativismo liberal con la religión, tal<br />

cual ocurre hoy. Los fieles ni concurrían al templo a lucir galas ni ponían su empeño<br />

en confundir la iglesia con un salón de esparcimiento profano. Eran sencillos y<br />

modestos, pero, por sobre todo, eran sinceramente creyentes. Veamos algunos<br />

hechos que no necesitan comentarios.<br />

Dupuy ha enviado a preguntar al Prior de Santo Domingo, o, le ha escrito al<br />

respecto, si puede concurrir al templo con el objeto de confesarse, y éste le responde<br />

con la siguiente esquela: “En su mano. Mi querido Sr. actualmente se halla la<br />

comunidad en la Iglesia por lo que no puede hacerse allí su confesión, en este<br />

supuesto puede Ud. venirse por la portería a la hora que sea de su agrado para cuyo<br />

efecto habrá allí quien abra la puerta”. Dios guarde a Ud. muchos años su afectísimo<br />

amigo y capellán. Q. S. M. B.<br />

Fr. Vicente Adaro (201) ”<br />

El documento carece de fecha, lo cual poco importa, pudiendo atribuirse a<br />

cualquier tiempo, entre 1816 y 1819, período durante el cual este fraile dominico<br />

puntano rigió el convento de predicadores de San Luis.<br />

El 4 de abril de 1816 Dupuy hizo circular la siguiente “Orden del día”. “Siendo<br />

uno de los primeros deberes del Ciudadano, y de los Defensores de la Patria el<br />

199 El 29 de junio de 1814 llegó a San Luis la noticia de la rendición de Montevideo. De inmediato, siendo las 15,<br />

ordenó Dupuy repicar en las iglesias. Al día siguiente se ofició una “misa de gracias al Dios de los Ejércitos” “con<br />

la magnificencia posible”, quemándose en la puerta del templo boladores y cohetes. Por la tarde se organizó una<br />

manifestación popular con desborde de fervor patriótico, canto de la “Marcha Patriótica” –Himno Nacional-,<br />

descargas de fusilería, y luminarias, hasta la hora en que comenzó el “bayle público ” que se realizó en la morada<br />

de Dupuy.<br />

200 Furlong, S. J., Guillermo, “¿El General San Martín masón, católico, deísta?”, Bs. As., 1950.<br />

201 A. H. P. S. L., c. 24, e. 9.

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